Tras la suspensión permanente de las cuentas del presidente estadounidense en las redes sociales tradicionales, faltaba ver qué tan rápido y en dónde —si es que había una plataforma capaz de asumir el riesgo— tanto Trump como sus millones de seguidores encontrarían cobijo. Lo hallaron en redes alternativas como Parler, Gab y Telegram, que han vuelto a estar en boca de todos tras recibir con los brazos abiertos al terremoto de usuarios que llegó entonando un himno sobre la libertad de expresión, siendo Parler el escenario digital predilecto. Pero pocos días después, Google, Apple y Amazon terminaron con la que algunos llamaban “revolución digital” en cuestión de minutos: eliminaron la aplicación de Parler de su tienda de aplicaciones y le suspendieron su servicio de alojamiento web. Ahora la plataforma se enfila en una batalla incapaz de ganar, mientras temas como la censura y el poder de los gigantes tecnológicos salen a flote.
David contra Goliat
La de Parler es una lucha con diferentes frentes. Se trata de una batalla encabezada por una plataforma diminuta, si se compara su número de usuarios —10 millones según Sensor Tower— frente al poderío de las GAFA (denominación con la que se conoce al grupo de mega compañías: Google, Amazon, Facebook y Apple). Es un escenario al estilo David y Goliat, pero con un final distinto en el que, según expertos, no hay onda y gana Goliat. Primero, ha decidido demandar a Amazon, quien le proporcionaba el servicio de almacenamiento en la nube. En la demanda, la plataforma acusa a la compañía de Jeff Bezos de “violación antimonopolio, incumplimiento de contrato e interferencia en las relaciones comerciales de la compañía con los usuarios” y ha solicitado a un tribunal federal una orden de restricción temporal contra Amazon pues afirma que “violó su contrato al no proporcionarle un aviso de rescisión de 30 días”.
Pero Natalia Martos, experta en derecho de nuevas tecnologías y fundadora de Legal Army, lo ve de otra manera. “La demanda parece más bien un acto de reparación de la reputación de Parler tras haber vulnerado las condiciones de su contrato con Amazon apoyando a los seguidores de Trump y ofreciéndoles un espacio para seguir manifestando sus opiniones contrarias al Estado de Derecho”. Si bien el servicio de Amazon sí fue cortado de forma prematura, lo que prima para la experta es “la eventual vulneración de derechos que se podía cometer en Parler” y a la que podría haberse sumado Amazon de no haberle clausurado su servicio de hosting (almacenamiento). Más que un David y Goliat, Martos lo ve como el capricho de un niño contra un adulto. “Se trata de una cortina de humo que pretende distraer al poder judicial y a la opinión pública de la eventual complicidad de Parler con grupos que atentan contra los derechos fundamentales de las personas. Entiendo que esta demanda no prosperará y que, por tanto, no podrá sentar precedente alguno”, confirma Martos.
Pero ese es solo un frente en la batalla. El director ejecutivo de Parler, John Mazte, también hará frente a la retirada de su aplicación de las tiendas de aplicaciones de Apple (IOs) y Google (Android). Mazte admitió la posibilidad de que los servicios de su empresa dejaran de estar disponibles durante una semana, pero aseguró que los restablecería “desde cero”. Y que le hará frente a los gigantes. Y que ganará esa contienda. Pero para ello necesitará rápidamente una nueva empresa de servidores en la que pueda alojar toda su infraestructura. Pocos confían en que pueda lograrlo. “Será muy complicado que una red social pueda subsistir sin ese eje de descarga vía Apple y Google y sin los servicios de alojamiento de Amazon, tal como lo tenían planteado. Se debería hacer una gran inversión y no tendrían la garantía de éxito”, augura David Álvarez, analista digital y consultor de redes sociales.
Pero así como pocos creían que un grupo de manifestantes fuera capaz de invadir y asaltar el Capitolio de los Estados Unidos en plena luz del día impulsados por su propio presidente, mientras los congresistas realizaban una sesión, así también puede ser que Parler consiga lo que se ha propuesto. “Quizás su éxito sea el de generar y gestionar grandes espacios digitales para la convivencia y organización de todos los diversos grupos de la extrema derecha, como Alt-Right, Proud Boys o QAnon y no tendrían una relación directa con el resto de comunidades digitales que convivimos en Twitter o Facebook” reflexiona Álvarez, pero sin estar convencido.
Los grandes también pierden
En 2020 y en los pocos días que suman el 2021, los gigantes tecnológicos han actuado en coordinación, demostrando el inminente poder que ostentan, sobre todo las GAFA. Tanto, como para silenciar al presidente de Estados Unidos y todas las plataformas que encuentren sus seguidores para transmitir su mensaje, no exento de violencia, racismo, noticias falsas, odio y división. Su poderío y control del espacio digital preocupa a expertos y ha encendido todas las alertas, sobre todo de las autoridades europeas y estadounidenses, que ven en el oligopolio de las GAFA a un monstruo sin correa.
“Veo con mucha preocupación en rol que están cumpliendo actualmente los gigantes tecnológicos, no solo por ese oligopolio, sino por todas las consecuencias políticas y sociales que genera su propio funcionamiento. No son negocios implantados a nivel mundial que generan grandes beneficios, son mucho más que eso y las medidas que toman para solucionar los problemas que se generan en sus plataformas, hasta ahora no están siendo efectivas”, asegura Álvarez. Pero esta vez, la economía no ha estado de su lado. Tras el escándalo del Capitolio y el bloqueo a Trump de las redes sociales tradicionales, las GAFA y Twitter han perdido valor. Las acciones de Facebook cayeron un 4.01% (a 256.84 dólares) y las de la compañía de Jack Dorsey un 11% (a 45,8 dólares).
En la misma línea, Pavel Sidorenko, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Francisco de Vitoria, destaca la labor que ha hecho la labor europea con relación a las GAFA. “La UE ha venido adelantando normas y leyes en contra de esta concentración de poderes por parte de las tecnológicas, pero hace falta más voluntad política para establecer normas de juego que repartan las responsabilidades y oportunidades entre más actores tecnológicos”. Álvarez concuerda. “O los Estados y las tecnológicas se ponen a trabajar de un modo coordinado y cooperativo o seguiremos en la dinámica actual: medidas sueltas de las tecnológicas y regulaciones estatales basadas en multas irrelevantes para estas”, explica Álvarez.
Si bien el bloqueo de las cuentas de Trump ha sido un golpe muy fuerte para el mandatario y le ha demostrado al mundo que ante las GAFA, hasta el líder de una potencia mundial puede ser silenciado, no todo ha sido malo para el republicano. Sidorenko señala que la rapidez con la que actuaron las tecnológicas les está pasando factura a ellas y está beneficiando a Trump. “Al calor de los acontecimientos y ante el espiral de violencia que se gestaba en Estados Unidos, creo que las tecnológicas convinieron que había que actuar, pero hoy ven que quizás lo hayan hecho de manera desmesurada”. Sidorenko cree que incluso la suspensión permanente de las cuentas de Trump fue un tanto extrema y que las redes tuvieron que “silenciar los perfiles del mandatario, sin borrar toda su actividad”. “Creo que la severidad y contundencia con la que procedieron profundizó el odio del colectivo más radical y alertó a los indecisos. En otras palabras, Trump ha quedado como víctima y sus seguidores se han fanatizado más”, detalla el profesor.
Pero donde hubo fuego, cenizas quedan. “El que Parler deje de existir no evita que surja una nueva tribuna que aglutine al colectivo radical, que permita no solo reciclar el discurso y potenciar el ideal construido (es fundamental para ellos), sino que atraiga a curiosos e indecisos, que alimente más al monstruo”, explica Sidorenko y sugiere que el nuevo Parler funcionará entre las sombras, “resultando así en un escenario más peligroso”.
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