Primero asesinaron en el cine, ahora en la televisión

El muñeco diabólico ha vuelto a la vida, pero su última reinvención no fue en forma de la habitual secuela cinematográfica, sino como serie de televisión. Chucky (cuya primera temporada ha terminado recientemente en Syfy y está disponible bajo demanda) ha recibido buenas críticas en su primera tanda de episodios y ya prepara su regreso. A finales de 2020, Sé lo que hicisteis el último verano tuvo una nueva versión, también por capítulos, en Amazon Prime Video, en este caso sin tanto éxito: no tendrá nueva entrega.

El verano pasado, Netflix se apuntó un tanto con la trilogía de películas La calle del terror (Fear Street en su título original), tres películas emitidas en semanas consecutivas al estilo de una miniserie, cada una ambientada en una época diferente y con referencias y homenajes al cine del género de los noventa, los setenta y sobrenatural en sus diferentes entregas. Las películas dirigidas por Leigh Janiak contaron con el aplauso de crítica y público por su capacidad para conjugar el homenaje y la reinvención de un subgénero tan manido como el slasher, aquel en el que un asesino en serie aterroriza a un grupo de adolescentes antes de matarlos de forma cruel y retorcida.

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No son los únicos títulos con los que el slasher ha saltado a la pequeña pantalla en los últimos años. En 2015, el canal MTV apostó por la marca Scream en una serie que tuvo tres temporadas. Ese mismo año, el poderoso productor y creador televisivo Ryan Murphy firmó Scream Queens, una combinación de comedia negra, sátira y slasher. Murphy también está detrás de American Horror Story, que en 2019 apostó por homenajear al subgénero con AHS:1984, temporada cuya trama tenía lugar en un campamento de verano al estilo Viernes 13 (y que ahora emite en abierto el canal Energy en la madrugada de los domingos). Además, Netflix acaba de estrenar, en formato película, una nueva versión de La matanza de Texas y Charlize Theron produce para HBO Max una serie basada en la novela The Final Girls Support Group, cuya trama se sitúa en un universo donde las películas slasher de los años setenta y ochenta fueron realidad y las mujeres que sobrevivieron a esos psicópatas han formado un grupo de apoyo.

Olivia Welch y Kiana Madeira, en la primera entrega de ‘La calle del terror’.

La televisión ha sido testigo de una explosión del género en los últimos tiempos. “El terror es muy popular y siempre está de moda”, dice la periodista y crítica de cine Desirée de Fez. “Se está produciendo muchísimo terror para plataformas, tanto películas como series, y cogen los subgéneros que mejor han funcionado tradicionalmente para generar contenidos de forma bastante rápida. Incluso relatos ya existentes, porque es fácil adaptar lo que ya ha funcionado y hacer un material digno con ello sin necesidad de comerse la cabeza. El slasher es un tipo de relato que funciona, la idea de algo o alguien que amenaza y las muertes en cadena cada vez más sofisticadas, más originales, es algo que funciona y muy fácil de adaptar. La gente busca cosas muy distintas, pero ante una propuesta así, lo que quieres es el nervio del subgénero, que te asuste, que sea medianamente carismático el posible asesino, como Chucky, que es un personaje muy guay. Y desde ahí, buscar darle la vuelta”, añade la periodista, autora del libro Reina del grito y de los podcasts Marea nocturna y Reinas del grito.

Un elemento común en la mayoría de estas propuestas es la mirada al pasado. Muchas son continuaciones, nuevas versiones o incluyen homenajes a historias ya conocidas, porque el asalto del slasher a la televisión tampoco puede escapar de la omnipresente nostalgia. Incluso una de las apuestas de terror en la televisión española reciente es una nueva versión de un clásico, Historias para no dormir. “Es uno de los temas de estos años, nuestra relación con la nostalgia. Incluso hay ficciones que ya incorporan esa reflexión, como la última película de Spiderman, el nuevo Matrix o Última noche en el Soho, hasta qué punto el hecho de estar obsesionados con los mitos y relatos que nos han formado nos impiden avanzar”, dice De Fez.

Entonces, ¿qué novedades traen estas propuestas? La mayoría de ellas, han intentado dar una vuelta a los roles de género e incluir una mayor diversidad sexual en sus protagonistas. La calle del terror tenía en su centro a una pareja lesbiana e interracial. Sé lo que hicisteis el último verano también incluía una pareja gay interracial, y Chucky está protagonizada por un adolescente homosexual.

Leslie Grossman, en ‘American Horror Story: 1984’.

“Este es un buen momento para, sobre determinados géneros que a lo largo de la historia se han abordado de una manera muy similar, proyectar una sensibilidad más actual, meter temas conectados con el presente, aprovechar una cosa muy sencilla como el slasher para que tenga lecturas más relacionadas con la actualidad, cosas que pasan en la sociedad y están en la calle, como hizo La calle del terror, que da más protagonismo a los personajes femeninos y desactiva unas ideas en torno a los roles de género que rompen con los tópicos que más han perdurado en el cine de terror”, apunta De Fez. De la trilogía de La calle del terror, la mayoría de la crítica alabó su capacidad para tomar los elementos del género y pasarlos por una nostálgica mirada millennial.

Los retos del cambio de formato

Además de ese giro en el fondo, la adaptación a la televisión requiere un cambio en la forma tradicional del género: de la hora y media o dos horas de una película, que habitualmente arranca con algún crimen que mete rápido al espectador en el juego, tras lo que se van sucediendo escalonadamente los asesinatos, con periodos valle sin tanta acción, hasta llegar al habitual baño de sangre final, una serie requiere una estructura diferente. Ahora se plantean cuestiones como cómo mantener el interés de la audiencia en los momentos más tranquilos, cuántos asesinatos incluir por episodio (y cuántos personajes necesitas para ello), cuándo revelar datos sobre el asesino, cuánto se puede alargar realmente la historia… En el caso de Sé lo que hicisteis el último verano, por ejemplo, lo que antes se contó en menos de dos horas se ha estirado hasta tener casi ocho.

También ha cambiado ligeramente su público. “El cine de terror genera un impacto muy físico, te conmueve, te agita, y eso siempre hace que tenga un público muy amplio. En estas propuestas quizá hay un intento de acercar a generaciones nuevas el género, un interés por que el público sea más joven, y no solo series que quieran ver los adultos. No es que las estén infantilizando, pero sí que a nivel estético y de la utilización de determinados recursos, como la tecnología, redes sociales… hay interés por que estas propuestas lleguen a un público más joven”, remata Desirée de Fez.

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