Todavía con un punto sobre la zona de descenso y tras jugar el mejor de sus últimos partidos pese a no poder ganar a un Elche que se está mostrando muy sólido en este inicio de campaña (1-1), el Celta decidió prescindir de Òscar Garcia Junyent con un cese que hace semanas que esta cantado. Su presidente y uno de sus grandes valedores, Carlos Mouriño, ya no pudo resistir el acoso al que estaba siendo sometido desde otros sectores de la entidad. Amparado por los resultados generales (una victoria, cuatro empates y cuatro derrotas), aunque el último fuera una igualada a domicilio y con buenas sensaciones, comunicó al entrenador un despido que no sorprendió ni al propio afectado. De poco sirvió saber que la campaña pasada el técnico había logrado sacar al equipo de una situación dramática, mucho peor que la de ahora.
Tan cantado estaba su cese que hace ya casi un mes que se ponían nombres y apellidos a los posibles sustitutos. El principal candidato era Marcelino García Toral y sólo su negativa esta pasada semana y la cada vez menos potente resistencia de Mouriño evitó que Òscar fuera destituido tras las derrota en casa frente a la Real Sociedad (1-4). Será Eduardo Coudet, argentino y exjugador celeste, el elegido.
Curiosamente, el mayor de los Garcia Junyent se marcha junto a todo su equipo, incluido su hermano Roger, apenas cuatro meses después de haber renovado por dos temporadas. Entre medio, muchas cosas han pasado al margen de los resultados. Òscar pidió unos fichajes que nunca llegaron y ha tenido que tirar de la cantera para completar una plantilla desequilibrada. El ‘caso Vadillo’ sacó a la luz pública que las relaciones entre banquillo y dirección deportiva no eran idílicas. Felipe Miñambres aseguró que el técnico conocía y estaba de acuerdo con la llegada de un delantero que sin llegar a jugar con los celestes se marchó cedido al Espanyol. Sin embargo, Òscar afirmó también públicamente que se lo habían ofrecido cuando entrenaba al Salzburgo y no lo había querido. El distanciamiento con Miñambres y, sobre todo, con el director general, Antonio Chaves, era cada vez más evidente.
También fue sonado cuando decidió retirarle la capitanía a Hugo Mallo, aunque quedó claro que había sido un tema consensuado con el club. Al margen de algún episodio como el de Mallo, su relación con la plantilla fue en general excelente. Jugadores del peso de Iago Aspas y Santi Mina salieron hace nada a defenderle entonando el ‘mea culpa’ y la ovación que recibió cuando se despidió comunicando a sus jugadores su destitución fue estruendosa.
Con la afición sufrió el típico desgaste que imponen los resultados, pero en general ha recibido muestras de cariño tanto por trabajo como por la implicación emocional que ha demostrado con el equipo y la ciudad. Baste leer la despedida de los hermanos en twitter, en gallego, y algunas de las menciones, para darse cuenta. En Vigo han dejado la puerta abierta.
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