Qué es, cómo funciona y cómo afecta a productos españoles

Parece que Nutriscore, el nuevo etiquetado para los alimentos que debería entrar en vigor a lo largo del primer cuatrimestre del año, está generando alguna que otra duda y sobre todo polémica dentro del sector, pero para saber el porqué del descontento de algunas empresas dedicadas a la alimentación, debemos saber bien qué es y cómo funciona Nutriscore y también cómo nos puede afectar a nuestros alimentos.

Qué es Nutriscore

De la misma manera que en Europa se venden los electrodomésticos con la llamada etiqueta energética o de eficiencia energética para saber cuáles son los que menos consumen y también los que más respetan el medio ambiente, a partir de este año muchos de los alimentos que compramos en el supermercado y tiendas de alimentación, podremos encontrarlos etiquetados con una serie de colores y letras (siguiendo el modelo de la mencionada pegatina), y de este modo averiguar si los productos alimenticios son saludables o no, algo que en principio nos servirá como indicador para nuestra salud pero que en realidad, podría afectar a alimentos como el jamón ibérico, el queso manchego o incluso el aceite de oliva.

El etiquetado de Nutriscore (que ya se aplica en países como Bélgica, Francia, Holanda o Alemania) está dividido en cinco colores que son: el verde oscuro, verde claro, amarillo, naranja y rojo y además, cinco letras que corresponde a categorías que van de la A a la E y que indicarían el valor nutricional del producto que estamos comprando. De este modo podremos saber si el yogur que compramos por ejemplo es de calidad o no y no tendremos que estar leyendo la etiqueta con todos los ingredientes y componentes.

¿Cómo se mide la calidad de los productos con Nutriscore?

Puede que a partir de los colores y letras tengamos algo de lío a la hora de comprar los productos de nuestra cesta de la compra, pero bastará con saber que el criterio que se ha seguido para determinar la categoría de cada alimento, es el de una puntuación global que tiene que ver con la cantidad de nutrientes contenidos en 100 gramos del producto en cuestión.

De este modo, cuando compremos un producto lleno por ejemplo de conservantes, azúcares o ácidos grasos saturados, tendrán un etiquetaje de baja calidad nutricional, mientras que aquellos que cuenten con más nutrientes y sobre todo si estos son naturales como frutas, verduras o la fibra alimentaria y por ejemplo la elaboración con frutos secos o con aceite de oliva, serán mejor «valorados» o más «favorables» para el consumo.

La etiqueta en sí es fácil de entender y de hecho este es el objetivo del Ministerio de Consumo que en su sitio web explica que la intención de etiquetar así los productos alimenticios no es otra que » facilitar la comprensión de la calidad nutricional de los alimentos, a fin de que el consumidor elija la opción más adecuada para su dieta, con el objetivo último de reducir en la población española la prevalencia de obesidad y sobrepeso, así como las de enfermedades no transmisibles vinculadas».

La polémica con Nutriscore

Podría parecer, y de hecho lo es, que Nutriscore supone una ayuda para que sepamos elegir siempre productos alimenticios de calidad, pero desde que el etiquetado fuera anunciado y aprobado, le han salido varios detractores o de hecho, voces que opinan que en la práctica, tiene algunos fallos al calificar determinados productos como si fueran de baja calidad nutricional cuando en realidad no es así.

En concreto, y según se han dado cuenta algunos usuarios de Twitter, parece que el fallo radica precisamente en muchos productos españoles, como el queso manchego, el jamón ibérico o el aceite de oliva que han sido valorados por Nutriscore con colores naranja y rojo y con las letras C, D y E.

Pero ¿por qué? Pues seguramente por el valor calórico que tienes estos productos, aunque quienes los elaboran ya están trabajando para que se modifique la valoración realizada. De hecho, la Asociación Interprofesional Española del Cerdo Ibérico (ASICI) ha argumentado que se debe proceder con una revisión de la clasificación de estos productos, mientras que el sector del aceite de oliva ha logrado que la calificación en la letra D pasara a una C tras una revisión impulsada por el Ministerio de Sanidad dado que puede que 100 ml de aceite de oliva sean algo excesivo nutricionalmente aunque está claro que nadie en su sano juicio consume tanta cantidad de aceite y más teniendo en cuenta que este es un producto esencial en la cocina española tanto para cocinar como para aderezar todo tipo de platos (siempre en cantidades limitadas).

Así que por ello y tras la polémica que se ha generado, parece que el aceite de oliva queda excluído del etiquetado Nutriscore, aunque no parece que otros productos se «libren» de un etiquetado que guste o no lo que está claro es que llega para quedarse y que además va a seguir dando mucho que hablar.




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