Para las madres como yo, nada levanta más el ánimo que ver los ojos de mis hijos llenos de asombro. Hay cosas triviales que los adultos damos por sentadas; como cuando un pez nada alrededor de los dedos de la mano, cuando aparece un arcoíris, chapotear en los charcos, escuchar el rugir de un avión o hacer el primer la canasta de básquet. Me encanta escuchar a mis tres hijos pequeños jadear ante la magia del mundo y todas las posibilidades que presenta.
Nunca esperé que la fuente inagotable de maravillas de este año fueran las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020, sobre las que mis hijos, que cursan educación primaria, no paraban de preguntar antes incluso de irse a la escuela.
Fue agradable ver a los niños hacer más matemáticas en casa, calculando las diferencias entre los votos y sumando los números electorales. Pero el momento que nunca olvidaré fue cuando mi hija reaccionó al discurso de Joe Biden y Kamala Harris, sabiendo que Kamala era la primera mujer vicepresidenta de la historia de EE UU.
“¡Guau! ¿Ella puede ser vicepresidenta?” preguntó ella. Mi corazón se hundió. ¿Por qué estaba tan sorprendida de que una mujer pudiera alcanzar esas alturas?
“No solo eso,” contesté. “Su madre también es científica”.
“¡No puede ser, no lo sabía!”, exclamó. “¿Eso significa que yo puedo ser presidenta?”
Es por esta reacción que la victoria de Kamala Harris es también una victoria para las madres científicas como yo. Kamala atribuye su éxito a Shyamala Gopalan Harris, su brillante madre científica que casualmente también trabaja en el mismo campo que yo: el cáncer de mama. Shyamala logró criar a dos hijas siendo madre soltera mientras obtenía un puesto de profesor titular y realizaba una investigación pionera sobre el cáncer.
Shyamala es un modelo a seguir para las científicas que son madres, dándonos esperanza y tranquilidad por nuestros sacrificios y las luchas diarias. En mis momentos más oscuros, me entran dudas sobre mi carrera. La investigación es impredecible, notoriamente inestable y exigente tanto para mí como para mi familia. He normalizado el despertarme a las cinco de la mañana para poder trabajar antes de que se despierten los niños y a la vez cumplir las demandas de mi investigación. Como muchas otras madres que trabajan los fines de semana y las noches, me pierdo momentos preciosos como despedir a los niños cuando se van de excursión o cuando hacen un concierto con el coro escolar.
Shyamala logró criar a dos hijas siendo madre soltera mientras obtenía un puesto de profesor titular y realizaba una investigación pionera sobre el cáncer
Me he perdido los cumpleaños de dos de mis hijos cada dos años desde que nacieron porque se solapan con la conferencia de investigación más importante de mi campo. ¿Pensarán mis hijos que mamá no estuvo allí por su cumpleaños o que no fue a buscarlos a la escuela? ¿O recordarán que trabajé duro y tuve el coraje de perseguir mi pasión?
Aunque las cosas han mejorado en las cuatro décadas desde que Shyamala persiguió su carrera, no conozco a ninguna familia monoparental que también tenga una carrera activa en mi campo de investigación. La pandemia actual acentuará esta brecha aún más. La proporción de estudios científicos relacionados con la Covid-19 con una primera autora es 19% más baja que la de los artículos publicados en las mismas revistas en 2019. Una de las razones principales de esta diferencia de género se debe a que las mujeres científicas realizan una cantidad desproporcionada de deberes familiares, como cuidar a los niños. Si no tomamos medidas para apoyar a las investigadoras y a las familias monoparentales, corremos el riesgo de perder una generación de mentes brillantes.
Todavía recuerdo la primera persona que me inspiró a dedicarme a la ciencia, el Sr. Cassidy, mi profesor de química en mi escuela de educación secundaria en Gales. No fue hasta que regresé a Escocia, mi lugar de nacimiento, para comenzar mis estudios de posgrado, que tuve un role model que fuera mujer. La entonces directora del Instituto Beatson en Glasgow, Karen Vousten, dio una charla tan apasionada e impactante que salí de la sala con un sentimiento de euforia. Es esa pasión la que todavía me sostiene hoy en día, superando la carga adicional que llevo como madre.
La inspiración es como una chispa que enciende una llama de imaginación en los demás. Espero transmitir esta antorcha cuando hable pronto con la nueva clase de alumnos del Sr. Cassidy, con la esperanza de inspirar a futuras generaciones en gratitud por lo que hizo él por mí hace 25 años. Y aunque Shyamala Gopalan Harris ya no está con nosotros, su legado es un punto de inflexión histórico. Cuando Kamala Harris sea nombrada vicepresidenta de EE UU este miércoles, será en parte gracias a los esfuerzos y sacrificios de su madre investigadora. ¿Y quién sabe? Un día tal vez incluso será presidenta.
Roni Wright es investigadora y miembro de la comisión de igualdad de género en el Centro de Regulación Genómica (CRG) y profesora colaboradora de la Universitat Internacional de Catalunya
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