Cada aficionado está en su derecho de criticar y más, si cabe, los socios que son los que pagan; pero de un tiempo a esta parte veo a un sector de la hinchada radicalizada. No les vale nada. Con el octavo puesto hay que echar al entrenador y a media plantilla. Sin valorar nada más.
Insisto en que están en su derecho y aunque hacen mucho ruido, espero que no sea un sector importante de la grada de San Mamés porque, en ese caso, el caldo de cultivo de la próxima campaña sería preocupante. Este club no se puede permitir estar eternamente dividido por lo que pediría a cada aficionado que reflexionara.
La crítica constructiva, que también ha podido faltar dentro de la caseta en la segunda parte de la temporada, es bienvenida. Los fundamentalistas no aportan nada salvo crispación. Allá cada cual. Dicho esto, al equipo hay que volver a exigirle la próxima temporada. Si este curso ha conseguido pelear por Europa hasta el final, en una campaña sin sobresaltos lo normal sería estar incluso más cerca. A poder ser logrando el objetivo porque el Athletic debe y merece estar jugando competición continental.
Garitano
podrá empezar un proyecto de cero. No deberá pensar única y exclusivamente en sacar al equipo del pozo, algo que hizo a las mil maravillas. Puede preparar una temporada y una plantilla, con sus consabidas limitaciones, a su gusto. Libre de cargas.
El deriotarra comentaba en la recta final de Liga que la gente y los medios le apretábamos y que eso era algo bueno. Me alegro de que se lo tome así porque creo que todos vamos a subir el nivel de exigencia. La manida y correcta matización de “venimos de donde venimos” perderá su vigencia. El fútbol no tiene memoria. Cada temporada se parte de cero así que a cargar pilas y a brindar una gran año a los aficionados.
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