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Ni la pandemia altera al Eibar

Eibar
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La historia del Eibar en Primera División no parece tener fin. Y que siga siendo así. El conjunto dirigido por José
Luis
Mendilibar se ha ganado el derecho a participar por séptima vez consecutiva en la máxima categoría del fútbol español gracias a otra magnífica temporada. Los armeros, con los habituales altibajos dentro de una campaña en la mejor Liga del mundo, consiguieron alcanzar un muy meritorio decimocuarto puesto en la clasificación tras lograr la salvación a falta de dos partidos para que se completaran las 38 jornadas del campeonato. Han logrado 42 puntos y quién hubiese imaginado hace 10 años, cuando el equipo estaba todavía en Segunda B, que los de Ipurua iban a poder encadenar tantos años en la elite.

Pero Amaia
Gorostiza, Fran
Garagarza y compañía volvieron a dar el mando de la nave eibartarra por quinta temporada a un José Luis Mendilibar que, una vez más, ha sacado el máximo jugo a su plantilla, la más veterana de toda la competición. El técnico de Zaldibar, con su defensa adelantada, la presión alta en campo rival y el objetivo de mantener la pelota lejos de su marco, ha conseguido que su equipo solo ocupara en cuatro jornadas los puestos de descenso –desde la tercera a la sexta–. Y eso que la aportación goleadora de sus arietes no ha sido, ni mucho menos, la mejor.

Con todo eso y más, el Eibar consiguió sumar 27 puntos en Ipurua y otros 15 lejos de su feudo, siendo el decimocuarto mejor conjunto tanto en casa como fuera. Un año más, el calor de su afición ha vuelto a ser clave, aunque en las últimas seis ocasiones que los de Mendilibar jugaron en su territorio no pudieron abrir las puertas de su estadio para acoger a toda su gente. Parecía que ese factor iba a ser demoledor para el Eibar, que siempre ha basado el cumplimiento de sus objetivos en hacer de su recinto un fortín. Sin embargo, eso es algo que debían afrontar todos los participantes.

Momentos críticos

Eso sí, la trayectoria del Eibar a lo largo de esta temporada no ha estado exenta de momentos difíciles. En las primeras jornadas del campeonato
José
Luis
Mendilibar no consiguió dar con la tecla y pronto se metió el equipo en la zona roja de la clasificación. Después de solo sumar dos puntos en los primeros cinco partidos, los armeros estuvieron metidos en puestos de descenso desde la tercera semana de competición hasta el término de la sexta.

El siguiente bache no llegó hasta pasado el ecuador de la primera vuelta. Otra complicada racha de cuatro derrotas seguidas entre las jornadas 13 y 16 volvieron a sembrar las dudas en el seno del Eibar, que pronto fueron erradicadas gracias a conseguir dos victorias, tres empates y una sola derrota en los próximos seis partidos.

Y el momento que seguramente más angustió en Ipurua coincidió con la expansión de la pandemia a nivel mundial, aunque todos se mantuvieron con los pies en el suelo. Antes de que se detuviera todo, el Eibar y la Real tuvieron que recuperar un partido (1-2) a puerta cerrada el 10 de marzo en territorio eibarrés que quizás no se debió de haber disputado. El duelo estaba programado para el 16 de febrero, domingo, aunque el incendio y derrumbe del vertedero de Zaldibar impidió que el choque se pudiera disputar con seguridad.

La competición se paró el fin de semana del 15 de marzo y los de Mendilibar se tuvieron que confinar tras haber cosechado cuatro derrotas y una sola victoria en los cinco duelos precedentes. En la vuelta a la competición no se consiguieron las mejores sensaciones después de perder sin apenas competir ante el Real Madrid (3-1) y tras empatar ante el Athletic (2-2) y el Getafe (1-1), pero desde entonces el Eibar empezó a sumar de nuevo y se lanzó directo a conseguir la salvación a falta de dos jornadas para que se culminara LaLiga. Merecido premio.

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