EL PAÍS

Nicolás Maduro estrecha sus vínculos con las iglesias evangélicas

Un camión con sillas, equipos de sonido y pintura llegó a uno de los complejos de edificios que el Gobierno venezolano construyó hace años dentro de la base militar Fuerte Tiuna en Caracas. Los materiales eran para las iglesias evangélicas Unción de Dios y Salmo 32. Hubo palabras de funcionarios, oraciones con las manos levantadas y un grupo de jóvenes vestidos de blanco hizo coreografías cristianas. Así se concretó hace una semana el primer despacho del nuevo programa gubernamental Mi Iglesia Bien Equipada, anunciado hace unos días por el mandatario Nicolás Maduro, durante la celebración del Día del Pastor y la Pastora Evangélicos, creado por el mismo Maduro en 2019.

El mandatario venezolano ha estrechado sus vínculos con un sector de la iglesia evangélica que se ha constituido en un movimiento político para apoyarle. Maduro se ha referido a ella como “la verdadera iglesia de Dios”, para oponerla a las jerarquías católicas, con las que históricamente el chavismo ha tenido fricción,y a los sectores más tradicionales de las iglesias pentecostales. Su hijo, Nicolás Maduro Guerra, al que los pastores llaman hermano en los actos públicos, lleva el pulso de esta relación como un objetivo político y de Gobierno, desde la Vicepresidencia de Asuntos Religiosos del Partido Socialista Unido de Venezuela.

Los venezolanos, en su mayoría, son católicos. Se calcula que un 17% se considera parte evangélico, un número que ha ido creciendo a la par que la crisis humanitaria se ha agudizado en el país petrolero. “Oramos mucho por el presidente que ha llevado una carga muy fuerte, clamamos por él porque ese fue el hombre que Dios puso a gobernar Venezuela. Nosotros nos sujetamos a las autoridades que son puestas por Dios y él, viendo nuestro apoyo, se ha abocado a bendecir la iglesia cristiana”, decía hace unos días la pastora Isabel Molina de Fernánde, en una entrevista en la televisora estatal VTV.

El chavismo, en su peor momento político y luego de arrinconar a la oposición, ha logrado levantar ligeramente su aprobación en medio de una frágil y desigual recuperación económica y su reposicionamiento internacional con el restablecimiento de relaciones con algunos países. Sondeos de noviembre de 2022 mostraban que tenían un 28,7% de apoyo. Desde el año pasado, Maduro está en campaña e incluso ha planteado adelantar las elecciones presidenciales para este 2023 y no para finales de 2024, como correspondería de acuerdo a la Constitución.

En los actos con el llamado Movimiento Cristiano Evangélico de Venezuela (Mocev), Maduro suele destacar que agrupan a ocho millones de evangélicos, un número que líderes de esta iglesia ponen en duda y sobre el que advierten de un intento de politizar la fe y de utilizar las ceremonias religiosas como propaganda. El año pasado, 2.500 casas de culto fueron remodeladas con ayudas del gobierno y 13.000 pastores censados recibieron los primeros días de este 2023 un bono del equivalente a casi 10 dólares a través del Sistema Patria. La bonificación fue llamada El buen pastor.

“Nosotros creemos en la separación Iglesia-Estado, con lo que la iglesia no impone sus figuras. Ese es un principio histórico desde 1517, desde la reforma protestante hasta acá”, dice el pastor César Mermejo, presidente del Consejo Evangélico de Venezuela, fundado en los años 40 del siglo pasado y que agrupa a más de tres mil iglesias en el país. “Los fondos públicos no deben estar a disposición del avance de credos religiosos o ideológicos particulares. Las iglesias construyen sus propios templos y sostenemos los programas sociales con recursos y donaciones de las propias iglesias. Lo que se está haciendo es catapultar a una comunidad particular en un escenario preelectoral y en un momento caldeado entre el Gobierno y la iglesia católica”, agrega.

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Estos aportes a las iglesias ocurren al tiempo que el gremio de los docentes, trabajadores de la salud y de las empresas básicas mantienen protestas por las precarias condiciones salariales. Y sobre ello ha hablado la Conferencia Episcopal Venezolana en un comunicado en el que reaccionaron a este nuevo acercamiento del Gobierno a estos fieles. “Más que preocuparnos en solicitar la construcción y/o equipamiento de nuestros templos nuestras oraciones acompañan al clamor ciudadano por el equipamiento de hospitales, escuelas, ajustes salariales a docentes, médicos, entre otros, y demás asuntos que urgen como temas de prioridad para el bien de la población venezolana”.

Además del plan de equipamiento de iglesias, el Gobierno también ha repartido electrodomésticos a trabajadores del sector público en tiempos electorales. Maduro pidió a Conatel, el organismo que controla las telecomunicaciones, entregar a los evangélicos más emisoras de las que las que ya tienen en la radio, uno de los medios que más ha sufrido los rigores de la censura. Más de un centenar de estaciones fueron cerradas el año pasado. Dar una vuelta por el dial en cualquier ciudad del país da cuenta de que son poquísimos los programas de noticias, de opinión y debate, frente a la extensa programación enteramente musical, a favor del Gobierno o cristiana. Maduro también propuso crear un programa de televisión llamado Corazón Cristiano.

En 2018, en las cuestionadas elecciones en las que Maduro se reeligió y comenzó a tambalear su legitimidad, tuvo de contendor a un pastor evangélico. Javier Bertucci hizo campaña repartiendo sopas en sus mítines y sacó casi un millón de entonces. Se abrió camino en la política con el partido El Cambio. Hoy es diputado a la Asamblea Nacional junto a otros 20 parlamentarios que también son evangélicos, cuatro de estos del partido de Gobierno.

Bertucci, predicador de la Iglesia Maranatha, representa a una oposición moderada que ha pactado con el Gobierno y también aspira a ser nuevamente candidato presidencial. Así es como se acelera el acercamiento con estos grupos por parte de un Maduro, que en su juventud se declaró ateo, luego suscribió creencias orientales como el culto a Sai Baba y después declaró al país cristiano. El chavismo se ha acercado a los evangélicos, pero también hace guiños a los católicos dando impulso a la beatificación del popular médico José Gregorio Hernández, que también atraviesa a las creencias espiritistas.

“Hay una sensación de crecimiento del poder de influencia del movimiento evangélico, pero este no es monolítico”, señala el politólogo Guillermo Aveledo. “También hay un rebranding del chavismo y de Nicolás Maduro en torno a la figura de la familia estable. Se está vendiendo como el candidato del orden y la paz, que sobrevive al covid, al gobierno interino, y el contacto con lo religioso y, sobre todo, lo evangélico está mandado hacer para lograr esto. Es el candidato del estatus quo conservador”.

Para el académico, este acercamiento también encuentra sentido en medio de “la ruta conservadora y autoritaria” que ya vienen transitando otros países de la región, sobre todo en Centroamérica y en el Brasil de Jair Bolsonaro. La penetración que tienen estos grupos religiosos sobre todo en sectores populares de Venezuela, en un entorno de fragmentación social y despolitización, puede ser una ruta de movilización para el chavismo, apunta Aveledo. “Si la marca PSUV se agota, están estas iglesias pentecostales”, dice.

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