Es una pérdida de tiempo brutal. Las selecciones nacionales interesan de cero a nada, por lo menos a mí, y estas interrupciones no hacen sino cambiar dinámicas y mandar a los equipos a semanas raras de trabajo. En el Athletic, por suerte, solo un jugador está convocado y eso limita ostensiblemente el riesgo de lesiones.
En lo referente a nuestro Athletic, su llegada a estos parones está siendo de lo más diversa. El primero, tras tres partidos, se saldó con un buen balance de puntos y sensaciones. Los rivales sucumbieron en Bilbao y con un empate fuera los de
Garitano
se colocaron en lo alto de la tabla.
En el segundo las cosas se torcieron un poco y acabaron con la derrota en Balaídos. Mala imagen, mala tendencia y las expectativas diluidas cual azucarillo en el café. Una pena porque daba la sensación de que se estaban desaprovechando grandes oportunidades.
El arranque tras esta segunda parada no era fácil y el empate ante el Valladolid encendió las alarmas. El partido del Metropolitano vino a complicar el panorama. Aparecieron las primeras críticas voraces y, por supuesto, el colectivo de damnificados por las elecciones del 27 de diciembre comenzó a agitar el avispero, cómo no. Pero estaba por llegar la reacción y el equipo la tuvo. Espanyol, Villarreal y Levante han supuesto un nuevo rumbo en el discurrir rojiblanco y ahora la cosa pinta mucho mejor.
El equipo ha ganado en orden y seriedad. Vuelve a ser fiable y tiene más descaro en ataque. La asignatura pendiente está fuera de casa.
Gaizka
tiene sus elegidos y hace pocos cambios, pero aun así hay jugadores que pueden entrar en la rotación perfectamente. Como nos dijo
Orbaiz
en ‘Onda Vasca’, en esta plantilla hay muchos y buenos jugadores para suplir al “titular” del momento.
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