La NBA está llena de intrahistorias, más de las que nos podamos imaginar y llegar a conocer. La sociedad estadounidense es muy dada a misticismos y tradiciones, por lo que no es nada extraño que la mejor liga de baloncesto del mundo esté llena de reglas y normas no escritas que se siguen al pie de la letra.
La principal diferencia entre un jugador estadounidense y uno de europeo, por ejemplo, es la cantidad de cábalas y supersticiones que hay en su forma de entender el baloncesto. Dos ejemplos muy claros. Es casi imposible que tras sonar el silbato y que un atacante lance a canasta, aun con el partido parado y sin obviamente contar en el marcador, no aparezca alguno de los defensores a taponar el tiro. Eso en Europa no pasa. Y de pasar, el taponador será con toda seguridad un estadounidense. Segundo ejemplo. Los jugadores de la NBA tienen metidísimo en la cabeza que siempre que caigan al suelo, deben esperar a que sus compañeros los ayuden a levantarse. ¿Pasa esto en Europa? Sí, pero es que en la NBA lo llevan al siguiente nivel: no puedes ayudar un rival a levantarse, llegando incluso a vivirse escenas de jugadores impidiendo que sus propios compañeros de equipo ayuden al rival, algo mucho menos extendido en el viejo continente y que de pasar, muy probablemente tendrá como protagonista un jugador con pasado en la NBA.
Precisamente, una de las reglas no escritas más extendidas alrededor de la idea de no darle nada a tu rival tiene que ver con las zapatillas de los jugadores.
No usarás las zapatillas de tu rival
Si existieran los diez mandamientos del metamundo NBA, el mundo dentro del mundo del mejor baloncesto mundial, uno de ellos rezaría así. La norma es clara: puedes usar las zapatillas que quieras siempre y cuando no sean de tu rival esa noche.
En la NBA hay muchos jugadores con sus líneas de zapatillas. Los que antes era un honor al alcance de poquísimos se ha extendido a niveles nunca vistos, algo lógico teniendo en cuenta que el número de marcas que se han adentrado en el mundo del baloncesto ha aumentado.
A simple vista, parece lógico que en una sociedad tan preocupada por estas cosas (dar falsa apriencia de seguridad y con un desmesurado amor propio) como la norteamericana no se quiera dar uno de los mayores halagos en el mundo del baloncesto. Es como si el hecho de si tu estás usando las zapatillas de tu rival, estás reconociendo que él es mejor que tu. Al fin y al cabo, él tiene una línea de zapatillas y tú no.
Pero pensándolo bien, roza lo rídiculo. ¿No importan todos los otros partidos en los que Kobe Bryant, LeBron James o Kyrie Irving no son tu rival? ¿Hay algún problema en reconocer que alguien es mejor que tú? ¿Un rookie debe cambiar sus Curry 10 cuando juegue contra los Warriors a pesar de ser sus favoritas?
Llega un punto en que todo este tema roza lo paranoico, pero los más veteranos se lo toman muy en serio. Ya en el ocaso de su carrera y durante la temporada 2015-16, Kevin Garnett era el líder del vestuario de los Timberwolves. Su aportación en la pista era mínima pero no de puertas para dentro, donde mandaba él sin ninguna discusión.
“Si yo voy con mis zapatillas y veo que mi rival lleva mis zapatillas, ya voy un paso por delante. La parte mental de que tú estés usando las zapatillas de alguien es que apoyas a esa persona”, dijo Garnett. “No solo eso, eres un fanático. Probablemente querrás que te las firme después”.
En la misma línea iba Kobe Bryant, ya que aseguró que “si alguien usaba mis zapatillas y las llevaba contra mí, lo sabría”. Como todas las normas no escritas, hay quien las sigue y quien no, pero está claro que los de la vieja escuela, sean del año que sean, nunca le darán el placer a otro jugador de verlos jugar con sus zapatillas. Cosas de los Estados Unidos.