Los precios siguen subiendo en Alemania y se empieza a sentir en los bolsillos de los consumidores. En mayo, la inflación creció 8,7% interanual, el nivel más alto desde la reunificación del país, a fines de los 80.
Primero fue la pandemia -y la disrupción de las cadenas de suministro mundiales derivada-, ahora es la guerra entre Rusia y Ucrania que ha disparado las commodities, llevando el precio de la energía y los alimentos a niveles récord.
“En el súper por ahí son 10 o 15 euros más en una compra de 70 u 80 euros”, explica Nicolás, un argentino que vive en Alemania. A diferencia de la Argentina, donde los consumidores están acostumbrados a las ofertas y a diferentes formas de financiamiento para cubrirse de la inflación, Nicolás dice que no tiene ninguna estrategia y que no ha reducido su consumo ante la suba de precios. “No necesitás ‘tarjetear’ o pagar en cuotas, pero sí que se siente la diferencia. Ahorrás menos”, cuenta.
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“No es que tenés problemas para llegar a fin de mes sino que capaz podés ahorrar un poquito menos. O si tenés que hacer alguna compra grande, capaz que pensás un poquito más o mirás un poquito más”, dice Federico, otro argentino que hace más de 10 años que vive en Alemania. “Lo más clásico que es comprarte un kebab, algo que todo el mundo consume, se nota muchísimo cómo aumentó”, agrega.
“Hay mucha publicidad en la televisión y en la radio que te van mostrando maneras de ahorrar, cosa que viniendo de Argentina te das cuenta… De hecho, me llamó la atención. Años atrás no había publicidad o productos con tantas ofertas. Ahora se hizo más visible eso en los productos, como que hay mucha más variedad de ofertas y la gente va un poquito más atrás de la oferta que antes”, compara.
El gobierno de Olaf Scholz ha lanzado un plan de 30.000 millones de euros para ayudar a los consumidores alemanes, especialmente los más vulnerables. Las medidas incluyen el ticket de 9 euros’; recortes de impuestos a los combustibles; subsidios a las tarifas de energía; y un bono único de 300 euros para todas las personas y otro de 100 euros por niño.
Pero aunque las medidas fueron un alivio temporal para la inflación de junio (bajó del 8,7% al 8,2%), en julio tuvo un repunte de 8,5%, según la oficina nacional de estadísticas, Destatis. Y la cifra podría ser peor en los próximos meses, cuando terminen algunas de esas iniciativas y Alemania probablemente tenga que enfrentar el invierno sin el gas ruso.
Scholz ha comparado el escenario actual con el de las décadas de 1960 y 1970 y ha prometido más medidas para los próximos meses: “Tenemos que ver qué podemos hacer para proteger a los ciudadanos de dramáticos aumentos de precios”, dijo. El canciller planea reunirse con empresarios, sindicatos y el equipo del banco central alemán en septiembre.
El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, dijo hace unas semanas que hay riesgo de que la inflación se mantenga alta en el mediano plazo y el banco central prevé una tasa promedio por encima del 7% para este año.
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“Para este año, pensamos que realmente podemos manejar los vientos en contra de la inflación que vemos por el lado de la energía, pero también de los salarios”, le dijo Bettina Orlopp, CFO de Commerzbank a Bloomberg TV. “Los próximos años -2023, 2024- la historia será diferente, cada vez más difícil”, agregó.
Pero, ¿Alemania está viviendo realmente un proceso inflacionario? La doctora Silke Tober, del Instituto de Políticas Macroeconómicas (IMK, por sus siglas en alemán) de la Fundación Hans Boeckler, no está de acuerdo. “La inflación que estamos experimentando en este momento en Alemania, y en la zona euro en general, no es inflación en el sentido real. Lo que tenemos son shocks de precios”, explica. “Lo que realmente hace a un proceso inflacionario es que los salarios y los precios suban, y entonces se tenga una especie de inflación persistente. No estamos en esa fase. Lo que estamos viendo, en realidad, es que los aumentos de la energía y los alimentos están haciendo subir los precios”, agrega.
“Dicho esto, tenemos medidas de ayuda: el Gobierno ha otorgado bonos a hogares, especialmente los de bajos ingresos, y otras medidas que reducen la carga de la inflación”, destaca Tober.
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Ella espera que el ritmo de los aumentos baje “sustancialmente” el año que viene, siempre y cuando la guerra en Ucrania no se agrave. “Si tenemos un embargo de gas y no hay más gas de Rusia, habrá otro salto en los precios de la energía, y entonces la inflación seguirá siendo alta también el próximo año. Y luego tenemos el problema de que pueden haber efectos secundarios, es decir, que los aumentos salariales podrían ser excesivos y entonces habrá una inflación persistente”, advierte.
La experta de IMK afirma que la suba de precios está afectando especialmente a los hogares de menores ingresos, que deben “recortar otros gastos para pagar la comida y la energía” porque suelen tener menos ahorros a los que recurrir.
“Los hogares con mayores ingresos suelen tener patrimonio y una tasa de ahorro elevada, por lo que hacen frente a la situación reduciendo su tasa de ahorro o, incluso, sus ahorros. Pero los hogares con bajos ingresos no suelen tener, al menos en Alemania, una tasa de ahorro positiva -lo que significa que ya han gastado todo su dinero o la mayor parte- y tienen muy poco patrimonio, así que lo que tienen que hacer es reducir el consumo para hacer frente al shock actual [de precios]”, explica Tober.
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De hecho, las ventas minoristas de junio se hundieron un 8,8% interanual, la mayor caída desde 1994, según Destatis. Los rubros no esenciales como muebles, electrodomésticos, ropa o zapatos, fueron los más afectados.
Del otro lado, para evitar trasladar el aumento de costos a los clientes y seguir siendo competitivas, varias empresas están manteniendo los precios (o subiéndolos a un ritmo muy bajo) pero reduciendo el contenido de sus productos, alertó Verbrauchenzentrale Hamburg, un centro de asesoramiento al consumidor. Se trata de aumentos de precios ocultos, denominados generalmente como ‘shrinkflation’ (reduflación).
Con una tasa de interés de sólo 0,50%, los créditos o el financiamiento de consumos en cuotas parecería, a priori, una opción atractiva para cubrirse de la inflación. Sin embargo, Verbrauchenzentrale Nordrhein Westfalen, la asociación de protección al consumidor de Renania del Norte-Westfalia, dice que no se observa, al menos por el momento, “un aumento de la demanda en nuestro servicio de asesoramiento sobre deudas o en la estadística nacional sobre sobreendeudamiento como consecuencia de la actual inflación. Aunque notamos una preocupación constante por el aumento de los precios”.
“Normalmente las deudas excesivas e insolvencia de los consumidores no se ven inmediatamente, sino después de un tiempo, tras una crisis. Por lo tanto, es posible que al final veamos más insolvencias de los consumidores debido a este aumento general de los precios”, afirman desde el organismo.
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