La base internacional Laia Palau no esconde que su gran objetivo en esta recta final de su carrera es disputar en Tokio sus cuartos Juegos Olímpicos, una cita a la que la no desea renunciar, por lo que ha decidido aplazar su retirada y prolongar un año más su contrato con el Spar Citylift Girona. “Ir a los Juegos Olímpicos es como irse de viaje medio año. O como ir a la Luna. Y yo quiero ir a la Luna por cuarta vez”, admite Palau en una entrevista concedida a EFE.
Si finalmente acude a Tokio, la capitana de la selección española se convertirá en la jugadora de baloncesto más veterana de la historia en participar en unos Juegos Olímpicos, con casi 42 años. Una motivación más para continuar. Palau admite, no obstante, que durante el confinamiento pensó en dejarlo definitivamente, después de que los Juegos se aplazarán un año por la pandemia del COVID-19.
“Estas semanas se me había pasado por la cabeza la retirada, porque serán muchos meses sin competir, y porque, a nivel físico, la cuerda sobre la que camino como funambulista cada día es más delgada. Y porque, a veces, piensas que quizá es el momento de empezar a hacer otras cosas. Pero quiero seguir jugando. Y, si estoy bien, no quiero perderme la oportunidad de ir a unos Juegos. Iba a dejar la selección en verano, pero ¿cómo voy a perderme unas Olimpíadas?”, reflexiona.
Y es que para la base catalana unos Juegos “son una experiencia vital que te enriquece mucho” y que te da “muchísimas cosas”, más allá del plano deportivo. “Vivirlos desde dentro te hace sentir una privilegiada. Y no solo como deportista. También como persona. Es un evento total. Todo se detiene para que se disputen los Juegos”, afirma.
Laia Palau es la jugadora que ha defendido en más ocasiones, casi 300, la camiseta de España, con la que ha ganado 12 medallas (una plata olímpica, una plata y dos bronces mundiales y tres oros, una plata y cuatro bronces europeos) de las 14 que ha logrado la selección femenina en toda su historia. En 2021, tendrá la oportunidad de ampliar su palmarés internacional, porque también se disputará el Eurobasket, aunque ella tiene claro cuál es la cita que le motiva más.
“Ir a los cuartos Juegos sería poner una guinda más al pastel. Es una zanahoria más que tengo ahí delante. Pero si al final, por lo que fuera, no pudiera ir, no pasaría nada. Mientras esté en la carretera quiero detenerme en todas las estaciones pero, si no puedo estar en Tokio, al menos tendré siempre la suerte de haber vivido tres Juegos, que es algo muy difícil”, remarca.
La jugador del Spar Citylift Girona reconoce que esa ha sido “la temporada más surrealista” que he vivido nunca, pero que ya está trabajando con la mirada puesta en el que será su vigésimo tercer curso como profesional. “Mantenerse ahí es complicado. Y lo más complicado es la cabeza. Porque, cuando te han pasado muchas cosas y has estado en muchos sitios, la gente a veces pierde la ilusión y la pasión por este deporte. Pero este no es mi caso”, asegura.
“Hay días en los que no te salen nada bien las cosas, en los que te calzas las botas y no te encuentras, y es horrible, y te entristece el alma porque el baloncesto es tu vida, pero ahora estoy como en paz con todo esto. Y cada día me levanto pensando que es una oportunidad para hacer cosas nuevas y para aprender muchas cosas”, subraya.
Palau, feliz de haber vivido en primera persona “la profesionalización del baloncesto femenino”, confía ahora en que la crisis sanitaria y económica causada por el coronavirus nos sirva a todos para reflexionar.
“Ha sido una bofetada en la cara para todos. Nos hemos dado cuenta de que quizás nuestro mundo es mucho más frágil de lo que nos pensábamos, de que hemos edificado nuestras vida sobre cosas que quizás no son tan sólidas. Tenemos que intentar que cada día cuente porque no sabemos qué puede pasar mañana. Es el momento de dar valor a otras cosas y de empezar a pensar en el colectivo”, reflexiona.
Y hace un paralelismo con el baloncesto para explicar que tenemos una responsabilidad como sociedad y que cada uno debe desempeñar su rol en esta crisis. “A veces ser un buen jugador es limitarse a no molestar para que los ‘killers’ puedan lucirse. Ahora no hace falta que metamos la canasta de nuestras vidas. Hoy el héroe es el payés, la cajera del súper, el médico. Hoy ellos son LeBron James, y al resto nos toca animarles, acompañarles y no cagarla”, sentencia.
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