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“Nos separa de Bildu un abismo ético”

José Luis Vela camina hacia sus escoltas al salir del Ayutamiento de Andoain en 2011.

Hay dos imágenes muy nítidas que José Luis Vela tiene grabadas en la memoria. La primera es de cuando era un niño pequeño. Está junto a su madre, en la puerta de la cárcel de Martutene, en San Sebastián. Han ido a llevarle la comida al padre, un sindicalista represaliado durante el franquismo. La segunda imagen es de 2002. Está en un despacho de Vitoria, sentado frente a Javier Balza, consejero de Interior del Gobierno vasco. Unos días antes, Vela, concejal socialista en la localidad guipuzcoana de Andoain, ha encontrado en su buzón un sobre con una carta y una llave dentro. La carta es de ETA. Le recomienda que se “marche de Euskal Herria” si quiere evitar que le “vuelen la cabeza”. La llave es de su portal. Los terroristas, que unos días antes han quemado el coche de su mujer, le advierten de que han repartido otras 47 copias “entre personas dispuestas a darlo todo” por eliminarlo. Balza mira a Vela y le dice: “Tienes que dejar tu casa rápidamente y marcharte de Andoain. Te van a matar”.

Dos años antes habían asesinado allí al periodista José Luis López de Lacalle y al año siguiente mataron a Joseba Pagazaurtundua. José Luis Vela se les escapó. “El precio”, cuenta ahora, “fue vivir 13 años con escolta y tres fuera de Andoain. Hay mucha gente que hemos estado en el corredor de la muerte durante muchos años. Salíamos por la mañana de casa sin saber si conseguiríamos volver. Yo entiendo que para quien no ha vivido los tormentos que hemos sufrido aquí es difícil entenderlo, pero parece que hay alguna gente en el PSOE que ha olvidado que ha existido ETA. Sinceramente, hay días que pienso que para ellos somos un inconveniente, que prefieren que no aparezcamos, tal vez porque representamos unos tiempos que ya no interesa recordar”.

José Luis Vela, como Esther Cabezudo, ex concejal socialista de Portugalete (Bizkaia), son dignos herederos de una vieja estirpe de luchadores por la democracia. Contra Franco o contra ETA, nunca agacharon la cabeza. A Esther Cabezudo estuvieron a punto de matarla el 28 de febrero de 2002, solo nueve días después del atentado contra Eduardo Madina, dirigente entonces de las Juventudes Socialistas. Unos terroristas de ETA colocaron más de 20 kilos de explosivos en un carrito de la compra y lo hicieron estallar al paso de la concejal y de su escolta, pero salvaron la vida de milagro.

—No les he perdonado lo que me hicieron, ni se lo voy a perdonar nunca.

José Luis Vela y Esther Cabezudo miran con desconfianza la estrategia de EH Bildu de apoyar algunas medidas del Gobierno de Pedro Sánchez. “Yo no voy a criticar lo que está haciendo el partido para sacar los presupuestos adelante”, advierte la exconcejal, “pero si te digo lo que pienso sobre esta gente: yo con estos no voy ni por duros a la playa. Dicen que han cambiado, pero yo creo que solo se han pintado la cara de otro color. No han condenado nada y siguen recibiendo a los presos que salen de la cárcel con el txistu y el tamboril”. Vela tampoco se fía: “Me sorprende la jugada de Bildu. No sé qué andarán buscando, pero hay que decirles que para entrar en el juego político primero tendrían que pedir perdón de verdad y reconocer el daño causado. Aquí tan culpable era el que apretaba el gatillo como el que decía a quién había que dispararle…”.

José Luis Vela sí está de acuerdo con el acercamiento al País Vasco de los presos de ETA: “Toda esa polémica se ha sacado de contexto, porque también lo hizo el PP. Me preocuparía que los dejaran en libertad, pero no que los acerquen. Una cárcel de Cádiz es igual que una de Burgos. La dispersión ya no tiene sentido, y de paso evitamos el discurso victimista”.

Además de socialistas y de alcaldes con muchos trienios, José Antonio Santano y Mikel Torres tienen otra cosa en común. Son capaces de explicar de forma clara y sosegada —desde luego mucho más clara y mucho más sosegada que sus colegas en el Congreso— cuál debe ser la relación del PSOE con EH Bildu. Lo hacen con la autoridad moral de quienes también estuvieron en la diana de los terroristas.

—Yo he vivido 11 años con escolta y además con niños pequeños —explica Santano, el alcalde de Irún —, pero aquí pasas de estar con escolta y defendiendo los valores democráticos a ser un traidor en cuestión de poco tiempo. Y eso no puede ser, no tiene sentido. Una cosa que siempre me sorprende es lo poco que apreciamos que la desaparición de ETA se haya producido sin ningún tipo de precio político. Yo creo que al PP le falta visión patriótica. Porque la patria no es llevarla en la muñeca. Si tú quieres a tu país tendrías que admitir que la democracia ha ganado, que ETA ha desaparecido y que los de Bildu han venido donde estamos los demás. No hemos ido nosotros, no hemos cedido, han sido ellos los que están aceptando que haya Rey, que haya ejército, y han empezado a hablar de las cosas que afectan a la gente. Y esto, al margen de las reticencias lógicas que tenga cada uno, es una victoria clara de la democracia.

Mikel Torres, que además de alcalde de Portugalete es el secretario general de los socialistas de Bizkaia, coincide con su colega de Irún y con los otros entrevistados en que EH Bildu todavía tiene que recorrer un largo camino.

—Han pasado 10 años desde el final de ETA y la izquierda abertzale no ha dado todavía los pasos necesarios. Y lo que no podemos hacer nosotros es hacer ese recorrido por ellos. Lo tienen que hacer ellos. El mero hecho de hacer un acuerdo con ellos no quiere decir que los vayamos a blanquear, todo lo contrario: tenemos que exigirles que reconozcan el daño causado a las víctimas, que rompan claramente con ETA y no sigan colocando en sus listas a personas condenadas por terrorismo, que condenen los ongi etorri [las fiestas de recibimiento a los presos] y que dejen de recibir como héroes a personas con delitos de sangre. Todo eso, ese abismo ético que nos separa de ellos, es lo que no tenemos que confundir con un acuerdo presupuestario, y eso es lo que les tenemos que exigir.

Mikel Torres añade todavía una cuestión fundamental para evitar malentendidos: “Y la gente tiene que saber qué se pacta, con luz y taquígrafos. Que todo el mundo tenga claro que los socialistas no vamos a blanquear a Bildu sino todo lo contrario: vamos a pedirles que hagan el recorrido que todavía no han hecho. Hay que insistir en eso. Lo tienen que hacer y que sea creíble. Si no, seguirá habiendo siempre un abismo ético entre nosotros”.Desde hace años, Santano y Torres, como todos los alcaldes vascos, incluidos los del PNV y los del PP, vienen llegando a acuerdos puntuales con los concejales de EH Bildu. “No hay que olvidar”, explica José Antonio Santano, “que son un grupo político, que es la segunda fuerza en Euskadi y que están sentados en ayuntamientos y parlamentos. Y si su voto sirve para tumbar unos presupuestos, ¿por qué no va a servir para apoyar tal o cual medida sobre vivienda social o infraestructuras?”. El alcalde de Irún sí tiene claro dónde poner el límite: “Evidentemente, hoy nadie puede plantear un gobierno de coalición con ellos, ni en ámbitos locales ni en ámbitos regionales. El límite está ahí. Solo acuerdos puntuales sobre cuestiones concretas”.

Durante muchos años, las Casas del Pueblo fueron el único faro encendido en el País Vasco contra el fanatismo de ETA. Y los funerales por los concejales asesinados se convirtieron en el lugar de encuentro de hombres y mujeres valientes. Ahora que no hay que pagar con la vida, los socialistas vascos observan con cierta sorpresa el ruido que sube desde Madrid. Y advierten desde la experiencia:

— Hay que dar menos importancia a sus votos. Ya sean a favor o en contra. La bronca en el Congreso alimenta a Bildu.


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