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¿Por qué Italia fue la ganadora de Eurovisión 2021? ¿Qué debería cambiar España? Cuatro expertos analizan esta edición del festival

¿Qué ha llevado a Italia a convertirse en ganadora de Eurovisión 2021? ¿Cómo fue la interpretación de Blas Cantó? ¿Qué debería cambiar en la candidatura española para que pudiera aspirar a salir de los puestos de cola en el festival, a los que está abonada en los últimos años? Cuatro expertos en televisión y música analizan la final de Eurovisión 2021, celebrada este sábado en Róterdam: Laura Ortiz, periodista especializada en televisión y Eurovisión; Carlos Marco, cantante, excomponente de Auryn (donde coincidió con Blas Cantó), compositor y director musical de programas como Mask Singer o Idol Kids; David Carro, periodista especializado en Eurovisión; y Mariola Cubells, analista de televisión.

Italia gana Eurovisión 2021 con el rock de Maneskin

1. ¿Cómo valora la actuación en directo de Blas Cantó?

Laura Ortiz: No se le puede poner ningún pero a la actuación en directo de Blas Cantó. En comparación con su primer ensayo, se nota que se pulieron muchos detalles. Lo que tenía que hacer lo hizo sobre el escenario, bordó la actuación, clavó el principio y el final y consiguió lo que quería, es decir, hacer una actuación emotiva que sirviera de homenaje a su abuela.

Carlos Marco: Centrándome exclusivamente en lo vocal, uno de los directos más impecables, afinados y acertados vocalmente de la gala y de los últimos años de España en Eurovisión. Un directo a este nivel en televisión, y con la presión de un continente mirando, está al alcance de muy pocos como Blas.

Blas Cantó lo hizo bien, como estaba previsto. Nada que destelle, nada que cree rechazo. Nada que no hubiéramos visto ya

Mariola Cubells

David Carro: Blas Cantó puede estar orgulloso de haber otorgado una actuación muy digna para España, algo que por desgracia no siempre podemos decir. Su rendimiento vocal se ha confirmado como uno de sus puntos fuertes, tal y como se esperaba. Sin embargo, no era una canción competitiva al no aportar alguna innovación a Eurovisión. La puesta en escena tampoco sumaba a la propuesta, faltaba un concepto claro que transmitiera un mensaje y elevara la emoción de la actuación.

Mariola Cubells: Blas Cantó lo hizo bien. Correcto. Como estaba previsto. Nada que destelle, nada que cree rechazo. Nada que no hubiéramos visto ya en sus ensayos. Su tono de voz, su puesta en escena…, todo bien. Eso sí, en el folclore, con las hipérboles que se vieron en el escenario, era imposible recordar a Cantó un minuto después.

Blas Cantó, durante su interpretación en la final de Eurovisión, el pasado sábado. En vídeo: la actuación del español.

2. ¿Cuál ha sido el factor que ha hecho ganar a Italia?

L. O.: Italia lleva unos años luchando por llevarse el micrófono de cristal con temas de lo más competitivos gracias a que salen del Festival de Sanremo, un certamen histórico en el que cada año se pueden ver muchos temas que rozan la excelencia musical. Viendo los últimos puestos de Italia, era evidente que tarde o temprano iban a terminar ganando. En esta ocasión, se ha diferenciado del resto. Lo mismo ocurre con Francia. En los últimos años, están trabajando duro por dar con la tecla para ganar el festival. Es cuestión de tiempo que terminen haciéndolo.

C. M.: La originalidad de la propuesta, que huye del cliché eurovisivo, llevando al escenario una actuación de concierto en lugar de una de televisión, en un contexto en el que Europa entera quiere volver a saltar en los directos. Además, la energía de la banda, pero, sobre todo, el carisma del cantante.

D. C.: Desde que volvió al festival, Italia ha desempeñado un muy buen papel, pero nadie esperaba que acabara ganando con una canción rock. Eurovisión puede presumir de diversidad en todos los aspectos y, sin embargo, el rock se ha hecho con la victoria en apenas dos ocasiones, la última en 2006. Era cuestión de tiempo que este género volviera a seducir a Europa y Måneskin traía un producto muy cuidado, pero a la vez muy auténtico. El público ha percibido que la canción, el vestuario y hasta la pirotecnia eran fieles a la esencia del grupo y ha triunfado un pack excéntrico pero no por ello artificioso. Al contrario que otros artistas, Måneskin parece haber llegado a Róterdam siendo ellos mismos y no forzando su propuesta para adaptarse a esos prejuicios absurdos que existen en torno a Eurovisión.

M. C.: Yo no soy eurofan (todo lo contrario) ni euroexperta, pero está clarísimo que el ganador lo decidió la mayoría con esa increíble votación del público soberano, que probablemente tiene razón.

3. ¿Qué necesita España para ganar o, al menos, mejorar su desempeño en Eurovisión en los próximos años?

L. O.: Hacer una reestructuración de arriba abajo en la delegación. España lleva siete años con malos resultados, sin hacer autocrítica y poniendo excusas sobre el motivo de estas posiciones. Ha llegado el momento de pedir explicaciones sobre lo que ocurre y poner a alguien que de verdad entienda lo que es el festival al frente de la delegación. Evidentemente, a esto hay que unirle que el problema también está en la base: las canciones no son competitivas (incluida la de Blas) y las puestas en escena no ayudan a que lo sean. España necesita arriesgar como lo hacen otros países y no limitarse a ir al festival a cumplir y llevarse el juego del programa.

España lleva siete años con malos resultados, sin hacer autocrítica y poniendo excusas. Ha llegado el momento de pedir explicaciones

Laura Ortiz

C. M.: Plantear una propuesta con posibilidades reales de trascender lo meramente eurovisivo, con un estilo definido acorde con el intérprete, y una puesta en escena con una intención clara, asequible y ejecutada por profesionales que verdaderamente sean capaces de estar al nivel audiovisual del festival. Si no somos capaces de hacerlo en una gala en nuestra televisión, tampoco lo seremos en Eurovisión. La canción de Eurovisión debería poder ser un single de éxito real del artista, y no un descarte o un álbum creado con clichés eurovisivos para sonar una noche, pero que nadie pondría en la radio o en sus auriculares. Si no es un éxito ni en el país, tampoco lo será en Europa.

D. C.: Lo más importante para ganar es dar con una canción buena, pero si nos conformamos con mejorar nuestros resultados, una opción puede ser deshacernos de concepciones absurdas en torno al festival y ser fieles a la esencia española. Francia es un ejemplo de país que explota lo que podríamos denominar las francesadas y obtiene muy buenos resultados. Podemos encontrar casos similares en Azerbaiyán, Grecia o países de los Balcanes, que casi conforman un género en sí mismo. En España tuvimos una buena oportunidad con La venda de Miki, pero a última hora cometimos el error de derivar la propuesta para hacerla “más eurovisiva”, que es un concepto vacío porque todo es válido en Eurovisión.

M. C.: España necesita liarse la manta a la cabeza y tener claro lo que hay, que hay que arriesgar más, tener un criterio más firme (como no cambiar cada año el método de elección del cantante) y ser un poco más atrevido. Y asumir que, quizá, definitivamente ese no sea nuestro lugar en el mundo. Salir a jugar, sin más.

Blas Cantó representa a España en Eurovisión, el pasado sábado.CAPTURA TVE / Europa Press

4. ¿Considera que el apoyo de RTVE al artista que nos representa cada año es el adecuado?

L. O.: Teniendo en cuenta las declaraciones que están vertiendo antiguos representantes españoles sobre sus problemas con TVE, está claro que no. Al final, da la sensación de que el artista va por un lado y la televisión, por otro y el resultado, al igual que en un trabajo grupal de clase, es una mezcolanza de ideas. Hay alguien que siempre dice que no a todas las ideas que se plantean, pero ¿quién? Ojalá hubiera más transparencia para poder saberlo.

Pese a haber la mejor de las intenciones, la selección y ejecución de las propuestas eurovisivas siempre nos dejan en la cola

Carlos Marco

C. M.: Desconozco por completo el apoyo que RTVE da al concursante. Lo que está claro es que, pese a haber la mejor de las intenciones por parte de RTVE, la selección y ejecución de las propuestas eurovisivas siempre nos dejan en la cola, por lo que algo debería cambiar en ambos procesos. Este año teníamos la oportunidad de llevar a un artista top de nuestro país, con un gran éxito reciente como Él no soy yo, e igualmente hemos fallado, algo que, como mínimo, invita a la reflexión.

D. C.: Conociendo de cerca el trabajo realizado durante los últimos años, es falso que en RTVE no haya interés por Eurovisión. Hay una determinación real por hacer las cosas bien, aunque es evidente que los resultados no acompañan. Existen buenas intenciones y un duro trabajo, pero parecen estar enfocados en la dirección equivocada. Es posible que falten ideas nuevas y ganas de arriesgar. Antes recriminábamos que las puestas en escena no estuviesen a la altura de otros países, ahora se intenta corregirlo contratando a escenógrafos internacionales e introduciendo decorados de gran envergadura. De nada sirve si mantenemos errores de base que afectan a la concepción misma del festival.

M. C.: Sinceramente, no creo que sea ese el problema. Yo creo que la televisión pública apuesta por este formato, intenta llevar lo que ellos consideran que puede ser representativo del festival. Y dentro de sus armas televisivas (que tengamos claro que no son muchas porque ni es líder ni tiene un público fiel y entregado, sobre todo en el entretenimiento) hace lo que se espera de una tele pública.

La gala del Festival de Eurovisión 2021, en imágenes

5. ¿Debería cambiar el sistema de votación?

L. O.: No creo que se deba cambiar el sistema de votación, creo que la Unión Europea de Radiodifusión debería ponerse más estricta en cuanto a quién conforma el jurado profesional: que sean profesionales de verdad, entiendan de música y tengan experiencia en el sector.

En los últimos años, los jurados han demostrado caer en el vecinismo más que el televoto

David Carro

C. M.: Personalmente, y bajo la experiencia de haber dirigido a nivel musical los principales programas de búsqueda de talento del país y ver la reacción del público ante las propuestas y las diferentes formas de votación, creo que si una propuesta es verdaderamente buena, no importa la política, la forma de votar, ni casi ningún otro factor. Sea con el sistema de votación que sea, una actuación verdaderamente buena puede ganar o no, pero siempre debería quedar bien posicionada.

D. C.: El eterno debate. Cuando se introdujo el sistema mixto de jurado y televoto en 2009, era necesario el criterio de expertos que compensase la inercia de los países vecinos a votarse entre sí. Quizás estamos en un buen momento para replantearnos este mecanismo. En los últimos años, los jurados han demostrado caer en el vecinismo más que el televoto, así como en cánones musicales clásicos. Muchos jurados siguen pensando que una balada poderosa es mejor música que un trap, y esto se aleja de un festival vanguardista como pretende ser Eurovisión. Por otro lado, el público vota cada vez más lo que le gusta, con independencia de su origen territorial. Internet y la globalización están acabando con la inercia de votar a un país por el simple hecho de ser vecino.

M. C.: Yo el sábado me lo pasé francamente bien durante las votaciones. No me atrevería a decir si es más democrático, más justo o mejor, me faltan datos y experiencia sobre ese asunto, pero también es evidente que el método de votación ha cambiado varias veces. Y ninguna de ellas nos ha favorecido.

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