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¿Para cuándo una final de Copa con público?


La fecha y el formato en los que disputar el Real-Athletic más importante de la historia se ha convertido en una partida de ajedrez en la que, de momento, es imposible adivinar el desenlace. Disputar la final de Copa con aficiones en la grada es la gran prioridad de todas las partes pero el deseo de protagonizar una gran fiesta del fútbol vasco choca frontalmente con la incertidumbre de saber cuándo se reabrirán los estadios a la gente.



Irene Montero, presidenta del Consejo Superior de Deportes, ha dejado claro en varias entrevistas concedidas esta semana que no volveremos a ver estadios llenos hasta dar con una vacuna o un tratamiento
eficaz, lo que introduce la aspiración de jugar una final de Copa con La Cartuja hasta la bandera en un túnel del tiempo sin final concreto, , en cualquier caso, nunca hasta bien entrado 2021. Una espera a la que la mayoría de los aficionados estarían dispuestos pero que choca frontalmente con varios de los intereses fundamentales del fútbol profesional y de los clubs.

La UEFA, con su comunicado del jueves, ya cerró las puertas a una final con público, avisando de que los finalistas no optarán a Europa si no se juega antes del 3 de agosto. El Athletic, aunque censuró duramente la postura del máximo organismo europeo, dejó entrever con su comunicado del viernes que su posición no se alinea, sí o sí, del lado de una final con público sino que, de alguna manera, está interesado en que la final de Copa tenga premio europeo. La única vía para que esto sea así es plegarse a los postulados de la UEFA y jugar sin aficiones en las gradas, algo que los futbolistas del Athletic se han cansado de censurar sistemáticamente y con vehemencia en sus innumerables comparecencias públicas de las últimas semanas. Según publicó ayer ‘Marca’, el comunicado de Ibaigane ha sacado de quicio al vestuario rojiblanco, que no entiende que el club defienda la posición europea por encima de una final con público.

La prudencia pública de la Real, en ese sentido, le otorga algo menos de presión, si bien sus futbolistas, Oyarzabal el viernes sin ir más lejos, también se han mostrado tajantes a la hora de que se haga “todo lo posible” por jugar con público. El club no se ha pronunciando oficialmente y, por ahora, su postura ante la Federación y el Athletic es que su prioridad sigue siendo jugar con público, aunque acatará lo que diga una Federación que, si uno de los dos equipos, por el motivo que sea, desea jugar ahora, dará luz verde a una final en el anonimato.

Oponerse a la UEFA, malo

Y es que las partes son conscientes, asimismo, de que la amenaza de la UEFA supone algo más que el mero hecho de renunciar a una plaza en la Europa
League, algo a lo que el Athletic no está dispuesto según reza su comunicado. Posicionarse frontalmente al postulado del máximo organismo europeo, que aboga por finalizar esta temporada antes del 3 de agosto, no parece una postura muy inteligente. Y aunque Luis
Rubiales haya podido trasladar a Real y Athletic la idea de que se podría esperar lo que hiciera falta con tal de poder jugar una final con público en Sevilla, la realidad, tozuda, finalmente deba hacerle inclinarse a que sea la UEFA quien imponga la fecha en la que se juegue la final. Obviamente sin público.

La idea de la Federación es no demorar en exceso el desenlace. Ha exigido a los clubs su posicionamiento por escrito -el de la Real de jugar con público ya lo conoce- y querría tomar una decisión definitiva esta próxima semana. Para ello, la postura del Athletic, más allá de la pataleta de cargar contra la UEFA, es clave, ya que tendrá que decidir entre seguir con su defensa de una final con público a costa de perder el derecho a jugar en Europa o ceder a la realidad de que para optar a la Europa
League sólo le queda jugar sin público.


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