Picos y valles del deseo sexual: estos son los hitos por los que todos pasamos, de los 20 a los 70 años


“¿A qué dedica el tiempo libre?”, se interesaba la voz de José Luis Perales en la eterna canción Y cómo es él. Curiosa pregunta para hacer sobre un amante. No es de extrañar que no tuviera respuesta (más allá de la obvia). ¿Daba rienda suelta a su vena de cocinero, tocaba la guitarra para ella? Quizá pero, ¿y si se dedicaba a mejorar sus orgasmos? Tanto interés en sacarle partido al sexo explicaría la infidelidad… Es una teoría descabellada, sí, pero posible: con tenacidad, constancia y una buena instrucción, hasta a llegar al multiorgasmo aprende una.

Tres asignaturas para redoblar el clímax

Las mujeres que no logran el orgasmo pero que, con asesoramiento, consiguen experimentarlo, conocen bien los beneficios de ponerse objetivos en el terreno sexual. Quienes no tienen que pasar por ese trance son afortunadas, pero no están exentas de mejora: siempre pueden incrementar la intensidad del clímax y, con suficiente entrenamiento, consiguen hasta desarrollar la habilidad de tener varios orgasmos seguidos.

No es un proceso duro. Como es de esperar, las lecciones de un curso de multiorgasmo son un placer. Pero hay que tomárselo en serio y conceder espacio a la teoría antes de llegar a la práctica. Y tras leer los libros de rigor, incluso hacer un curso online, tener en cuenta que llegar al multiorgasmo, como llegar al orgasmo, es una tarea en la que una debe embarcarse primero en solitario para, luego, compartir descubrimientos con la pareja. Más allá de masturbarse con tiempo y dedicación, hay asignaturas que no deben descuidarse en el camino del éxito.

Según la sexóloga Silvia Pérez, el primer ingrediente que hay que mimar es la concentración. “Es importante dejar a un lado todos los pensamientos que se nos vayan cruzando a lo largo de nuestro momento erótico y que no estén relacionados con él”. No es menos determinante evitar dejarse llevar por la frustración. Marcarse como objetivo el orgasmo, o el multiorgasmo, no es lo más eficiente. Parece contradictorio, pero no lo es: no hay que esperar llegar a la primera, sino divertirse probando con todos los descubrimientos del camino, aunque finalmente no suceda lo que una esperaba.

Otra clave es aprender a estimularse después del primer clímax, ya que no es lo mismo alcanzarlo por primera vez que volver a intentarlo con nuestro cuerpo mucho más sensible. “Puede que después de alcanzar un orgasmo sientas que tu clítoris está hipersensible y no quieras acariciarlo más. Una solución para conseguir otro es la estimulación de otra zona que te proporcione gran placer, como por ejemplo los pezones o la región anal”, argumenta la sexóloga.

Otro consejo a tener en cuenta, como se explica en el libro Sexo para ser feliz, es aprender a superar nuestros límites. “El objetivo es aumentar la congestión genital durante la masturbación: en lugar de buscar una descarga rápida, hay que intentar alargar la experiencia para cargarse de energía sexual todo lo posible”, o, lo que es lo mismo, conseguir que llegue más cantidad de sangre a los genitales para que exista una mayor necesidad de descarga sexual. Para ello no hay que dejarse vencer rápido por el placer, sino estimular por los alrededores para ir acumulando más congestión en la zona y dejarse ir cuando la tensión sea mayor.

Y si se consigue ese segundo orgasmo, tal vez no en la primera sesión pero sí en las sucesivas, es interesante seguir probando para poner a prueba nuestro cuerpo y saber hasta dónde puede llegar. En ocasiones, el multiorgasmo no llega por puro agotamiento físico, más que por una falta de capacidad.

Los hombres también pueden (pero menos)

Cuando se habla de multiorgasmo se tiende a pensar en mujeres, pero el multiorgasmo masculino, aunque menos común y anecdótico, también existe. Y también requiere entrenamiento. “Es mucho menos habitual pero sí que hay hombres que eyaculan sin perder la erección”. A ello ayuda “no centrar toda la atención en el pene y estimular el resto del cuerpo para despertarlo de manera erótica. También fortalecer el suelo pélvico lo favorecerá”, explica la sexóloga Irene Valverde. Una recomendación clásica para conseguirlo es hacer ejercicios de Kegel que refuercen la musculatura pélvica.

También son importantes los ejercicios de control eyaculatorio, que ayudan a controlar la respuesta orgásmica. Silvia Pérez insiste en trabajar con el llamado “punto de no retorno”, cuando la eyaculación ya resulta inevitable. “Cuando vayas llegando, respira de manera lenta y profunda. En este momento, baja el ritmo de masturbación y hazlo más lentamente, sintiendo que la excitación se reduce. Repite esto unas cuantas veces y seguidamente, eyacula”. De esta forma, a través de mucha práctica, en ese periodo intermedio que conseguimos alargar, “si te concentras en mantener esta energía dentro de ti, podrás experimentar sensaciones igual de placenteras a un orgasmo con eyaculación”.

Por otra parte, al igual que las mujeres, la clave está en practicar solo, buscar nuevas formas de masturbación que vayan más allá del desahogo rápido y habitual, y en estimularse tras el primer orgasmo de una forma menos directa y sin que resulte molesta en zonas sensibles, como el glande del pene. Otra opción es la de ser capaces de separar eyaculación y orgasmo, o sea, orgasmar sin eyacular, y, por tanto, sin perder la erección. “La forma de comenzar este entrenamiento (que requiere tiempo, paciencia y constancia) es a través del control respiratorio. Cuando nos acercamos al clímax la respiración es acelerada y corta. El objetivo es entrenarla para que en este momento sea más profunda y lenta, lo que ayudará a que disminuya el ritmo cardíaco y la inminente eyaculación”, aclara Pérez. No así el placer.

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