Neymar cumple hoy 31 años sin sentirse protagonista sobre la cancha, con fatiga muscular a poco más de una semana para el regreso de la Champions. El internacional brasileño ha alcanzado esa edad en la que a un futbolista se le considera más veterano que principiante, con la duda de si ha exprimido todo su talento o si las distracciones que ha tenido a su alrededor han jugado en contra de su propia carrera.
Las lesiones, la falta de continuidad y los carnavales forman parte de la histriónica vida de Neymar como también la magia de un jugador que quizá pudo ser más de lo que es. Afortunadamente prevalece su legado con el balón, ese que tanto le gusta acariciar y que tanto desquicia a sus rivales. Para lo bueno y para lo malo, el brasileño es un intérprete irremplazable para el PSG, que espera tenerle a punto para el choque contra el Bayern.
Llega el momento de la verdad y a Neymar se le tiene que exigir como al que más después de seis años en Francia. La Champions obsesiona al club y también le interpela a él, aunque probablemente de distinta forma. Ayuda que la ganase en 2015 en el Barcelona, ciudad de la que ha reconocido más de una vez que se arrepiente de haber marchado. El dinero y las malas influencias equivocaron el rumbo profesional del futbolista.
Sin posibilidad de dar marcha atrás, le queda juntarse con Messi y Mbappé para intentar poner fin de una vez por todas a la mala racha del PSG en Europa. Se acerca el Bayern en el peor momento de la temporada para el cuadro francés, y Neymar no puede fallar. A sus 31 años, la responsabilidad le obliga a estar a la altura de esta eliminatoria. Mucho tiempo después de su llegada a París, el brasileño no ha despegado del todo.