Panamá, fragua de mujeres que dejan huella


La historia de Panamá está impregnada de mujeres insurgentes y luchadoras. Desde Rufina Alfaro, heroína popular, no se sabe si real o ficticia, pero cuya leyenda ha pasado a la posteridad, pasando por Clara González Carillo de Behringer, destacada política, feminista y primera mujer en graduarse como abogada en 1922, y llegando hasta nuestros días. Panamá es la cuna de lideresas que impactan de manera determinante su entorno y su comunidad, que labran su propio camino con pasión, profesionalidad, libertad y ambición. Más de 200 años después de su independencia, el pasado noviembre, Panamá sigue siendo fragua de mujeres que impactan de manera determinante su entorno y su comunidad. En este nuevo siglo destacan algunas como Leila Nilipour, Melissa Pinel y Nicolle Alzamora Candanedo. Nilipour y Pinel son dos periodistas independientes que en 2018 lanzaron el primer podcast narrativo de no-ficción en Panamá, Indomables, mientras que Alzamora Candanedo es una prominente joven escritora que ya ha coleccionado reconocimiento de la crítica y del público. Al hilo del bicentenario, conversamos con ellas.

Pregunta. Leila, Melissa veo que desde el comienzo de este proyecto cosecharon un gran éxito: ya que el primer episodio del podcast Si desaparezco, no me busquen, recibió el Premio Nacional de Periodismo Radiofónico. ¿Qué les empujó a la creación de Indomables y por qué este nombre?

Respuesta. Leila: Melissa y yo coincidimos en un taller de crónica en el año 2016 y nos dimos cuenta de que ambas queríamos explorar el periodismo sonoro, pero no sabíamos por dónde comenzar. Melissa se fue poco después a estudiar a Nueva York, donde aprendió las bases para hacer podcasts. Mientras tanto, en Panamá yo me alejé de los medios tradicionales, pero me quedé con las ganas de seguir contando historias. En una cena con amigos, conocí a Edilma Gallego, la hermana del sacerdote colombiano desaparecido, Héctor Gallego. Al escucharla contar su historia, me la imaginé inmediatamente en formato sonoro. Le conté sobre el encuentro a Melissa y ella me dijo que me ayudaría a producir el episodio.

Ese primer capítulo tomó más de un año de producción. No contábamos con mentores locales, solo nos teníamos la una a la otra, la inspiración de otros podcasts narrativos que admiramos y las ganas de contar historias sonoras. Tras varias largas noches tomando café, tratando de darle forma al proyecto que teníamos entre manos, salió el nombre de la plataforma donde publicaríamos la historia de Héctor Gallego: Indomables. Tras su publicación en octubre de 2018 ya no hubo vuelta atrás.

Melissa: La palabra indomables es el reflejo de nuestra región, tan tropical, tan exuberante, tan resistente. Y no solo define nuestra región, sino también a su gente. Queríamos contar historias de gente resiliente, personas capaces de enfrentar lo impensable, y con cuyas experiencias podíamos no solo empatizar, sino también aprender lecciones valiosas.

Queríamos contar historias de gente resiliente, personas capaces de enfrentar lo impensable

Melissa Pinel, coautora del podcast ‘Indomables’

P. Han realizado alrededor de 20 episodios tocando temas muy diversos como las luchas de los pueblos ancestrales de Panamá, los desaparecidos, la migración, la diversidad sexual y también la pandemia y sus efectos. ¿Hay alguno en particular sobre el que les gustaría hablar?

R. Leila: El primero de la temporada 2021, Patente US9108455, fue una de esas historias que le llegan a una por mera casualidad. Yo estaba entrevistando a la mamá de una joven científica panameña que lideró la detección de casos de covid-19 desde el inicio de la pandemia, para escribir un perfil sobre su hija. Pero esta madre, casualmente, es una de las principales expertas locales en cuanto a temas de bioética de la investigación, y me mencionó vagamente que las leyes de bioética se habían desarrollado en el país luego de que en los años noventa se produjera un escándalo por un intento de patentar el material genético de una persona indígena. Con esa pista nos metimos en un laberinto en el que había poca información disponible, pero además lo poco que encontrábamos estaba errado, y no lo supimos hasta que empezamos a leer los estudios científicos detrás del incidente cuyo centro focal es el virus HTLV-2.

P. La temporada 2021, donde también habéis incursionado con historias de Centroamérica, terminó con el episodio El prisionero 203, que nos habla de la suerte corrida por los ciudadanos japoneses en Panamá durante la Segunda Guerra mundial. ¿Qué tienen pensado para 2022?

R. Melissa: Antes de hablar sobre 2022, me gustaría entrar un poco en el reto que fue contar la historia de los japoneses detenidos en Panamá durante la Segunda Guerra mundial. Ninguna de las dos tenía idea de que esto había pasado en nuestro país y, de repente, en 2019 comenzamos a escuchar de la historia por distintos lados. Pero ¿cómo contar lo que les había ocurrido a los japoneses en Latinoamérica en ese tiempo si la mayoría de ellos ya había fallecido? Como nos suele pasar, entramos en un hueco negro de investigación hasta que nos topamos con un artículo que hablaba sobre Yoshitaro Amano y su libro, El diario de mi encarcelamiento. Contactamos con su nieta, Esther, y descubrimos que, aunque la obra había sido publicada solo en japonés, los padres de Esther habían realizado una traducción al inglés. Y el diario de Yoshitaro era hermoso: lleno de escenas increíbles, de vívidas descripciones y, más importante aún, sus páginas eran un reflejo del dolor por el que habían pasado los japoneses que fueron llevados a campos de detención primero en Panamá y luego en Estados Unidos.

Leila: Arrancaremos el 2022 llevando El prisionero 203 frente a una audiencia, con música instrumental, narraciones y lectura del diario en japonés en vivo. En febrero volveremos a producir las historias de amor que hacemos cada año, esta vez con un enfoque en el amor propio, y hacia mediados de 2022 quisiéramos volver a lanzar una temporada. Nos gustaría tener una historia de El Salvador y otra de Costa Rica, ya que son países centroamericanos que se nos quedaron sin contar en el 2021.

Melissa: También estamos en proceso de producción de un episodio que era originalmente para el 2021, pero que hemos dejado para febrero, porque coincide con un aniversario importante de la historia. En esencia, es sobre migrantes centroamericanos en Estados Unidos… A veces la narrativa alrededor de este colectivo se reduce a lo difícil que es el cruce de la frontera, pero más complicado es tratar de rearmar sus vidas en un país extraño.

En esta temporada hemos contado historias de otros países de Centroamérica y ha sido un proceso nuevo, pero muy lindo para nosotras. Muchos de los productores estaban incursionando por primera vez en el formato de audio y tuvimos la oportunidad de ser, en cierta forma, las mentoras que no tuvimos cuando empezamos a experimentar.

El arte de comunicar con la palabra

En el arte de comunicar a través de la palabra escrita se mueve Nicolle Alzamora Candanedo: joven abogada, pero sobre todo escritora. Desandanzas (2018) y El temblor (2020) son sus libros estrella, y han recibido premios y aplauso de la crítica literaria nacional.

Pregunta. Nicolle ¿Cuándo descubriste que escribir era lo que te apasionaba y que dificultades tuviste en lograr publicar tus primeros trabajos?

Respuesta. Yo supe que la literatura era lo mío desde que era niña; crecí en una casa pequeña, con una librería que abarcaba una parte considerable del espacio común. Desde pequeña contaba historias erráticas y extrañas a mi familia y, cuando aprendí a escribir, simplemente empecé a anotarlas. Creo que escribí mi primer cuento –nada bueno, por supuesto– cuando tenía seis años. Ya de adulta, a los 22, me diplomé en Creación Literaria por la Universidad Tecnológica de Panamá y a partir de ahí empecé a escribir con seriedad y a pensar que era algo que podía hacer de veras.

La mayor dificultad es encontrar alguien que te lea, que crea en tu trabajo. Siendo tan joven, me parecía casi imposible toparme con esa oportunidad. Pero tuve la dicha de conocer al grandioso Enrique Jaramillo Levi, uno de los más talentosos y prolíficos escritores panameños, promotor cultural, formador de escritores y editor; él me acogió en su camada de creadores emergentes y me dio la oportunidad de publicar mi primer libro, Caminando en Círculos, con su editorial. Fue en 2016.

Siento cada vez más la importancia de pensar en la cultura como factor esencial para entender nuestras sociedades

Nicolle Alzamora, escritora

P. Por otro lado, ya has logrado importantes metas internacionales como la beca Chevening del Gobierno británico. ¿Cómo logras hacer coexistir estas dos distintas almas?

R. Desde que estaba en la Facultad de Derecho, mi pasión por la literatura se fue expandiendo hasta convertirse en un interés en la cultura –así, en minúscula, no necesaria o exclusivamente como sinónimo de arte sino como conjunto de prácticas sociales– y las expresiones culturales. Por eso, en 2019 me fui a Londres a estudiar una maestría en Industrias creativas y culturales en King’s College con la ayuda de aquella beca. Gracias a mi formación como abogada y mi carrera como escritora, siento cada vez más la importancia de pensar en la cultura como factor esencial para entender nuestras sociedades, y la necesidad de desarrollar políticas públicas que protejan las expresiones, el patrimonio y los derechos culturales.

P. Al pensar en los nombres de panameñas memorables viene a la mente la figura de Rufina Alfaro, por ejemplo. Tampoco se puede dejar de mencionar, por afinidad profesional, la que fue la primera mujer abogada del país, Clara González Carillo de Behringer. Una mujer que marcó una época: política y educadora, creadora del Partido nacional feminista en 1923 y de la Escuela de Cultura Femenina en 1924. ¿Como sientes que estas mujeres tan poderosas hayan marcado el país en el que vives?

R. Con respecto a Rufina, aunque no sabemos si existió en realidad, creo que lo valioso es que perdure en la memoria del país para que, a través de ella, podamos reivindicar a todas las mujeres reales que han desempeñado papeles esenciales desde el anonimato en la historia de nuestros pueblos. Ojalá la admiración por Rufina en algún momento se traduzca en la curiosidad por todas las demás que no conocemos. Por otro lado, Clara González es una mujer histórica, una mujer real por la que siento muchísima admiración y, sobre todo, agradecimiento. Ella abrió las puertas del ejercicio del Derecho para las mujeres en Panamá y todas las que hemos cruzado esa puerta desde entonces, estamos paradas sobre sus hombros.

P. ¿Cuál es tu último trabajo y que nuevos proyectos tienes para 2022?

R. Mi último trabajo terminado ha sido El Temblor, que obtuvo el Premio Municipal Carlos Francisco Changmarín en 2020 y que está pronto a ser publicado. En el 2022, además de esta publicación, el plan es seguir escribiendo y seguir generando espacios para la literatura panameña.

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