El grupo alimentario suizo Nestlé anunció este jueves el cierre de su fábrica de pizzas congeladas Buitoni, en el norte de Francia, la misma de la que salieron los productos con una bacteria que a principios del año pasado contaminaron a 56 personas y causaron la muerte de dos niños.
El anuncio del cierre definitivo de la planta, que funcionaba desde 1982 en la localidad de Caurdy, se produce tras la caída espectacular de las ventas de esa línea tras el escándalo alimentario, explicó Nestlé Francia en un comunicado.
Pero explicó que no se despedirá a ninguno de sus 140 empleados al menos hasta finales de este año, periodo en el que buscarán la venta a otro grupo que quiera mantener la actividad, al tiempo que indicó que propondrán recolocar a todos ellos en otras actividades de la empresa.
El anuncio es el epílogo de una crisis que eclosionó en enero de 2022, cuando se detectó la bacteria “Escherichia coli”, más conocida como “E. coli” en una de sus gamas de pizzas congeladas, que afecto a un adulto y 55 niños, dos de los cuales fallecieron.
Tras una cadena de errores de comunicación y de negación de responsabilidades, que llevó, por ejemplo, a enviar un cupón de compra a una de las víctimas o a acusarles de no haber horneado bien los productos, la empresa acabó por pedir disculpas públicas por boca de su presidente, Christophe Cornu, a mediados de julio.
Demasiado tarde, porque en paralelo se filtraron imágenes de la planta de Caudry donde se percibían condiciones higiénicas deplorables y un informe sanitario que denunciaba falta de limpieza en las zonas de fabricación, mala ventilación o presencia de roedores.
Mientras, los informes oficiales fueron estableciendo el vínculo entre las contaminaciones y el consumo de esas pizzas y las víctimas fueron agrupándose para atacar a la empresa ante la justicia.
El cierre temporal de la planta y los 2,5 millones de euros invertidos para su saneamiento no han permitido blanquear la marca.
Desde su reapertura a finales del año pasado, las ventas se han desplomado y la producción ha sido de 450 toneladas, frente a las 3.500 que estaban presupuestadas, ya a la baja en una fábrica que, antes de la crisis, producía 170 mil pizzas semanales y lideraban el mercado con una cuota del 30 % de las congeladas.
La crisis de Buitoni se sitúa en Francia al mismo nivel que otras de gran envergadura, como la de presencia de benzeno en las botellas de agua Perrier en los 90, la de carne de caballo en las lasañas de 2013 o la salmonela en productos del grupo lácteo Lactalis, aunque en este caso la mala gestión de la comunicación agravó las cosas.
Una crisis que puede afectar a una comarca ya muy afectada por la desindustrialización, con un 20 % de paro y que ahora puede ver como las 400 familias que directa o indirectamente viven de la planta de Buitoni pierden un sustento esencial.
El pasado día 13 el ministro de Industria, Roland Lescure, visitó la fábrica mientras aseguró que el Gobierno buscará que la crisis alimentaria no se transforme en un drama social.
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