Con las elecciones autonómicas y municipales en el punto de mira, Podemos inicia este mes de noviembre una gira para cortejar a la denominada España vaciada. A falta de que se concrete el “frente amplio” en el que trabaja la vicepresidenta Yolanda Díaz, el desafío de cara a los comicios de 2023 es doble. Por un lado, la representación territorial del partido quedó muy tocada en 2019 y el fortalecimiento de la organización en buena parte del Estado se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios de la nueva dirección, que lleva trabajando en eso desde que tomó el mando antes del verano. Por el otro, la creación de una plataforma que con el ejemplo de Teruel Existe recoja las demandas de estas zonas amenaza los intereses electorales de la formación y hace más necesario que nunca relanzar su estrategia.
En septiembre pasado, 160 asociaciones de 30 provincias que representan a la España vaciada acordaron poner en marcha los procedimientos para crear una “herramienta política” con la que concurrir a las próximas elecciones, una iniciativa que puede alterar el mapa político en varias comunidades autónomas. Por lo pronto, ya han anunciado que los comicios en Andalucía, previstos el próximo año, servirán como bautismo de fuego. Desde Podemos, como primer punto de su estrategia, la secretaría de organización del partido, a cargo de Lilith Verstrynge, tiene previsto visitar distintos territorios de Castilla y León a lo largo de noviembre, donde su presencia es limitada. Fuentes del partido señalan que basándose en el trabajo de sus cuadros locales y junto a la secretaría de horizonte verde y medio rural, la formación ha desarrollado un plan estratégico, que por ahora no detalla, para estas zonas del país. En ellas pretende “volcar todos los recursos organizativos e institucionales” para dar respuesta a las necesidades de una parte de la población española que, consideran, ha sido “injustamente ignorada” durante décadas.
El partido plantea también una coordinación con el trabajo parlamentario de los diputados de Unidas Podemos para “elevar a las instancias adecuadas” las demandas de la España vaciada y las soluciones que ellos proponen. Lo cierto es que en los últimos tiempos el partido ha acentuado su discurso en estas cuestiones, que más allá de Castilla y León, afectan de manera particular a Asturias, Extremadura o Aragón. En un documento político publicado en octubre y que marca la hoja de ruta de la organización para la próxima década, Podemos hace hincapié en la necesidad de garantizar la cobertura de servicios públicos en estas zonas o fomentar la actividad privada mediante ayudas e incentivos a empresas que se instalen en ellas. Hace poco más de una semana, en una protesta por el clima en Madrid, tanto Verstrynge como el portavoz de la formación, Pablo Fernández, pusieron el foco en la potenciación del ferrocarril tradicional como eje vertebrador del territorio y herramienta contra la despoblación.
Fernández, además, es el secretario general de Podemos en Castilla y León, y uno de los dos únicos diputados de la formación en unas Cortes regionales con 81 procuradores. Los resultados en estos últimos comicios fueron muy inferiores a los de 2015, cuando el partido obtuvo 10 escaños, aunque el impacto del partido en la comunidad siempre ha sido mínimo. Tras las municipales de 2019, Podemos conserva tan solo 35 concejales en toda Castilla y León, frente a los 6.685 del PP o los 3.836 del PSOE. Izquierda Unida, que concurrió de manera separada entonces, obtuvo 54 y logró la alcaldía de Zamora con mayoría absoluta. Más allá de la España vaciada, los resultados a la baja se dieron de forma generalizada en todo el país. Mientras en 2015 Podemos se hizo con los gobiernos locales de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, A Coruña, Santiago o Ferrol y se colocó como tercera fuerza en nueve comunidades, cuatro años después desapareció de los parlamentos de Castilla-La Mancha y Cantabria y perdió la mayoría de municipios, aunque consiguió entrar en seis gobiernos autonómicos en coalición.
Consciente de esta realidad, la dirección lleva meses tratando de fortalecer la estructura territorial del partido, el talón de Aquiles de Podemos, y uno de los principales focos de atención hasta ahora ha sido Andalucía. Allí los comicios se celebrarán, previsiblemente, antes que en cualquier otra comunidad y la división de la izquierda —donde podrían llegar a concurrir hasta cuatro candidaturas distintas— limita sus aspiraciones electorales.
Encuentro municipalista
Podemos prevé celebrar el próximo 11 de diciembre un encuentro municipalista en el que convocarán a todos los concejales del partido y al que acudirán la secretaria general y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, su número dos en el partido, Irene Montero, y la propia Verstrynge. La formación busca con ello “reforzar” el trabajo político local, “analizar de forma conjunta la realidad municipal” del país y “trazar estrategias comunes”. La razón de ser de este encuentro, explican fuentes del partido, es reconocer el trabajo que desarrollan, coordinar sus esfuerzos y poner “todos los recursos” del partido a su disposición.
El reto de cara a 2023 es mayúsculo y el panorama está todavía muy abierto, empezando por la marca. Más allá de la estrategia que tracen tanto Podemos como Izquierda Unida, será fundamental ver hasta dónde llega el “proyecto de país” anunciado por Díaz para aglutinar a las fuerzas políticas a la izquierda del PSOE. Las autonómicas y locales podrían ser la antesala de unas generales en las que, por el momento, buena parte del resultado de Unidas Podemos depende de si la vicepresidenta concurre o no como cabeza de lista.
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