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Pausa contra desenfreno


Tras una primera parte jugada con el chaqué, en la que la Real tiró de repertorio y reflejó sobre el terreno de juego sus mejores virtudes, la segunda mitad anunciaba emociones fuertes.



El gol de Osasuna antes del descanso ya vaticinaba que el equipo rojillo iba a mover el árbol en la segunda mitad. Debía convertir un partido que la Real tenía domado y casi en el bolsillo en algo parecido a un frenopático, para de esa manera dar con una fórmula que le permitiera entrar en un encuentro que perdía por 0-3 en el minuto 33.

El equipo de Arrasate es experto en esas artes y, con Chimy
Ávila al comando de las operaciones, los rojillos tocaron a rebato y El Sadar entero acudió a la llamada. El partido era otro y Llorente, con un despeje hacia su propia portería que cayó al peor de los lugares que podía caer, los pies de Ávila, avivó el fuego.

A la Real se le había rasgado el frac y debía aprender a sobrevivir en el desenfreno. Osasuna le puso tanta energía a la presión que los magos de la Real no eran capaces de sujetar el balón. El partido caminaba de forma irremisible hacia el empate. La figura de Remiro empezaba a emerger y a erigirse en fundamental para celebrar un triunfo que parecía hecho unos minutos antes. Primero Rubén
García y luego Chimy
Ávila estuvieron a punto de culminar la remontada. El encuentro requería la intervención de alguien ajeno a la vorágine en la que se había convertido.

Dos minutos y gol

Y ahí apareció Isak, en la banda, esperando su turno, siempre paciente, sin decir una palabra más alta que otra pese quien le cierra las puertas no atraviesa su mejor momento y había fallado un par de ocasiones importantes en el primer acto.

Era el minuto 77 cuando pisó el verde por primera vez. En el 79, cuando todos corrían hacia fuera para evitar caer en fuera de juego, él se quedó quieto, conocedor de que Estupiñán rompía cualquier opción de offside. Le llegó el cuero desde las botas de Zubeldia. Controló, esperó, detuvo el tiempo, miró y engañó al guardameta para hacer el gol que necesitaba la Real para atar definitivamente un triunfo que se había visto amenazado durante la segunda parte.

El de Solna resolvió como un veterano para hacer su cuarto tanto de la temporada jugando, casi siempre, ratos al final de cada partido.

Del otro lado, Chimy
Ávila no levantó la bandera blanca y, con la ayuda de Llorente, cooperador necesario en la tarea de sembrar el caos que diseñó Osasuna en el descanso, hizo el 3-4.

A los rojillos no les quedaban energías para más y la Real logró un triunfo que le dio un chico que cada vez que juega deja su sello. Suma seis goles esta temporada entre Liga y Copa, sólo uno menos que Willian
José. El debate sobre quién debe ser el delantero centro está más abierto que nunca.


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