Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador estrenarán este viernes el nuevo eje de izquierdas latinoamericano que hasta hace poco más de un año sonaba a utopía. La región cuenta ahora mismo con seis mandatarios de corte progresista. El presidente colombiano ha llegado un día antes a México, donde en apenas dos días empezarán las negociaciones entre el Gobierno venezolano y la oposición para encontrar una fecha en la que se puedan celebrar unas elecciones presidenciales verificables. Petro y López Obrador han sido claves a la hora de conseguir que las partes se sienten a la mesa.
Gustavo Petro ha viajado a México pese a la cancelación de la cumbre del Pacífico, suspendida por la imposibilidad de que Pedro Castillo esté presente. El Congreso de su país, que tiene la potestad de autorizar las salidas del presidente, se lo ha impedido. De todos modos, se está celebrando una mini cumbre allí. Los presidentes de Chile y Ecuador, Gabriel Boric y Guillermo Lasso, han estado estos días. Petro aterriza con una agenda muy concreta. Su intención es arreglar los problemas con los que se encuentran algunos colombianos que viajan a México. Varios han denunciado haberse sentido secuestrados por las autoridades migratorias, que este año ha impedido la entrada a casi 22.000 colombianos.
Sobre la mesa también estará la invasión rusa en Ucrania. López Obrador habló en su día de un plan de paz que recibió muchas críticas, al interpretarse que se negaba a condenar al invasor y lo ponía en la misma posición que el invadido. Intentó que se sumara Petro a esa iniciativa, que no rechazó, pero tampoco llegó a abrazar. Aunque tienen planteamientos parecidos, el colombiano considera que Latinoamérica no debe tener la misma postura que Estados Unidos o Europa frente al conflicto y debe ser neutral.
Es el mismo enfoque que ambos han utilizado para Venezuela. En México eso se conoce como el principio de no intervención en política exterior. Desde que fue elegido, Petro se acercó a Maduro, al que ha tratado de reintegrar en la normalidad regional. El primer objetivo, que era poner en marcha la discusión de Venezuela, ya está dado. López Obrador siempre se mantuvo en la misma posición, la de fomentar el diálogo entre las partes para desencallar la crisis en Venezuela.
Después de ver a Obrador, Petro tendrá un encuentro con la alcaldesa de la ciudad, Claudia Sheinbaum, una de las posibles sucesoras del presidente. Allí será declarado huésped distinguido de la Ciudad de México y luego firmará el libro de visitantes ilustres. Le acompañan el ministro de asuntos exteriores, Álvaro Leyva, la jefa de Gabinete, Laura Sarabia, y el ministro de Comercio, Germán Umaña.
Las últimas victorias electorales de Lula y Petro en la región han repercutido en un ajuste del eje progresista en América Latina. Después de una década en la que la izquierda había perdido mucha credibilidad por las crisis de Venezuela y Nicaragua, se afianza el camino de una nueva izquierda en el mapa geopolítico del subcontinente. Con los rasgos de cada liderazgo y las especificidades de cada ecosistema, este club lo integran López Obrador, el argentino Alberto Fernández y Boric, el joven mandatario que frenó a la ultraderecha en Chile y al mismo tiempo dejó claro el abismo que lo separa del antiguo bloque bolivariano. A esa alianza se suman el boliviano Luis Arce y, con muchos más matices, el peruano Pedro Castillo.
Esta llamada nueva progresía —aunque la integren veteranos como Lula o Petro—, a diferencia de una generación anterior que sacrificó temas como el medio ambiente, la democracia o los derechos humanos en busca de una sociedad socialista. El encuentro entre Petro y López Obrador afianza este eje que tiene en sus manos el destino de la región en los próximos años.
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