A veces es inexplicable. Tomamos un desayuno abundante, un buen almuerzo e incluso la cena es copiosa, pero la sensación de hambre no desaparece. Y te paseas de un lado a otro de la nevera y la despensa, buscando una galleta o algo que pueda saciar tu apetito y los ruidos del estómago. Pero, ¿de dónde vienen estas constantes punzadas de hambre? ¿Cómo surge este constante e implacable deseo de comer? ¿Por qué siembre tengo hambre?.
¿Por qué siembre tengo hambre? Estas tres sorprendentes causas son las más comunes
Las causas de los ataques de hambre pueden ser muy diferentes por lo que podemos analizar algunas de las más comunes o principales y qué podemos hacer al respecto. En general estas son las tres causas al hambre persistente que sienten muchas personas :
Si faltan carbohidratos y proteínas en la mesa
Aquellos que intentan llevar a cabo una dieta sin control médico para perder algunos kilos pueden experimentar fácilmente dolores de hambre continuos. Al reducir las cantidades de forma arbitraria, sin tener en cuenta los macronutrientes sino solo las calorías, el cuerpo se protege y bloquea el metabolismo. Nuestro cuerpo ahorra, retiene todo lo que llega para evitar pasar hambre y esto puede llevar a que la sensación de hambre no desaparezca en todo el día. Lo mismo ocurre si hay escasez de carbohidratos. Si una persona decide excluir por completo los carbohidratos de su dieta, en algún momento experimentará un ataque de hambre destinado a buscar azúcares, especialmente dulce.
La razón es simple: la necesidad de serotonina,la hormona de la felicidad. Obviamente, esto ocurre si hacemos una dieta que es larga o que vamos repitiendo de manera cíclica. Si una persona se salta la cuota de carbohidratos durante un día, no sucede nada. Pero con el tiempo, la exclusión de carbohidratos de la dieta puede causar cambios de humor y sensación de hambre.
También sucede algo parecido con respecto a las proteínas. Combinar proteínas con carbohidratos implica una bajada de la curva glucémica. En la práctica, si solo comemos carbohidratos, los azúcares se descomponen mucho más rápido en la sangre, el pico glucémico es corto y más intenso y volveremos a pasar hambre al poco de comer. Con las proteínas, en cambio, los carbohidratos se equilibran, el pico glucémico es menos importante, el azúcar circulará con menor rapidez y esto aumentará la duración de la sensación de saciedad.
Por lo tanto si queremos prevenir ataques de hambre debemos combinar carbohidratos, proteínas y todos los demás nutrientes, como la fibra y la grasa.
Saltarse las comidas
Otra causa de los ataques de hambre es la desorganización de los alimentos o saltarse comidas. Sabemos que todos los médicos y nutricionistas recomiendan comer al menos 5 comidas al día, de las cuáles hay tres que son primordiales: desayuno, comida y cena. De entre estas, una de las comidas más importantes para prevenir el hambre es definitivamente el desayuno.
Si lo omitimos, el cuerpo ya entra en hipoglucemia temprano en la mañana y esto afectará la elección de alimentos durante el día. Si lo hacemos incorrectamente, introduciendo solo azúcares sin proteínas, después de una hora todavía entraremos en hipoglucemia y volveremos a tener hambre. Un desayuno equilibrado y saciante incluye carbohidratos, proteínas y fibras.
De este modo, saltarse una comida y no solo el desayuno, sino también el almuerzo o la cena, corre el riesgo de provocar una descompensación metabólica y de hecho, aquellos que eligen saltarse las comidas por razones de adelgazamiento corren el riesgo de acabar con verdaderos ataques de hambre nerviosa por lo que nunca lograrán su objetivo de perder perso.
Padecer estrés
Para algunas personas, el estrés hace que el estómago se cierre por completo. Otros, en cambio, tienen que lidiar con un abismo real. Nunca dejan de tener hambre y continuamente tienen que poner algo en su estómago. El estrés aumenta el cortisol, una hormona que aumenta la glucosa en circulación y promueve la acumulación de grasa. En la práctica, cuanto más cortisol hay en nuestro cuerpo, más hambre tenemos. Así que en lugar de ceder al ataque del estrés que nos lleva directamente a la despensa es mejor buscar un método para bajar los niveles de esta hormona.
Podemos hacer actividad física por ejemplo. Pero en realidad el verdadero aliado en estos casos es el sueño. Y si tenemos dificultades para dormir podemos intentar centrarnos en los carbohidratos para la cena. La pasta y el arroz ayudan de hecho, a diferencia de las proteínas que dan más energías, a conciliar el sueño. Pero a esto se le suma el hecho de dormir las horas necesarias. Cuando no descansas bien, la grelina, la hormona del apetito, aumenta y la leptina, la hormona que regula la saciedad, disminuye.
Estos son tal vez los tres motivos que más tratan los médicos con gente que acude a ellos con la preocupación de tener hambre siempre, aunque podemos además tener en cuenta otros factores, como el hecho de comer sin dispositivos, para saborear más la comida, beber a lo largo del día, para mantener la sensación de estómago lleno o tomar una dieta que incluya todos los nutrientes en las proporciones adecuadas.
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