Por qué necesitamos dormir y qué pasa si no lo hacemos

Solemos dormir entre seis y ocho horas al día, de forma que al final de nuestra vida habremos pasado durmiendo en torno a 25 años, ¡un cuarto de siglo! De estos 25 años, cuatro los pasaremos soñando, aunque la mayor parte de los sueños ni siquiera los recordamos al despertar. Teniendo todo esto en cuenta, merece la pena conocer las razones por las que dormir es tan importante para la salud y qué ocurre si no lo hacemos.

La principal función del sueño es la reparación tanto a nivel físico como mental. Mientras dormimos se ponen en marcha una serie de redes neuronales que generan las distintas fases del sueño en las que tienen lugar funciones muy importantes para la vida.

¿Qué es lo que ocurre cuando estamos durmiendo? Se reparan los tejidos mediante la fabricación de nuevas proteínas, el sistema inmunitario genera defensas, se ahorra energía, se libera la hormona del crecimiento, se regulan las emociones…

Fases del sueño

Nada más meternos en la cama empieza a ralentizarse el movimiento ocular y los músculos se relajan. Pasamos el 50% de la noche en la segunda etapa, en la que las ondas cerebrales son lentas, y la presión arterial y el ritmo cardíaco son irregulares.

La tercera etapa corresponde al sueño más profundo. Las ondas cerebrales de convierten en ondas restaurativas, y el cuerpo empieza a repararse. En esta fase se liberan hormonas y el cerebro bloquea los recuerdos, al tiempo que clasifica y almacena toda la información que absorbió el día anterior.

¿Qué pasa si no dormimos bien?

Varios estudios han señalado que en torno al 45% de la población mundial no descansa lo suficiente, lo que afecta a su calidad de vida. Una de las consecuencias más frecuentes de los trastornos del sueño es el aumento de peso. Hay quienes suelen comer más durante la noche, cuando se despiertan al no poder dormir.

A esto hay que sumar que no dormir bien se traduce con el paso del tiempo en una disminución de la tensión arterial, lo que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Los niveles altos de ansiedad también son un problema porque durante las diferentes fases del sueño el cuerpo elimina estrés y tensión.

Y, por último, dormir poco también debilita el sistema inmunológico al bajar las defensas. Esto aumenta las probabilidades de contraer enfermedades víricas y bacterianas, como la gripe o el resfriado, por ejemplo.


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