Kiev ha sido en los últimos años una ciudad a la que va el Real Madrid a aplacar una inquietud profunda y de la que regresa en llamas, incluso cuando termina la noche remojado en champán. La penúltima vez, en 2018, se presentó en el Olímpico dispuesto a dilucidar si aún le quedaba cuerda a un grupo ya de leyenda que había ganado tres de las últimas cuatro Champions. Ganó la cuarta, la tercera seguida, pero el regreso a España más que una celebración fue un terremoto por los anuncios que habían hecho Cristiano Ronaldo y Gareth Bale aún sobre la hierba de que querían irse.
La última vez, el 1 de diciembre del año pasado, después de un camino accidentado por la fase de grupos de la Champions, el Madrid llegó a Kiev con el propósito de encarrilar contra el Shakhtar el pase a octavos, y se subió al avión de vuelta derrotado (1-0) y con los teléfonos de la cúpula echando chispas. El partido se había jugado en el primer turno, a las 18.55, y varios medios publicaron que la alta dirigencia se encontraba a un empujoncito de despedir a Zinedine Zidane. Dos horas más tarde, en el segundo turno, el de las 21.00, el Inter remontó y ganó en Mönchengladbach, con lo que al Madrid le bastaba con derrotar a los alemanes en el Di Stéfano para pasar a octavos. El fuego quemaba menos y los medios que lo habían adelantado rebajaron la inminencia del despido del técnico.
Ayer aterrizaron en Ucrania para el partido de esta noche contra el Shakhtar (21.00, Movistar Liga de Campeones) también con una resaca de dudas. Esta vez por los decepcionantes tres últimos encuentros, el primer gran bache del curso: un empate (0-0 con el Villarreal) y dos derrotas (1-2 contra el Sheriff y 2-1 contra el Espanyol). “En los últimos tres partidos no hemos estado a nuestro nivel”, resumió ayer Luka Modric. “No tenemos mucho más margen para equivocarnos”, dijo al recordar que ya habían perdido un duelo en esta Champions.
Carlo Ancelotti coincidió en el juicio: “El final antes del parón no lo hemos hecho bien. Los dos próximos partidos son muy muy importantes: el de mañana [por hoy] y el del Barcelona de la Liga [el domingo en el Camp Nou]”, dijo. De nuevo Kiev como punto de control de dificultades recientes, como hace un año. Ahora algunos de los problemas pendientes son similares. El equipo ha mejorado el ataque —arrolló en el inicio del curso con Benzema y Vinicius disparados—, pero se fue al parón de selecciones sin haber podido ajustar los problemas defensivos, que Ancelotti atribuye al desorden. “Ha faltado un poco de orden, pero en el parón hemos trabajado en los errores que hemos hecho, aunque no estaba toda la plantilla”, explicó.
Recuperación tortuosa
En cualquier caso, el Madrid ha sido uno de los equipos de la Liga que ha dispuesto de más tiempo, después de que se aplazara su partido del fin de semana contra el Athletic. Y la pausa les ha dado margen para recuperar una pieza decisiva para el equilibrio del puzle defensivo. Ferland Mendy voló ayer con el equipo, cinco meses y medio después del último partido que jugó, en mayo contra el Chelsea en Stamford Bridge, la derrota que los dejó sin final de Champions (2-0).
La recuperación de la periostitis tibial de la pierna izquierda ha sido larga y con algún contratiempo de última hora. Mendy llegó a entrar en la convocatoria para el Real Madrid-Celta del 12 de septiembre, la vuelta al Bernabéu, pero terminó quedándose fuera por molestias en un muslo. Esta vez, según Ancelotti, parece que ya sí: “Mendy ha recuperado bien, está disponible”, dijo, aunque sin desvelar si tanto como para ser titular. “Es importante para nosotros porque hemos tenido un problema en la banda izquierda, donde nos quedamos solo con Miguel Gutiérrez”, dijo.
La ausencia del primer lateral izquierdo provocaba un problema en cadena que terminaba por desestabilizar el entramado defensivo. Miguel aportaba mucho en ataque, pero aún no ha cuajado en defensa; y Nacho no sumaba lo suficiente arriba, por lo que el técnico italiano probó a sacar a Alaba de su puesto de central y jefe de la defensa para colocarlo en la banda.
La recuperación del francés permite a Ancelotti disponer por fin de piezas suficientes para comenzar a enderezar ese desorden al que achaca la debilidad defensiva, una grieta similar a la explotó el Shakhtar el año pasado, en otra noche de prueba en Kiev que terminó en incendio.
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