Villas privadas con servicios de hotel. Lujosas suites en localizaciones envidiables. Vistas paradisiacas desde una piscina privada. O dormir cada noche en una playa diferente a bordo de un cómodo yate. Este turismo de lujo, fácil de imaginar pero al alcance solo de las carteras más pudientes, sigue con paso firme a pesar del coronavirus. Porque ni siquiera la pandemia ha podido con un segmento que este verano ha recuperado niveles de 2019 y, en algunos casos, incluso los ha superado.
En los datos turísticos generales no se aprecia la evolución con claridad. Entre otras cosas, porque lo que se mide es el volumen de llegadas y el gasto agregado. Sin embargo, algunas estadísticas sí dan pistas de su desempeño. Por ejemplo los datos de vuelos privados y aerotaxi de Aena: en julio, agosto y septiembre de este año se registraron 44.114 operaciones y 90.929 pasajeros, un 20% más y un 14% más que en 2019 respectivamente.
Pablo Carrington, consejero delegado y fundador de la gestora de hoteles Marugal —cuenta con unas 320 habitaciones en siete hoteles y unas tarifas que oscilan entre 400 y 3.500 euros la noche— señala a Baleares como uno de los destinos al alza: “Allí el verano ha sido excelente. Comparado con 2019, la ocupación y el precio ya han quedado algo por encima”. Pese a ello, Carrington no lanza las campanas al vuelo y avisa: “Este año ha sido atípico, porque los europeos no han hecho largo radio. Hay mucho turismo prestado”.
La información del gestor aeroportuario señala una notable mejora en la llegada de estos viajeros que no se mueven por ofertas. Todo lo contrario: o tienen avión propio o la capacidad financiera para alquilar o reservar uno solo para ellos. Además apunta de forma meridiana los destinos que tienen más peso en el segmento superlujo. Las instalaciones que más operaciones y pasajeros han recibido de estos vuelos son Ibiza, Palma de Mallorca y Málaga-Costa del Sol. Las tres superan con creces los guarismos de 2019. E incluso el año pasado ya igualaron el registro o se quedaron cerca, lo que muestra cómo ni la pandemia ha podido con un sector no muy extenso en España pero sí potente.
En número de pasajeros, Ibiza redujo las llegadas en vuelos privados y aerotaxi en el verano de 2020 un 20%. Sin embargo, entre julio y septiembre de este año ha superado el nivel precovid en un 12,5%. En Málaga la situación es similar: cayó un 26,5% el año pasado, pero en esta temporada estival se ha anotado una subida del 40%. Pero el caso más llamativo es el de Palma. Mientras la industria de los viajes a nivel general sufría meses de escasez, en los vuelos privados a Mallorca casi no hubo pérdida en el verano de 2020 (-0,34%). Y en esta temporada estival se ha disparado casi un 62% al pasar de los 10.396 pasajeros de 2019 a los 16.820 de este año.
Por su parte, el sector comercial que se concentra alrededor de las zonas de turistas de alto poder adquisitivo también ha sentido la mejora. Especialmente porque son los visitantes que más gastan en los destinos. Es decir, aunque no sean importantes en volumen, son los que más ingresos generan para la economía local. Según los datos de clientes de las agencias de viaje de lujo miembros de Virtuoso, estos viajeros gastan de media por hogar y viaje 20.000 dólares.
“El repunte más importante en ventas en las zonas relacionadas con el lujo lo hemos visto en Marbella. De hecho, allí se ha extendido la temporada de verano, los precios de hotel han subido y es un destino en ebullición”, explica Javier Fernández Andrino, director de clientes internacionales y lujo de El Corte Inglés. A pesar de esa nota positiva, el directivo de la cadena de grandes almacenes pone deberes: “El objetivo de España debe ser promocionarse más y mejor en origen. Hay que contar la mejor versión de los destinos nacionales”.
Otras hoteleras centradas en el segmento luxury inciden en la tendencia alcista y esperan que 2022 sea todavía mejor. Por ejemplo en Palladium, que cuenta con marcas como Bless o Ushuaïa Ibiza: “Hemos superado las previsiones de ocupación, sosteniendo las tarifas medias habituales de años anteriores. En muchos hoteles incluso han sido superiores a antes de la pandemia”, aseguran portavoces de la firma.
En la misma línea se posiciona Meliá acerca de sus establecimientos más exclusivos en Marbella y Baleares. “Ha sido un verano muy bueno, con un crecimiento de tarifas en los hoteles de lujo a doble dígito”, asegura Alfonso del Poyo, vicepresidente de la compañía en España. A lo que añade Natalia Seoane, directora general de Hotel de Mar Gran Meliá: “En Palma el segmento de lujo ha sido un éxito. Si bien la ocupación no ha sido tan alta como años anteriores, hemos conseguido compensarlo con un mayor precio medio, un 25% más alto que en 2019 por la altísima demanda de habitaciones superiores y suites”.
En otros destinos como Canarias la situación no es tan boyante. Fuentes del sector creen que se debe a dos motivos: la región no está tan posicionada en el segmento de lujo y su temporada alta llega a final de año. Ejemplo de ello es el complejo Royal River, que cuenta con villas individuales con servicios de hotel y precios desde 350 euros hasta los 3.000 euros. “Este verano hemos estado al 75% del nivel precovid. Y en invierno esperamos subir al 85%”, sostiene José Fernando Cabrera, presidente del Grupo Golf Resort, al que pertenece Royal River.
Fiebre por los yates
Esta tendencia no es única de España ni del sector hotelero y comercial. De hecho, en otras zonas geográficas el segmento ha acelerado todavía con más vigor. Alejandro Reynal, consejero delegado de Apple Leisure Group, sostiene que con la pandemia ha aumentado el deseo de vacaciones más sofisticadas en todo el mundo. “En la zona del Caribe hemos visto desde junio un crecimiento exponencial de los viajes de alto standing”.
Otro de los efectos del boom por el turismo de gran lujo ha sido la fiebre por el alquiler de yates privados. Una imagen recurrente en las zonas de costa durante el pasado verano en el Mediterráneo. Tanto que las empresas del sector han llegado a alquilarlo todo durante muchas semanas, y eso a pesar de unos precios prohibitivos para la mayoría.
Esta tendencia en España se da sobre todo en Baleares y la Costa del Sol. En el Mediterráneo ocurre lo mismo en Italia, Grecia o Croacia, entre otros. Una de las empresas que trabaja en este último destino es Goolets, que también ha superado el pasado verano las salidas organizadas antes de la pandemia con unos precios de entre 20.000 y 100.000 euros a la semana —varía según la zona, el periodo, el tamaño del barco y los servicios incluidos—. “Ha sido increíble para el sector de los yates, con más salidas organizadas y de más calidad que en 2019. Los barcos más lujosos se reservaron mejor y más rápido que los estándares”, añade Mitja Mirtic, consejero delegado de Goolets.
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