Nace (por fin) la Sociedad Protectora de las Plantas

Cuando se habla de despilfarro a menudo asociamos al sustantivo el adjetivo “alimentario”. La triste realidad es que nuestro consumo derrochador se extiende por muchos otros ámbitos como, por ejemplo, en el mundo de las plantas. Todos sabemos ya que se pierde mucha comida tontamente en cualquier punto de la cadena, desde el productor hasta el consumidor final. Quizá es menos sabido que también se echa a la basura mucha planta que merece, por así decirlo, una segunda vida. Como bien dice el refrán, mientras hay vida hay esperanza.

Vivo cerca de un jardín remarcable. El adjetivo no es gratuito. En Francia existe el sello oficial Jardín remarcable, que otorga el Ministerio de Cultura desde el 2004 y que tiene una validez de cinco años. Con él se quiere dar visibilidad a los espacios verdes abiertos al público especialmente interesantes ya sea por su historia, por una estética muy elaborada o bien estrictamente por su valor botánico. Hoy en día el anuario consta de 449 jardines catalogados según esos criterios y desparramados por todo el territorio francés.

Como decía en el párrafo anterior, uno de estos fantásticos espacios, el jardín de Prébendes, me queda cerca de casa. Con cierta periodicidad veo a los jardineros del municipio plantar nuevas especies de plantas y flores, lo que acrecienta la belleza y el esplendor del parque. Pero para ello desmontan a veces parterres enteros de vegetación que llega, en el mejor de los casos, a alimentar el container del compost. El año pasado a una amiga y vecina se le partió el alma al ver desechar tanta verdura bien verde y tanta flor aún en todo su esplendor. Abogó con el corazón en la mano por esas pequeñas plantas destinadas sin más al vertedero y los jardineros, sorprendidos por el gesto, se las cedieron sin más. Consiguió mi amiga así gratuitamente unas cuantas plantitas y flores que alegraron su terraza durante unos cuantos meses.

El despilfarro y el reciclaje son conceptos que no solo deben aplicarse a los muebles sino también a las plantas

La escena de plantar y desplantar en el parque no es, por desgracia, una excepción. Para luchar contra este despilfarro vegetal bien arraigado en nuestra cultura, un joven francés, Nicolas Talliu, ha creado en la ciudad de Lyon la Sociedad Protectora de los Vegetales (SPV) a imagen de la clásica Sociedad Protectora de Animales. Talliu es un amante de las plantas que cuenta con un diploma otorgado por la HEPIA, siglas que se traducen por la Alta Escuela del Paisaje, la Ingeniería y la Arquitectura de Ginebra (Suiza).

Según se lee en la web de la SPV, el despilfarro y el reciclaje son conceptos que no solo deben aplicarse a los muebles desvencijados, a los libros ya leídos y a la “fruta fea” sino a todo ser vivo, y por consiguiente, a las plantas también. Son cuatro las misiones que se propone la SPV: trabajar por el reconocimiento de los vegetales como seres vivos; actuar contra el despilfarro y el maltrato vegetal, así como promover la vegetación producida localmente y, por último, contribuir a vegetalizar en masa la ciudad: Lyon, en este caso.

Las plantas rescatadas son puestas a la venta por la SPV, lo que permite reducir también la huella de carbono del comprador. Si estamos dispuestos a comprar fruta local para evitar que los kiwis atraviesen el globo hasta llegar a nuestro plato, ¿por qué no optar también por la producción vegetal local y, en el súmmum de la responsabilidad, por plantas locales y de segunda mano? Leo en su web que trabajan para que el “encaprichamiento por unas plantas no se convierta en un desastre ecológico”.

¿Y de dónde son rescatadas las plantas? La SPV recupera producto no vendido, así como las desechadas por los servicios municipales y los paisajistas. Y también se desplaza hasta invernaderos y mayoristas en el extrarradio para recuperar vegetales que son descartados con cierta regularidad puesto que cada temporada hay que hacer espacio para las novedades. La lógica ilógica del mercado.

Las plantas “rescatadas” son puestas a la venta por la SPV, lo que permite reducir también la huella de carbono del comprador.
Las plantas “rescatadas” son puestas a la venta por la SPV, lo que permite reducir también la huella de carbono del comprador.

Por otra parte la SPV también acoge en sus locales toda planta que una persona privada quiera donar por el motivo que sea. La plantita en cuestión se quedará a cargo de la SPV hasta que encuentre una nueva “familia de adopción”. Y se especifica muy claramente en su web que todo tipo de planta, sin criterio de selección previo, es muy bienvenida a la SPV, y toda donación es retribuida.

Y si el propietario de la planta no quiere deshacerse de ella pero está preocupado porque se está mustiando en casa sin remedio aparente, la SPV propone una “pensión para plantas”: la posibilidad de acogerlas el tiempo necesario para que se recuperen y puedan volver a casa en perfecto estado físico.




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