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Netanyahu agrava el pulso institucional al involucrarse en el diálogo de su polémica reforma judicial

EL PAÍS

“Mis amigos, ciudadanos de Israel, esta tarde os anuncio: basta. Me voy a implicar. Voy a dejar de lado cualquier otra consideración por el bien de nuestra nación y nuestro país. Haré todo lo que esté en mi mano para alcanzar una solución”. Lo dijo este jueves el primer ministro Benjamín Netanyahu para subrayar ante las cámaras su voluntad de involucrarse personalmente en el diálogo con la oposición sobre su controvertida reforma judicial, que ha generado una de las mayores crisis políticas y sociales de la historia de Israel.

El problema es que Netanyahu —que aclaró, sin embargo, que la reforma sigue adelante en los plazos previstos— tiene precisamente prohibido implicarse, por un acuerdo de conflicto de intereses de 2020 que le impide promover legislación que afecte a las tres causas por fraude, cohecho y abuso de confianza en las que está imputado, según le ha recordado este viernes la consejera jurídica del Gobierno, Gali Baharav-Miara. “La situación legal es clara: debe abstenerse de toda involucración en iniciativas de cambio del poder judicial. Sus afirmaciones de anoche [por el jueves] y toda acción que haga en vulneración de este asunto son ilegales”, le ha advertido en una carta que agrava el pulso entre el poder ejecutivo y el judicial en torno a la reforma.

El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, no ha tardado en responder. “Si la señora Baharav-Miara quiere tomar decisiones en lugar de los representantes electos, la invito a formar un partido y presentarse candidata a entrar en la Kneset”, ha señalado en un mensaje difundido en su canal de la red Telegram. La polémica ha perseguido a Netanyahu hasta Londres, donde ha sido recibido por un millar de manifestantes y el primer ministro británico, Rishi Sunak, ha sacado el tema en la reunión que han mantenido este viernes, sin foto oficial ni comunicado conjunto.

En Israel, el consejero jurídico es un cargo técnico muy influyente porque asesora al Gobierno, encabeza la Fiscalía General y representa tanto al Estado en los tribunales como el interés público en los asuntos legales. El anterior consejero, Avijai Mandelblit, formuló en 2020 un acuerdo de conflicto de intereses que prohíbe a Netanyahu intervenir en el nombramiento de jueces o participar en la elaboración de legislación que repercuta en sus procesos penales. El primer ministro considera que la reforma judicial no entra en el marco del acuerdo, mientras que Baharav-Miara ―nombrada por el anterior Gobierno, que hoy se sienta en la oposición― interpreta lo contrario y le ha exhortado en varias ocasiones a mantenerse al margen del proceso la reforma judicial, que sobre el papel está en manos del ministro de Justicia, Yariv Levin. El Supremo ha aclarado que el acuerdo sigue en vigor y que corresponde a la consejera determinar si está siendo respetado o no.

El jefe del Ejecutivo se refirió a esta circunstancia en su discurso. “Lamento decir que hasta hoy, mis manos estaban atadas. Hemos llegado a una situación absurda en la que si me hubiese implicado en este asunto, como requiere mi trabajo, amenazaban con declararme incapacitado [para gobernar]. Algo que hubiera anulado el resultado de las elecciones y la voluntad de millones de ciudadanos”, dijo en referencia a las elecciones del pasado noviembre, que ganó su formación, la derechista Likud, que gobierna en coalición con ultranacionalistas y ultraortodoxos.

La amenaza de la “incapacitación” que mencionó Netanyahu es justo la que eliminó este jueves el Parlamento, al aprobar la primera ley de la reforma, un paquete legislador que, de aprobarse, dañaría la división de poderes, debilitaría al Supremo y permitiría al Gobierno aprobar leyes tumbadas por la corte. La nueva norma circunscribe las causas para inhabilitar a un primer ministro a una condición física o mental y despoja de la prerrogativa al consejero jurídico. Baharav-Miara, por tanto, ya no podrá recusar a Netanyahu si considera que está vulnerando el acuerdo de conflicto de intereses.

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El enconamiento de las crisis ha abierto además las primeras divergencias dentro del Ejecutivo, aunque ningún ministro ha roto filas. Este jueves, Netanyahu logró convencer en el último minuto al titular de Defensa, Yoav Gallant, de que no saliese públicamente a pedir la paralización de la reforma. Cuando se anunció que lo haría, la ministra de Diplomacia Pública, Galit Distel Atbaryan, conocida por sus exabruptos, tuiteó: “Cualquier diputado del Likud que planee detener la legislación está invitado a dimitir. Mejor hoy. A poder ser, ahora mismo”. Uno de ellos, Yuri Edelstein, está sancionado por el partido por haberse ausentado de la votación de dos leyes de la reforma.

Críticas en Londres

Netanyahu ha volado este viernes a Londres, pero no se ha podido librar del ruido en torno a la reforma judicial. Primero, porque cerca de un millar de personas, la mayoría israelíes residentes en el Reino Unido, se han manifestado ante Downing Street. Netanyahu ha podido oírlos durante el breve recorrido a pie que ha realizado hasta entrar por la famosa puerta del número 10. La visita ha provocado más protestas de las habituales ante las puertas.

Y luego porque su homólogo británico, Rishi Sunak, le ha recalcado la necesidad de “defender los valores democráticos que sostienen la relación [de ambos países], incluyendo las reformas judiciales propuestas en Israel”, según un portavoz de Downing Street. La referencia a la crisis política que sufre el país y a los intentos de Netanyahu de debilitar el papel del Tribunal Supremo era inesquivable en el encuentro de ambos dirigentes, así como “la preocupación internacional respecto a la creciente tensión en Cisjordania y el riesgo de que se vean socavados los esfuerzos dirigidos a la solución de dos Estados”, como ha recalcado ese mismo portavoz.

El Partido Conservador británico ha tenido siempre a gala su estrecha relación con el Estado de Israel, y Sunak tiene demasiados problemas ya como para buscarse uno más.

No ha habido foto oficial de ambos líderes, ni comunicado conjunto, pero Sunak ha resaltado la importancia de la visita del primer ministro israelí ―al frente del Gobierno más derechista de los más de 70 años de historia del país― destinada a “reforzar la estrecha alianza” entre Israel y el Reino Unido.

Más allá de acuerdos de cooperación económica y tecnológica, la reunión se ha centrado en los dos asuntos de seguridad más relevantes para ambos países. Respecto a Irán, han compartido “su preocupación por la actividad desestabilizadora” de Teherán, y han acordado seguir colaborando para “frenar la agresión y controlar el riesgo de proliferación nuclear”. En cuanto a Ucrania, Sunak ha compartido con Netanyahu su análisis de la situación y “la importancia de seguir manteniendo el apoyo internacional” a Kiev “en defensa de su soberanía”.

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