Que el Athletic no hizo un buen encuentro en Huesca el pasado miércoles quedó claro mientras el balón estuvo en juego en El Alcoraz. Su partido, en cualquier caso, tampoco varió mucho de lo visto algunos días antes en el Pizjuán ante el Sevilla. La principal diferencia entre ambos choques radicó en el marcador final.
Los de
Lopetegui, que aspiraban al título de Liga, perdieron 0-1 porque fueron incapaces de batir a un inspiradísimo Unai Simón
y sufrieron un contraataque letal al borde del tiempo reglamentario. Los de
Pacheta, que se jugaban la supervivencia en Primera, sí acertaron a perforar la portería
de un esta vez menos afortunado portero rojiblanco y la reacción bilbaína resultó a todas luces infructuosa. Fútbol.
Lo curioso del caso es que con más o menos los mismos jugadores a ras de césped se pasó de hablar de que los jóvenes piden paso en el Athletic a los típicos comentarios de falta de ambición, hay que hacer una limpia en el vestuario y nadie o casi nadie sirve para nada, entre otros. Del hay futuro al esto es un auténtico desastre. Fútbol, también.
Los análisis y balances deberían trascender más allá del momento puntual. No se puede sacar pecho en la victoria y disparar contra todo lo que se mueve en la derrota. El contrario, por cierto, también juega.
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