En las alturas de Denver, la ciudad de la milla, los Nuggets probaron el cielo desde la cima de la NBA, al encuentro el líder del Este, los Milwaukee Bucks, contra el propio líder del Oeste, al encuentro los dos grandes propietarios del duopolio del MVP de los últimos años para poner en relieve el pionero pívot europeo que todo lo sabe hacer: Giannis Antetokounmpo y Nikola Jokic, los galardones de 2019 y 2020 para el griego, los de 2021y 2022 para el serbio. Su profundo compromiso por el anillo que no tiene para intensificar todavía su prodigioso dominio del juego más allá de los números, la enfervorizada pasión de su equipo y sus fieles, devoraron a los campeones de 2021 para hacer una conmovedora declaración por esa sortija por la que clama el balcánico (129 – 106).
Giannis Antetokounmpo -31 puntos (13/22 en tiros de campo y 0/3 en triples), 9 rebotes y 4 asistencias-, puede ser el ideal de atleta, la soñada e idílica combinación de volumen y definición, el físico perfecto envuelto de calidad. Pero Jokic, 31 tantos -10/20 en tiros de campo pese a un 1/6 en triples-, 11 asistencias y 6 rebotes, con esa pizca de panza de todos los empresarios, es un hombre de negocios como advierten sus impecables trajes con los que comparece y se va de la pista, como desprende su manera, más que de jugar, de leer y gestionar el basket, como denota su manera de machacar a la competencia sin compasión.
Lo hizo con Brook López, ‘mangoneándolo’ cual monigote en el poste medio y bajo, sometido el interior de los Bucks a los bellos reversos de Jokic surcando los cielos, que si ahora te la ‘meto’ con la izquierda, que si ahora con la derecha, que si ahora te sorprendo mientras estás pensando si en realidad voy a finalizar o te estoy fintando.
El ‘joker’ engañó a todos, su cita no iba a ser con ‘Anteto’, sino que los Nuggets le iban a dejar solas con López, al que Mike Budenholzer ‘guardó’ en el banquillo en el tercer cuarto con 4 faltas, del todo desquiciado el interior, para no volverlo a sacar. En un momento en el que también se debaten las distinciones individuales, Jokic señaló con tanta ‘saña’ como maña los puntos débiles de la candidatura de Brook al honor de ‘Mejor Defensor’. El serbio es muy bueno, pero, como buen ‘businessman’, también puede llegar a ser muy ‘malo’.
Como a él le trae sin cuidado lo del tercer MVP, se centró en defender junto a sus compañeros la cuestionada candidatura de los Nuggets con un enérgico afán. Pintaba a que había habido seria conjura por parte del conjunto de Colorado, quizá harta de que se discuta su favoritismo por su supuesta debilidad defensiva, de quedar por detrás de los Suns en las predicciones del Oeste. Un sentir que pareció compartir un enloquecido Bally Arena. El ‘desahogo’ de la ira de Denver llegó en el tercer cuarto, del 63-66 al 97-85. De los 24 puntos de Giannis en la primera parte a los 7 de la segunda mitad.
“¿La diferencia del tercer cuarto? Hemos jugado con consistencia, hemos encontrado tiros en transición. Y mira este público, ¡es fantástico!”, exclamaba al final del partido Jamal Murray mientras jaleaba con los brazos a la entusiasmada multitud de Denver. El base canadiense, mirada decidida y explosividad y acierto incontenibles, tiene la clave de la sostenibilidad del plan de juego de los Nuggets cuando Jokic descansa como generador principal. Con 26 puntos, 18 de ellos en el primer parcial -9/19 en tiros y 5/10 en triples-, y 9 asistencias, fue el otro pregonero de la fiesta de Denver.
Cortando en la zona para encontrar ese elegante tiro de media distancia, con triples y transición y tras bloqueo alto buscando los puntos débiles de la defensa de Brook López, Murray fue el colaborador de lujo de Nikola Jokic, aportando Michael Porter Jr. su parte para que se hablara del ‘Big Three’ de los Nuggets con 19 tantos.
Ninguno lo administra todo como el MVP reinante -cómo repartió también desde el perímetro-, pero Jeff Green es también alguien con el que mejor no negociar. Veterano curtido en 1000 batallas 36 años-, de esos que se las saben todas, le dio la noche a un Antetokounmpo paralizado por la zona de unos Nuggets que se dedicaron a desmontar los argumentos de su endeblez defensiva. Green, además hizo esa típica de ‘perro viejo’ de “no sólo no vas a hacer un póster más conmigo sino que yo lo voy a hacer contigo”. Como una imagen vale más que mil palabras, pues eso, la que hay abajo.
Porque igual que Jokic no tiene la mejor defensa por más que trabaje, el heleno nunca tendrá el ojo para ver el baloncesto del serbio. Se enredó en esa zona 2-3 de Denver, con no sólo Green pegado a él como ‘garrapata’, sino un enjambre de los Nuggets esperándole para colapsar ante sus penetraciones, sin que Milwaukee hallara respuestas en el perímetro (9/36 y un 25%).
El MVP se siente más cómodo y protegido en una zona, que le permite cambiar con decisión en la mayoría de los bloqueos, desafiando con éxito a ‘Anteto’ en más de una ocasión, con precisas rotaciones defensivas de manual, a veces siendo el hombre más abierto en la segunda línea de la zona, al margen del pick and roll de los Bucks.
El equipo de Michael Malone, quién sabe si en una final anticipada, probó el cielo en el que sólo entran los que se enfundan el anillo. Y eso, es lo único que le importa a Jokic.