Cuando Sergio Ramos abandonó el Real Madrid al final de la temporada pasada tras no renovar su contrato con el club blanco, nadie podía imaginar que no se le echaría de menos ni un segundo. La adaptación meteórica de David Alaba en solo unas semanas y el crecimiento de Militao llenaron su hueco en la defensa blanca, pero todo el mundo daba por hecho que el Madrid echaría en falta su espíritu irreductible, su liderazgo, su capacidad para marcar goles decisivos como el de Lisboa.
Tampoco ha sido así porque el Madrid, sin su eterno capitán, ha completado un camino casi milagroso hasta la final de la Champions, con dos remontadas épicas incluidas, dejando atrás al PSG, al Chelsea y al Manchester City. Nada menos. El papel de capitán y salvador lo ha asumido Karim Benzema y Dani Carvajal y Nacho son los herederos del espíritu inquebrantable de Sergio Ramos.
El lateral y el central sostuvieron al equipo blanco cuando el City lo tenía en la lona, contagiaron el hambre a sus compañeros y fueron claves en la remontada. A Nacho le tocó cubrir el hueco dejado por Alaba y se convirtió en el jefe de la defensa blanca mandando y corrigiendo constantemente. Cortó varias contras decisivas cuando el City encontró campo para correr y, cuando Grealish erró dos veces la sentencia, empujó al equipo arriba y ahogó la salida de balón del City con varias recuperaciones de balón claves, como la que generó el 2-1.
Carvajal, por su parte, sufrió un calvario contra Foden primero y Grealish después pero supo sacar fuerzas de flaqueza para rehacerse y ser fundamental en la remontada. Suyo fue el centro medido que acabó en el 2-1 de Rodrygo y fue uno de los jugadores que encendió la mecha en el Bernabéu levantando y animando al público. Su carácter competitivo volvió a relucir en la Champions contra el City, después de acabar de improvisado central contra el Chelsea en la prórroga de la vuelta. Sin Ramos, casi olvidado en París, el testigo lo han recogido Nacho y Carvajal.