“Suspendemos la actividad”. Esta ha sido la última noticia que ofrecerá Nóvaya Gazeta hasta que concluya el ataque sobre Ucrania. El diario ruso —cuyo director, Dmitri Murátov, fue galardonado con el premio Nobel de la paz en 2021— ha decidido paralizar su publicación tras recibir una nueva advertencia por parte de las autoridades. Hasta ahora había caminado sobre el alambre mientras el organismo supervisor de las telecomunicaciones ordenaba el bloqueo de otros medios. Ahora, su cobertura del mayor conflicto que ha vivido Rusia este siglo llega a su fin, apenas un mes y cuatro días después de haber comenzado la invasión de Ucrania.
“Hemos recibido otra advertencia más de Roskomnadzor [el supervisor ruso de las telecomunicaciones]. Después de esto suspendemos la publicación del periódico en el sitio web, en las redes sociales y en papel hasta el final de la ‘operación especial en el territorio de Ucrania’. Atentamente, la redacción de Nóvaya Gazeta”, recogía el breve comunicado que encabeza ahora, y sin saber hasta cuándo, el portal del diario.
La redacción de Nóvaya Gazeta desconoce el motivo de estos avisos. “No sabemos por qué, ni siquiera hemos recibido una copia de la primera advertencia”, decía la responsable de comunicación del diario, Nadezhda Prusenkova, a la agencia de noticias Interfax. “Tampoco sabemos qué dice la advertencia. Han publicado el mensaje de que ha habido una advertencia al periódico, pero no nos han enviado nada”, agregó. El director Murátov anunció la semana pasada que sacaría a subasta la medalla del premio Nobel que le fue entregada en Oslo el pasado diciembre y que donaría el dinero para ayudar a los refugiados ucranios.
El organismo regulador ordenó este domingo que varios medios rusos no difundiesen una entrevista que les había concedido el presidente ucranio, Volodimir Zelenski. Dos ya estaban bloqueados dentro de Rusia, Meduza y Dozhd, y junto a ellos participaba el periódico Kommersant, controlado por un poderoso empresario de la metalurgia, Alisher Usmánov, cercano al Kremlin. El director de Dozhd, Mijaíl Zygar, hizo una pregunta en nombre del responsable de Nóvaya Gazeta.
El periódico que dirige Murátov es el último de una larga lista de medios que sucumben a la censura en Rusia. A principios de marzo, al mismo tiempo que el Parlamento legislaba contrarreloj una ley que condena con hasta 15 años de cárcel la “desinformación” sobre el conflicto, las versiones en ruso de varios canales internacionales —entre ellos BBC, Deutsche Welle, Voice of America y Euronews— fueron bloqueadas dentro del país por su cobertura de la ofensiva. Lo mismo sucedió con la televisión independiente rusa Dozhd, el diario Meduza y la decana radio Eco de Moscú.
La legendaria emisora, cuyo portal web publicaba columnas de opinión de opositores y oficialistas, decidió su liquidación tras haber sido bloqueado por las autoridades al negarse a borrar el contenido que desafiaba la versión del Kremlin sobre la “desnazificación de Ucrania”. Su director, Alexéi Venedíktov, se encontró hace unos días en la puerta de su domicilio una cabeza de cerdo y un cartel con la bandera de Ucrania donde estaba escrito “puerco judío”.
Nóvaya Gazeta había logrado sortear la censura hasta ahora gracias a que había acatado las exigencias de las autoridades. Entre ellas, borrar todo contenido donde estuviera escrita la palabra “guerra”, incluido el primer editorial que publicó su director en contra de la ofensiva.
Murátov, que el pasado año compartió el Nobel con la periodista filipina María Ressa por su defensa de la libertad de prensa, había recurrido a argucias para cumplir con las normas de las autoridades. Por ejemplo, borró casi todo el cartel contra la guerra que mostró en pleno directo y en horario de máxima audiencia del principal informativo ruso la periodista Marina Ovsianikova. “No creáis la propaganda”, fue la única línea del rótulo que sostuvo la editora del programa que no emborronó Nóvaya Gazeta.
Una de sus últimas portadas de papel aludía a la censura mostrando una explosión gigantesca de fondo y las siluetas de cuatro bailarinas recortadas sobre ella. El diario rescataba uno de los momentos más críticos en la historia reciente del país: la retransmisión ininterrumpida del ballet El cascanueces en el principal canal televisivo durante el golpe de Estado fallido de 1991 con la que se trataba de ocultar lo que estaba sucediendo. Tres décadas después, el canal Dozhd puso punto final a su emisión en abierto con esa misma obra.
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