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No hay equipo que la quiera más

La revolución de la 'generación Z'

Lo del Sevilla con la Europa League no es un romance, es mucho más que eso. Ni siquiera se antoja justo hablar de dicha relación como un matrimonio, porque en realidad es mucho más que eso. Es amor de verdad. Sin condiciones y perenne. Lo del Sevilla con la segunda competición continental más importante sí que cumple con aquello de “en la riqueza y en la pobreza”. Como muestra de ello, lo de este curso, porque hace unos meses parecía una utopía pensar en que el Sevilla llegase a la final de Budapest del próximo 31 de mayo. Y allí estará.

Estará el Sevilla y lo hará con Mendilibar al frente. Curioso también lo del técnico vasco, eh. Si al de Zaldíbar le dicen a principios de año que sin ni siquiera llegar al ecuador de este 2023 iba a dirigir una final europea, a sus 62 años, probablemente se hubiese echado a reír. Pero el fútbol es lo suficientemente maravilloso como para propiciar historias como esta, que a uno le ponen la piel de gallina y le reconcilian por completo con un deporte que, en ocasiones, genera episodios que invitan a alejarse del mismo (aunque de forma inútil, todo hay que decirlo).

El rival en la final será la Roma, con Mourinho, un ganador nato. No ha perdido nunca una final europea el portugués después de haber dirigido ya cinco a lo largo de su carrera. Pero esta vez se enfrenta al Sevilla. No hay equipo que quiera más a la Europa League y, además, como dicen, nunca se rinde.




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