El jamón york es en realidad jamón cocido. Se trata de un fiambre que se deriva de la carne de cerdo obtenida de los miembros posteriores del animal. Esta carne se cuece en agua salada, y, en algunos casos, se le añaden diversos condimentos para mejorar o potenciar su sabor.
Historia del jamón york
Seguro que muchas veces te has preguntado por qué el jamón york se llama así. Pues bien, tiene que ver con su lugar de origen: la ciudad de York.
En el año 1860 el carniceron Robert Burrow Atkinson comenzó a curar el jamón en un local situado en el Blossom Street. Cobró tal popularidad que los visitantes llegaron a exportar el nombre y en otros municipios de Reino Unido comenzaron a solicitar el jamón curado al estilo York.
A principios del Siglo XX Auguste Escoffier mencionó el jamón york en su libro «Le Guide Culinaire».
El jamón york no es jamón york
Ahora bien, lo que en España conocemos como jamón york no existe como tal. El «jamón», tanto si lo compramos en lonchas o directamente en la charcutería, no debería ir acompañado de la coletilla que se refiere a la población de York, en Reino Unido.
La razón es muy sencilla: no se ha seguido el proceso de elaboración original, no se ha producido en York y no es jamón natural. El jamón york en realidad se elabora con almidón, harina, azúcar, gelatina, fécula…
Por lo tanto, la denominación adecuada sería «fiambre», tal y como señalan los expertos.
El verdadero jamón york tiene una gran fama a nivel mundial ya que se elabora de manera tradicional y manteniendo la calidad. Sin embargo, en España hemos incorporado este término para referirnos a todo el jamón que no es salado, independientemente de si es fiambre o no.
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