El Espanyol se abona día sí y otro también, a sufridas remontadas para seguir rascando puntos que lo alejen del infierno de la cola. Ante el Cádiz volvió a repetirse la tónica de todo el campeonato. Los pupilos de Diego Martínez volvieron a nadar a contracorriente para remontar un resultado adverso, el gol de Chust por culpa de otro error de bulto, el enésimo, del portero perico, este domingo el francés Lecomte.
No se trató de un hecho excepcional, más bien al contrario. El Espanyol se ha visto obligado a remontar un gol inicial encajado en siete de los ocho partidos que ha disputado hasta ahora en el campeonato de Liga. Un dato lapidario. La única vez que no lo hizo fue en San Mamés cuando se llevó el triunfo, el único que atesora, ante el Athletic. En el resto de partidos, ha encajado primero y se ha visto obligado a apretar las tuercas para dar la vuelta al calcetín.
No deja de sorprender también que pese a ser el séptimo equipo de la Liga que más goles hace (11) no le llega para haberse alejado de la cola. Prueba irrefutable que la sangría de goles encajados le está condenando sobremanera.
En ese global realizador tiene mucho que decir el pichichi perico, Joselu Mato, que en Cádiz sostuvo la remontada con dos golazos. El ‘9’ gallego es uno de los realizadores nacionales más en forma y con 6 dianas y su dulce momento de forma y liderazgo reclama que el seleccionador Luis Enrique, como mínimo, sopese su convocatoria para el Mundial de Qatar.
Joselu, el corazón, la lucha y la competitividad del vestuario de Diego Martínez sostienen a un Espanyol capaz de lo peor en mayúsculas (la indigna primera parte de Cádiz) y de lo mejor, la buena y justa remontada de la segunda mitad. Ése es el camino pero urge poner cerrojo a la portería sea quien sea el inquilino.