Que un presidente de Estados Unidos viaje a Polonia no es extraordinario. George W. Bush y Barack Obama, por ejemplo, lo hicieron tres veces durante sus mandatos. Pero la visita que Joe Biden ha comenzado este viernes, al aterrizar al mediodía en la ciudad de Rzeszów, cerca de la frontera con Ucrania, se vive en el país como particularmente histórica por el momento en el que se produce. El asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, ya ha adelantado a los medios en el avión presidencial que el discurso que Biden dará el sábado en el Palacio Real de Varsovia será “importante”. Y el diario polaco Rzeczpospolita lo compara ya al que pronunció John Fitzgerald Kennedy en Berlín Occidental en 1963 ―dos años después de la apresurada construcción del Muro de Berlín― y en el que pronunció la emblemática frase “Ich bin ein Berliner” (soy berlinés).
Polonia, principal vía de entrada de los refugiados ucranios (2,2 millones de los 3,7 millones) y pieza clave del despliegue de la OTAN en su frontera oriental, es el único país que ha elegido visitar Biden en esta gira europea. A su anterior etapa, Bruselas, fue por una triple cumbre de la OTAN, el G-7 y la UE, lo que muestra cómo el mes de guerra en la vecina Ucrania ha reubicado a Varsovia en el tablero global tras años de polémicas en torno al Estado de derecho y a que el partido en el poder, el ultraconservador Ley y Justicia (PiS), no ocultaba su sintonía con Donald Trump.
Biden no ha sido recibido en Rzeszów por el presidente de Polonia, Andrzej Duda, como estaba previsto, porque el avión que lo transportaba se ha visto forzado a aterrizar de emergencia por un problema técnico. Le ha dado la bienvenida en su lugar el ministro de Defensa, Mariusz Blaszczak. Duda se dispone a unirse a ellos en otro aparato.
El presidente de Estados Unidos ha sido informado sobre la acogida de los refugiados y ha visitado (y compartido pizza) con miembros de la 82 División Militar Aerotransportada de las Fuerzas Armadas de su país. Han sido desplazados para reforzar el flanco oriental, al que la OTAN aprobó este jueves enviar cuatro nuevos batallones multinacionales. En Polonia están alrededor de 10.000 de los 100.000 militares que Washington mantiene desplegados en Europa con motivo de la crisis. Rzeszów se ha convertido estas semanas en centro logístico tanto para los refugiados como para el material militar y humanitario.
Biden tiene previsto llegar a las 18.40 a Varsovia, por cuyas calles se ven pasar de vez en cuando coches de policía en grupo. La policía ha pedido a la población que evite acercarse al centro en coche.
El sábado, también en la capital, se reunirá con Duda, visitará un centro de refugiados y ―antes de regresar a Washington― dará el citado discurso. “Hablará de lo que está en juego en este momento, la urgencia del desafío que tenemos por delante […] y por qué es importante que el mundo libre se mantenga unido ante la agresión rusa”, señaló Sullivan. En otro acto simbólico, el presidente Duda ha recibido antes a Svetlana Tijanóvskaya, la principal líder de la oposición bielorrusa, refugiada en Lituania desde justo después de las elecciones fraudulentas de 2020 en su país.
Mano dura
Polonia aprovechará la visita para pedir más mano dura con Moscú. El pasado miércoles anunció la expulsión de 45 diplomáticos rusos (la mitad de la Embajada) por sospechas de espionaje y abandera a los partidarios de dejar ya de comprar hidrocarburos a Rusia. Biden se comprometió este jueves en Bruselas a aumentar un 68% sus envíos a la UE de gas natural licuado, para acelerar el cierre del grifo ruso, si bien el total apenas cubre un 10% de las importaciones de gas natural desde Rusia.
Además, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, y su vice primer ministro y líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski, fueron dos de los cuatro dirigentes de países de la UE que viajaron en tren a Kiev para trasladar un mensaje de solidaridad al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en una iniciativa de la que se distanció Bruselas. En ese viaje, Kaczynski planteó establecer una fuerza de paz de la OTAN en Ucrania, una idea que Moscú considera “muy peligrosa”.
La sensación de punto de inflexión recuerda a otro viaje a Polonia de un presidente de Estados Unidos, simbólico aunque menos icónico que el de Kennedy a Berlín Occidental. Fue el que hizo George Bush a Varsovia y Gdansk en julio de 1989, un mes después de las primeras elecciones libres tras décadas de dictadura comunista en la órbita soviética.
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