¿Por qué se llaman pasos de cebra y por qué son blancos?

Todos nosotros convivimos con los pasos de cebra a diario, y sabemos cuáles son las normas tanto para peatones como para vehículos en los mismos. Son indispensables para la circulación de personas por la vía pública y permiten cruzar de una acera a otra de forma segura. Los vehículos deben respetar la señalización y el paso preferente de los peatones. De lo contrario, pueden enfrentarse a sanciones.

Por increíble que parezca, los pasos de cebra tal y como los conocemos en la actualidad, también conocidos como pasos de peatones, tienen poco más de medio siglo de historia. Fue a mediados del siglo XX cuando se empezaron a pintar marcas blancas paralelas en el suelo para dar preferencia a los peatones sobre los vehículos en la vía pública.

Esta teoría señala que el origen de los pasos de cebra en la circulación de personas y vehículos es del año 1949 en Reino Unido. George Charlesworth, director del laboratorio de investigación de la carretera, quería encontrar una solución para reducir el número de atropellos que se sucedían a diario. El número de vehículos en las calles era cada vez mayor, y el peligro de los peatones iba en aumento.

Se le ocurrió pintar en la calzada unas señales por las que los peatones pudieran cruzar de manera segura. A modo de experimento, se instalaron un total de 1.000 pasos de color amarillo o azul para comprobar si realmente funcionaban.

Demostraron ser muy eficientes, y rápidamente se aprobó una ley en el Reino Unido para instalar pasos de peatones. El 31 de octubre de 1951 se pintó el primero en Slough. En tiempo récord se extendieron por todo el mundo.

En España la Dirección General de Tráfico obliga a pintar los pasos de cebra de color blanco. El por qué del nombre tiene que ver con la piel de las cebras, de color negro con rayas blancas.

Pasos de cebra en la Edad Antigua

Claro que esta no es la única teoría que explica el origen de los pasos de cebra. Existe otra que señala que en la Antigua Roma y en la Antigua Grecia ya había adoquines colocados de manera paralela para unir dos aceras. De esta manera, los peatones podían cruzar de un lado a otro sin caer la calzada que, según detallan los archivos históricos, estaban llenos de orina y suciedad. Gracias a estos adoquines, los viandantes evitaban pisar la calzada.


Source link