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Petra Martínez: del teatro a los Goya pasando por el ‘satisfyer’

A ella no le importa que mucha gente la descubra como actriz siendo ya septuagenaria. Lo que le sienta mal es que algún periodista piense que ha llegado a este oficio anteayer y ni se moleste en mirar la Wikipedia. Porque Petra Martínez (de 77 años), nacida en 1944 en Linares (Jaén), donde su padre estaba desterrado por rojo, ha sido icono del teatro español independiente desde los años setenta. Su primer trabajo fue en una obra de Shakespeare, autor por el que no ha vuelto a transitar en sus 55 años de ininterrumpida y prolífica carrera.

Por su último papel en La vida era eso, de David Martín de los Santos, la Asociación de Informadores Cinematográficos de España le concedió el pasado sábado el Premio Feroz a la mejor actriz protagonista de una película. Se impuso a Penélope Cruz, Blanca Portillo, Marta Nieto y Tamara Casellas. Su intervención al recoger el galardón se ha hecho viral y está siendo aplaudida desde muchos sectores, pero sobre todo desde dentro de su profesión, que conoce a la perfección su retranca y su sentido del humor.

Con ese tono tan suyo con el que parece que nunca cuenta nada importante, Martínez se refirió así a una escena en la que se masturba en la película: “Lo más importante es haberme masturbado delante de mucha gente, porque pienso que la masturbación está callada. Ahora me masturbo como tres o cuatro veces al día, porque he cogido la manía… Hay muchas cosas que las mujeres de mi edad no sabemos, como el satisfeison [como llamó al satisfyer, el juguete sexual que se ha convertido en un éxito de ventas], que es muy bueno, es genial…”.

Lo que casi nadie sabe es que esta mujer lenguaraz y llena de desparpajo le había dicho “no” al director cuando le propuso por primera vez el papel. “No podía, por pudor, por lo que fuera, no podía, yo le daba mucha importancia a ese acto tan íntimo del ser humano”, señala por teléfono a EL PAÍS. Pero Martín de los Santos insistió, quería que lo intentara. “Me dijo que si me bloqueaba podíamos cortar en cualquier momento, aunque quedaba claro que yo me masturbaba… Reflexioné y de repente concluí que era absurda la importancia que le había dado a este tema, y pensé para mis adentros: ‘Qué maravilla, si no es nada’. Por eso al recoger el premio llevé el discurso al territorio de la coña. Tengo claro que está bien hablar de ello, parece que en la tercera edad no tenemos vida sexual, y no es cierto”.

Petra Martínez y Anna Castillo, en ‘La vida era eso’.

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Añade: “Eso sí, es distinta. Y la masturbación hay que reivindicarla, tiene muchas ventajas… No cuesta dinero, no te quedas embarazada si eres joven, no te tienen que dar la enhorabuena… Y los que piensen que no se puede hablar de esto, pues no me importa”.

Por este papel fue reconocida además como mejor actriz en el Festival de Cine Europeo de Sevilla en 2020 —”nunca creí que te pudieran premiar en tantos sitios”, dice—; y ha trabajado también en cine —La soledad, La mala educación, La noche de los girasoles, Noviembre— y en televisión, donde ya ha pasado a formar parte del equipo de la serie La que se avecina. Se trata de trabajos individuales, pero la actriz es producto de trabajos colectivos. El primero fue un éxito rotundo: Castañuela 70, la primera creación de Tábano, el grupo más importante, junto con Goliardos, del teatro independiente madrileño de los últimos años del franquismo y la Transición. Por supuesto, se les prohibió representar ese espectáculo, lleno de frescura, humor, música y cargas de profundidad contra la represión del régimen. Por eso se lo llevaron de gira, en condiciones precarias, para que lo viera la emigración española por Europa.

Eso ocurrió después de que con 16 años entrara, sin clara intención de ser actriz, nada menos que en el Teatro Estudio Madrid (TEM), del legendario director estadounidense William Layton. Allí vio interpretando a Calígula y a Juan Margallo, un joven actor que militaba en la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), uno de los grupos antifranquistas más conocidos. Martínez dejó a un novio que tenía y en un encuentro posterior con este aspirante a artista se dijo: “Este cumple perfectamente el perfil del hombre que me interesa”. Y tuvo buen ojo: siguen unidos, han desarrollado la mayor parte de sus carreras juntos y tienen dos hijos también dedicados a la farándula: Olga, reconocida directora y actriz, y Juan, propietario de una empresa de iluminación y sonido. Además del mencionado Tábano, Martínez y Margallo han fundado grupos como El Palo, El Búho, El Gayo Vallecano y Uroc (que aún existe) y, alternando con pequeños trabajos en cine y televisión, han puesto en pie numerosas obras teatrales.

Martínez nunca ha militado en ningún partido, aunque siempre ha estado dando el callo allí donde encontrara una causa justa. “Entonces y ahora nos gustaba la libertad, la justicia social, la igualdad; es lógico que hayamos peleado juntos. Eso no quita para que hayamos discutido mucho, pero en el fondo estamos de acuerdo y tenemos necesidad de estar juntos. La pasión se transforma en otra cosa; sin embargo, la complicidad no desaparece. Y si no estuviéramos juntos, sería muy triste”, dice la actriz sobre su matrimonio, que dura ya 53 años. “Nos lo hemos pasado muy bien, tanto que a veces nos reímos porque nos da la sensación de que igual ahora viene alguien y nos dice: ‘Venga, se acabó la juerga, a trabajar’. Hemos estado encantados con nuestra vida. Además, cómo éramos medio hippies, no necesitábamos el dinero, ni nos importaba…. La faena es que había gente trabajadora que lo pasaba fatal”, explica.

Para criar a sus hijos tuvieron ayuda de sus muchas cuñadas, pero cree que ella salió más perjudicada que Margallo. El machismo estaba ahí: “Gente que en los años setenta se decían feministas no lo eran. Yo no quiero ser machista ni racista, y lucho por no serlo, pero está dentro de mí, como en tantas personas de mi generación. Te dejas embaucar por la aparente normalidad”.

Tengo un pequeño don natural: no me tomo en serio cosas que son superfluas”

A Martínez no le extraña que no haya tenido antes el reconocimiento que ahora recibe. “Hay miles de actrices que llevan muchos años trabajando, en mi caso en el cine casi siempre como secundaria. Solo he hecho tres protagonistas. Si no tenemos reconocimiento es porque no es tan fácil”, dice la actriz. “Lo que sí creo”, añade “es que tengo un pequeño don natural y no me tomo en serio cosas que son superfluas”.

A Petra Martínez no le asusta demasiado que dejen de llamarla para trabajar en la escena, porque entonces podrá empezar a ejercer una profesión que siempre le ha apasionado: la de detective.

“Yo soy muy novelera, podría dejar de hacer cine y teatro, lo que no podría es dejar de verlo, ni dejar de leer novelas. Ahora somos nosotros, Juan y yo, los que estamos al final de una novela. Somos infantiles, nos sentimos sin una edad específica, seguimos haciendo una vida improvisada y eso”, concluye, “es muy bueno”.

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