Perú: aumenta la cifra de muertos, mientras activistas piden alto a la militarización


LIMA – Al menos dos manifestantes más fallecieron este viernes en enfrentamientos con la Policía en el departamento peruano de Junín, con lo que el número total de víctimas mortales en las protestas que piden el cierre del Congreso y la renuncia de la presidenta, Dina Boluarte, y que se desarrollan desde el domingo, asciende a 22.

La Dirección Regional de Salud de Junín confirmó la noche del viernes que en total tres civiles han fallecido, “producto de los enfrentamientos ocurridos en (el distrito de) Pichanaki durante el día”, hechos que también han dejado 52 heridos, de los cuales 43 son manifestantes y nueve son efectivos policiales.

Estas tres víctimas se suman a las seis de Apurímac, las tres de La Libertad, los ocho de Ayacucho, la de Arequipa, y la de Cuzco.

Hasta el momento, no se han proporcionado las identidades de todas las víctimas, pero al menos tres de ellas eran menores de edad.

Este viernes por la mañana, el Ministerio de Salud anunció que 63 personas se mantienen hospitalizadas tras las protestas producidas en diversos puntos del país.

De estos, 26 de ellos se encuentran en Ayacucho, en el sur del país, donde este jueves protestantes intentaron tomar el aeropuerto, lo que provocó que militares abrieran fuego contra estos, según puede verse en numerosos vídeos difundidos en redes sociales.

Al respecto, la Dirección Regional de Salud de Ayacucho señaló que “los 410 establecimientos de salud y hospitales de apoyo de la región se encuentran en alerta roja, con el fin de garantizar la presencia del personal, la disposición de insumos médicos y la atención oportuna de los pacientes”.

BOLUARTE MANTIENE EL ESTADO DE EMERGENCIA

Las protestas que empezaron a intensificarse este domingo reclaman el cierre del Congreso, la renuncia de Boluarte y la convocatoria de una asamblea constituyente entre otros reclamos.

Las manifestaciones de protesta que estallaron contra la presidenta Dina Boluarte y el Congreso peruano alcanzaron un máximo nivel de violencia este lunes al reportarse un total de siete fallecidos, más de un centenar de policías heridos y el ataque a dos canales de televisión en Lima.

El gobierno de Boluarte decretó este miércoles el estado de emergencia a nivel nacional por 30 días para controlar los actos de vandalismo y violencia cometidos en las manifestaciones y este jueves se decretó el toque de queda en 15 provincias de ocho departamentos.

“Lamento los trágicos acontecimientos que han segado la vida de varios compatriotas en varias regiones del país. Esto tiene que parar”, enfatizó Boluarte este viernes en una ceremonia de graduación de oficiales de la Escuela Militar de Chorrillos.

La presidenta convocó a los líderes de la iglesias católica, cristiana y evangélica para instalar una mesa de diálogo en cada una de las regiones que se han movilizado, para así abrir espacios para llamar a los representantes que encabezan las marchas para escuchar sus demandas y canalizarlas.

Miles de agentes de la Policía Nacional de Perú y de las Fuerzas Armadas se han desplegado en el centro de Lima para evitar incidentes durante las manifestaciones convocadas contra el Gobierno y Congreso.

“NO ESTAMOS DISPUESTOS A TOLERAR MÁS MUERTES”

La ONG Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (Cnddhh) de Perú, que aglutina a varias organizaciones, exigió este viernes al Ejecutivo liderado por la presidenta Dina Boluarte y al Congreso “una salida urgente de la crisis” e instó a detener la “militarización y violencia contra manifestantes”.

“No estamos dispuestos a tolerar ni una muerte más”, aseguró la secretaria ejecutiva de la Cnddhh, Jennie Dador, en una rueda de prensa con relación a los manifestantes muertos desde este domingo, 3 de ellos menores de edad, en las protestas.

Dador recordó que es el gobierno de Boluarte el que tiene la responsabilidad de sostener el derecho a la protesta y, en caso de que esta no sea pacífica, le corresponde usar los métodos adecuados para evitar que devenga en muertos y heridos.

Por ello, determinó que la militarización que consideran que vive Perú, en respuesta a las manifestaciones, “no es la adecuada”.


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