Hace ahora casi dos años aprovechaba este mismo rincón de la Contra para explicar lo vivido en Lima con motivo de la clasificación 36 años después de Perú para un Mundial. Aquel ‘repechaje’ con destino a Rusia ante Nueva Zelanda se vivió en aquel país con idéntica ilusión a aquella vuelta de la semifinal de Copa del Athletic de
Caparrós
ante el Sevilla en Bilbao y por extensión en Bizkaia entera. Los leones volvían a una gran final tras 24 años sin hacerlo. Lo que aquí se entendió como pasión rojiblanca o zurigorri, allí se tradujo en bicolor, blanquirroja o incluso, por qué no, rojiblanca también.
En aquellos días por tierras peruanas tuve la oportunidad de conocer en persona a un hombre que esta misma semana nos ha dejado. Me habían hablado mucho y bien de él. Juntos compartimos una camiseta de
Guerrero
, no de
Julen
sino de
Paolo
, y vimos repetidos una y mil veces los goles de
Farfán
y
Ramos
a los ‘kiwis’. En diferido, por cierto, porque a él le habían dicho que el partido se jugaba un día después al que se celebró y se fue a dormir sin verlo en directo. Genio y figura.
El doctor
Jorge Chávez
, mejor tenista que futbolista en sus buenos tiempos, fue una buena persona. Uno de esos impagables médicos vocacionales que nunca dejaba sin atender a paciente alguno. Goian bego,
Chávez
jauna!
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