Martin Odegaard
sólo ha jugado 17 partidos en Primera División pero en el feroz entorno mediático del Real Madrid ya han detectado que está sobradamente preparado para dirigir las operaciones del transatlántico merengue. Sería interesante conocer cuántos partidos completos de la Real han visto muchos de los que atribuyen al talentoso centrocampista noruego la fiabilidad de, nada más y nada menos, ponerse a los mandos del Madrid. Muchos, seguramente, opinarán viendo los resumenes cuando, siendo cierto que
Odegaard
ha deslumbrado en la primera mitad del torneo, también ha tenido sus días menos vistosos.
Algunos de ellos serán los mismos que hicieron pedazos sin piedad a
Illarramendi
cuando, en 2013, era uno de los mejores centrocampistas del campeonato y el Madrid se encaprichó de él. El mutrikuarra no fue capaz de exhibir sus máximas prestaciones en el Madrid, como sí lo hacía en la Real. Porque no es lo mismo brillar, como lo está haciendo
Odegaard
en la Real, en un entorno que facilita que las aptitudes del noruego carburen a máxima intensidad, que tener que hacerlo bajo los deslumbrantes focos que siempre apuntan al Madrid.
Odegaard se ha expresado de forma diáfana respecto a su futuro. Quería una cesión para dos años para, precisamente, poder expresarse futbolísticamente desde la tranquilidad, sin el estrés que añade la necesidad de demostrar de inmediato, que es justo lo que le ocurriría en el Bernabéu. El noruego se ha comprometido a jugar dos años en la Real y él tendrá la última palabra. Si el equipo txuri urdin se mete en Europa, además, el joven jugador de Drammen sabe que pocos lugares habrá mejores que Anoeta para completar su formación y, en 2021, dar el salto al Madrid cuando, no lo olvidemos, aún tendrá 22 años.
La Real despide el martes un 2019 que ha sido bueno. El año natural comprende todo el período en el que
Imanol
ha estado al frente del equipo y sus números, con 17 triunfos y 11 empates en 39 partidos, son magníficos. El oriotarra es el gran triunfador del año ya que ha logrado que la gente esté satisfecha con lo que ve en el campo, ha logrado que la Real represente bien a sus seguidores y ésa es una de las misiones más complicadas que afronta un entrenador.
Del mismo modo, llega un 2020 incierto ya que pese a que puede terminar la primera vuelta con 34 puntos si gana al Villarreal la víspera de Reyes, sólo un punto menos que en 2017, la última vez que se fue a Europa, la terrible competencia clasificatoria hace que nada se pueda dar por sentado. Habrá que sumar otros tantos puntos en la segunda vuelta.
2020, además, no sólo será el año en el que se decida el futuro de
Odegaard
. Se irá
Zurutuza
y habrá que decantarse por renovar a
Moyá
o no.
Januzaj
tendrá su última oportunidad para ganarse un puesto y Pardo nos dirá adiós tras más de media vida en la Real.
Merquelanz
y Guridi
tendrán que confirmar su fuerte oposición a volver y habrá que decidir sobre
Rulli
. Una nueva década que, como siempre en el fútbol, arranca con emociones fuertes
Asier
Illarramendi no juega desde el 30 de agosto en San Mamés. El capitán de la Real, que en marzo cumple 30 años, despedirá el martes un 2019 que ha sido pésimo para él. Dos graves lesiones han provocado que sólo haya jugado 12 partidos, una falta de continuidad inédita en su carrera. Después de cuatro meses en el dique seco, Illarra aprieta para poder estar disponible en la segunda vuelta pero le va a costar entrar. El equipo ha funcionado como un reloj sin él y, pese a que hablamos de un jugadorazo, no lo va a tener fácil
El inicio del año traerá consigo la segunda ronda copera frente a un rival de inferior categoría y la Real volverá a jugar contra un equipo de Tercera, lo que le obliga a clasificarse. El Ceuta, eso sí, es un perfil diferente al Becerril, menos modesto. Aspira a jugar el playoff de ascenso a Segunda B y sólo ha perdido tres partidos en Liga, dos de ellos, eso sí, en su estadio. Lo más engorroso para la Real será el viaje ya que tendrán que cruzar el estrecho para jugar en el Alfonso Murube, con capacidad para 6.500 espectadores
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