Ningún defensa del Barcelona fue capaz de echarle el freno al velocista Embarba, pero sí lo hizo Marc-André Ter Stegen (Mönchengladbach, Alemania; 28 años) con una parada al estilo del balonmano, con una rodilla al suelo y la otra pierna estirada. Después, repitió atajada —aunque la acción fue anulada por fuera de juego—, se corrigió a tiempo para evitar un autogol de Lenglet y tapó todos los agujeros posibles porque el Espanyol, ese miércoles, en la 35ª jornada de LaLiga, llegaba con fiereza aunque sin puntería para consumar su descenso a Segunda. Nada nuevo en el guardameta, a quien la afición culé (antes de la pandemia y cuando los estadios rezumaban vida) vitoreaba en cada encuentro, ya con la aureola de santo para muchos. Este sábado tarde (19.30, Movistar LaLiga) se mide con el Valladolid. El meta alemán, con Quique Setién en el banquillo azulgrana, todavía se ha hecho más grande.“Hay días que pienso que es imposible que le metan un gol”, le reconoce Gerard Piqué; “saca manos o pies que me parecen increíbles”. Eso comprendió en su día Andoni Zubizarreta, exportero y director deportivo del club, que pagó 12 millones por unos guantes que valen oro. Circunstancia que sabe Ter Stegen, que reclama más dinero y un proyecto sólido para la renovación del contrato que concluye en 2022. “La secretaría técnica está en contacto permanente con el representante del jugador y la predisposición es positiva”, apuntan desde las altas esferas del club; “creemos que renovará, pero no hay prisa”. Así lo desea la entidad, entregada a un profesional modélico desde que hace cuatro temporadas le escogieran por delante de Claudio Bravo, el meta chileno que optó por el Manchester City. No se equivocaron. Menos aún ahora con Setién, con quien ha mejorado sus prestaciones.El cambio de Valverde a Setién“Es un guardameta moderno y quizá el más completo, pero sobre todo el idóneo para nosotros por su forma de jugar”, señalan en el área deportiva. Lo mismo cree Setién, que entiende el fútbol desde la raíz, por lo que Ter Stegen también participa más del juego colectivo. Con Valverde daba 33,1 pases por choque (65,5% eran cortos o medios) y con el actual entrenador llega a 46,3 por duelo (75,2%). Aunque hay más diferencias. Con el Txingurri en el banquillo —despedido en navidades cuando el equipo lideraba el campeonato—, el portero disputó ese año 19 partidos ligueros y recibió una media de 10,4 disparos por encuentro (3,2 a portería) y realizó 37 paradas (dos de media). Pero la fragilidad defensiva era evidente, al punto de que encajó 1,2 tantos por choque y solo dejó su marco a cero en cinco ocasiones. No se entendía demasiado bien con el técnico —como tampoco congenia del todo con Messi—, toda vez que en algún momento le pudo la desgana y se planteó buscar nuevas porterías, tentado como estaba por la Juve y sobre todo por el Bayern, sugerente llave de paso para la titularidad en la selección alemana, que ahora se reparte con Neuer.Ahora, se siente cómodo con Setién y su propuesta, también mejor bajo los palos porque sus números han mejorado en los 16 encuentros en los que ha defendido las redes azulgrana con el técnico cántabro: recibe menos disparos (8,7 por duelo) aunque los mismos entre los palos (3,2); ataja más (38; 2,3 de media); y solo ha concedido 13 tantos (0,8). Además, ha dejado la portería a cero en la mitad de los encuentros: ocho. Algo consecuente con la marcha del equipo, que ha ganado por 1-0 cuatro de los nueve encuentros que ha jugado en el Camp Nou con Setién al mando. La cifra es un tanto raquítica porque con Valverde también se obtuvo idéntico resultado en cuatro de 47 envites, casi siempre con más goles a favor. Pero ni así le vale al Barça, a rebufo del Real Madrid con tres jornadas por disputar. Ter Stegen, por si acaso, protegerá la portería. Fiabilidad no le falta.
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