“Por el camino se quedan más mujeres matemáticas que hombres”


Si hay algo que une a Judit Muñoz, María Cumplido, Maripaz Tirado, Mercedes Pelegrín García, Ujué Etayo, María Ángeles García Ferrero, María Jesús Carro y Olga Gil es la pasión por las matemáticas. Aunque no todas tuvieran siempre tan clara su vocación, recuerdan la gran satisfacción que sentían al resolver problemas que no parecían sencillos. Esta ciencia ha supuesto siempre para ellas un gran reto. Ahora tienen otro punto más en común: todas fueron galardonadas el pasado martes por la Real Sociedad Matemática Española (RSME) y la Fundación BBVA. Las cinco primeras fueron distinguidas por los Premios Vicent Caselles a jóvenes investigadores, otorgado por ambas instituciones conjuntamente; la siguiente recibió el galardón José Luis Rubio de Francia de la sociedad científica y las dos últimas por la Medalla RSME en reconocimiento a su trayectoria profesional, en las ediciones de 2020 y 2021 de los premios. Las científicas, con edades de entre 29 y 65 años, se han reunido horas antes de la ceremonia con EL PAÍS para reflexionar sobre las cuestiones que afectan a las mujeres matemáticas, como las trabas para incorporarse a la profesión, los posibles estereotipos o la inestabilidad laboral.

Muchas de las carreras de ciencias han estado siempre ligadas a términos como excelencia o brillantez. Un estudio publicado en 2017 en la revista Science concluye que, a partir de los seis años, las niñas tienen menos posibilidades de creer que personas de su mismo sexo tengan brillantez. María Cumplido, investigadora posdoctoral en la Universidad de Sevilla que consiguió resolver un problema matemático con más de dos décadas de antigüedad, reconoce que estos estereotipos influyen y que es fundamental educar en igualdad a todos, ya que no existen “cerebros de niños y cerebros de niñas”. María Jesús Carro, referente internacional en análisis matemático, afirma que para ella es fundamental el apoyo de los más allegados: “Como tuve una familia donde realmente me trataron igual que a mis hermanos, estos estereotipos no los viví”.

A pesar de que la tasa de graduadas en ciencias, matemáticas e ingenierías en 2019, según el INE, fue 2,5 veces menor que la de los hombres, las grandes diferencias entre géneros las han encontrado muchas de ellas una vez acabada la carrera universitaria. Esta es la experiencia de Judit Muñoz, cuyas investigaciones son aplicadas a ingeniería: “Cuando hice matemáticas éramos muchas mujeres. Pero a la hora de escoger el doctorado esto acabó. Ahora mismo estoy trabajando en EE UU y en mi zona de investigación somos una minoría aplastante”. Olga Gil, catedrática jubilada de Geometría y Topología y primera y única presidenta de la RSME, asegura que el gran salto está en el paso de la titulación a la carrera de investigación, ya sea en la universidad o en empresa.

La inestabilidad laboral es una de las cuestiones que más preocupa a las jóvenes científicas. Mercedes Pelegrín García, que trabaja en un proyecto que plantea la gestión del tráfico de taxis voladores, denuncia el sistema que hay en España en las universidades y el difícil acceso a tener una plaza permanente en ellas. “Está la cosa tan precaria… No tendría que ser normal tener que ir saltando de posdoc [investigación posdoctoral] en posdoc para llegar al final a algo atractivo para ti. Es una buena opción para conciliar, el problema es llegar hasta ahí”, explica. María Ángeles García Ferrero, que aunque estudió física luego hizo el doctorado en matemáticas y ahora se dedica a las ecuaciones diferenciales parciales, recuerda que ella empezó a notar más diferencias con sus compañeros al acabar la licenciatura y que por el camino se iban quedando “un porcentaje mayor de mujeres que de hombres”. Cree que la inseguridad laboral es el motivo.

Un estudio elaborado por el Ministerio de Ciencia y publicado en 2021 muestra que las jóvenes son el 57% del personal menor de 25 años en los organismos públicos de investigación. Una década después descienden hasta situarse en el 48% y con 65 años apenas alcanzan el 29%. Ujué Etayo, cuya investigación se ha centrado en cómo distribuir un conjunto de puntos en un espacio para ayudar, por ejemplo, en la prevención de incendios, asegura que es una vida “superinestable” y que “hay que ser buena, pero también tener suerte”.

En mi área de investigación somos una minoría aplastante

Judit Muñoz, matemática

Si han contado o no con dificultades extra por el hecho de ser mujeres depende de las vivencias personales de cada una. Carro asegura que en su larga trayectoria profesional no ha sentido algo así. Cumplido, por otra parte, ha vivido una experiencia completamente contraria e insiste en la necesidad de cambiar la cultura de la academia. “Si yo estoy aquí el día de hoy es a pesar de algunas personas”, afirma.

Pese a los posibles aspectos negativos, muchas de ellas destacan que sienten ahora una mayor visibilidad de la mujer en el mundo matemático. Pelegrín García anuncia entusiasmada un programa en el que participa y en el que cada año escogen a 12 jóvenes investigadoras para seguir sus trabajos, preparar conferencias, publicar sus perfiles… “Es importante que se conozca nuestra labor y nuestro papel en la investigación”.

La asignatura de matemáticas en colegios e institutos

Las matemáticas son una asignatura en la que a un número importante de alumnos en los colegios e institutos les cuesta aprender y disfrutar, como se muestra en el estudio TIMSS, que certifica que el nivel en España se encuentra por debajo de la media de la Unión Europea. Las niñas, conforme van subiendo de curso, sufren aún más que sus compañeros por esta asignatura. Una investigación de la Universidad de Zaragoza concluye que ellas presentan una menor eficacia autopercibida en la asignatura y una mayor ansiedad ante exámenes de la materia. Maripaz Tirado, teórica algebraica de singularidades, cree que se debería dar una vuelta, en algunas ocasiones, a la metodología para dar esta materia porque “puede llegar a ser muy aburrida como la imparten”. La nueva normativa que plantea el Gobierno para los estudiantes propone, entre otras cuestiones, resolver situaciones aplicadas, en la medida de lo posible, al mundo real. Etayo sostiene que no sería una solución en su caso, ya que ella eligió la investigación pura por la lógica interna, el teorema cerrado. “Me daría un poco de pena que por introducir una visión que se acerque a la realidad se pierda la otra parte”, detalla.

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