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Nsue y el don del oportunismo


Hay virtudes que van más allá del puro trabajo, de las horas de entrenamiento; que se tienen o no se tienen. El oportunismo es una de ellas. Esa capacidad para aparecer en el momento más indicado, para que tus aportaciones se transformen en puntos. Un don que durante varias fases de la temporada del ascenso acompañó a Emilio
Nsue.



Fichado en verano procedente del Castellón, el delantero de 20 años sumó cinco goles en 33 partidos. Una estadística correcta para un jugador que salió desde el banquillo en 14 ocasiones y que actuaba, normalmente, en banda derecha. Sin embargo, su cosecha fue más allá: tres de esas dianas se tradujeron en tres victorias.

El 1-0 es el tanto soñado por cualquier futbolista. El que abre la lata, el que cambia el partido y, muchas veces, desemboca en triunfo. Nsue terminó la temporada del ascenso con tres 1-0 (o 0-1) en su buchaca. El primero de ellos llegó el 24 de octubre del 2009, en la novena jornada. Tras una primera mitad de sequía, el futbolista nacido en Guinea Ecuatorial sustituyó a Zurutuza en el descanso. Apenas llevaba un minuto en el césped cuando Estrada puso un balón en el corazón del área. El ‘8’ txuri urdin hizo el resto.

Triunfo y liderato

“Con un par de bemoles, se hizo un sitio entre dos defensores y, ya encarnado en Satrústegui, le pegó a la pelota con la cabeza con tal potencia que probablemente hubiese derribado un muro de hormigón. Como para no doblar las manos de Raúl Navas”, relataba la crónica de MD al día siguiente. Meses más tarde, tanto en Balaídos como en Anoeta ante el Hércules, Nsue volvería a hacer gala de sus dotes para el gol decisivo. El de aquel duelo ante el Córdoba sirvió, además, para poner a la Real líder por segunda vez ese curso.

Dos jornadas antes, la Real se estrenó en el trono de Segunda. Fue tras la victoria ante el Salamanca (2-0), con la que los de Martín Lasarte enlazaban una racha de tres triunfos consecutivos.

Tópicos enterrados

Un duelo que encarriló el segundo tanto de Antoine
Griezmann como txuri urdin. El de Macon había necesitado apenas un mes para tirar la puerta abajo y hacer añicos todos los tópicos que acompañan a muchos jóvenes que cuando asoman la cabeza en la élite. Ni prudencia, ni paciencia, ni fuego lento. Su talento arrollador y su desparpajo natural comenzaban a contagiar a un equipo y una afición que lo necesitaban en el terreno de juego.

Con el entonces ‘27’ asentado en el once y Anoeta embelesada, paladeando lo que estaba por venir con su nueva perla, la Real resolvió el choque en tres minutos de ensueño. Xabi
Prieto sacó rápido una falta, Estrada centró y Griezmann, con el olfato de los elegidos, se anticipó para marcar el 1-0 en el 53. Ansotegi, de volea, anotó el segundo. La derrota en el campo del Levante una semana más tarde bajaría a la Real de un liderato al que Nsue, con su cabeza y su oportunismo, devolvería en la novena jornada.

Los triunfos contra el Salamanca y el Córdoba se unían a la victoria frente al Huesca en los albores de una racha que se extendería hasta los ocho triunfos consecutivos en Anoeta.

El Elche, allá por el 24 de enero, rompería la magnífica dinámica txuri urdin en su estadio. Era la última jornada de la primera vuelta (0-1). Antes, Recreativo (1-0), Cartagena (1-0), Real Unión (4-1), Betis (2-0) y Cádiz (4-1), en aquel inolvidable partido con los alrededores del campo nevados, se unieron a Huesca, Salamanca y Córdoba en la lista de víctimas de un equipo intratable en su feudo.

En los citados ocho encuentros, la Real marcó 17 goles; encajó dos. Tras un inicio titubeante como local (tres empates y derrota copera), las ocho victorias seguidas en casa consolidaron a los de Lasarte en la zona alta.



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