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Qué es la Criminología y por qué su futuro profesional es tan prometedor


¿Quién no ha soñado alguna vez con resolver un crimen? Investigar, recabar y analizar pruebas e indicios; estudiar al criminal; visitar la escena de un crimen convertido en todo un CSI y poner al delincuente entre rejas. El auge del true crime, el género de series y películas basadas en crímenes reales, ha generado sin duda un aumento de la demanda de los estudios en Criminología, así como de la nota de corte necesaria para acceder a ellos: en el grado de Criminología de la Universidad Complutense de Madrid se pide este año un 11,954, y el doble grado de Criminología y Psicología de la Rey Juan Carlos exigía el curso pasado un 12,990. En el portal de formación Emagister, por su parte, el grado en Criminología fue el tercero más demandado en 2020, por detrás de Psicología y Enseñanza Primaria. Sin embargo, ¿sabemos exactamente qué es la Criminología y qué salidas laborales ofrece?

La imagen a la que nos tienen acostumbrados series como CSI mezcla un poco de realidad y mucha ficción, y hace que la idea que se tiene de la Criminología esté muy distorsionada. Para empezar, porque “suelen agrupar tareas de varias unidades y funciones en una sola figura, como un superpolicía que desempeña la labor de los GEOS, la Policía Judicial y Científica, las tareas de criminalística e incluso el policía negociador, cuando realmente en cada caso predomina el trabajo en equipo con especialistas y expertos”, afirma Carmen Jordá, directora del grado en Criminología y Seguridad de la Universidad Camilo José Cela. Y segundo, porque series y películas confunden hasta a los propios jóvenes que llegan a la universidad: “A menudo, los estudiantes que comienzan el primer año del grado en Criminología piensan que esta disciplina está más relacionada con el análisis de pruebas (de lo cual se encarga la criminalística), o que solo sirve para ser policía. No cuentan con todas las ramas teóricas que van a tener que estudiar para aprender a realizar un análisis exhaustivo de la conducta criminal”, argumenta por su parte Clara Fernández Carrón, coordinadora del grado en Criminología de la Complutense.

¿Qué es exactamente la Criminología?

La Criminología es una ciencia multidisciplinar que estudia las causas y circunstancias de los hechos delictivos desde todas sus vertientes (delincuente, delito, víctima y control social), desde la propia psicología y personalidad del individuo hasta la influencia de la sociedad en que cada uno se cría. Y por ello mismo tiene relación con muchas otras disciplinas como el Derecho, la Sociología, la Psicología, la Antropología o la Medicina, que forman parte en mayor o menor medida de sus planes de estudios: “El Derecho Penal aporta el conocimiento de las leyes y las penas aplicadas a los delincuentes, mientras que la Sociología les ayuda a analizar el delito como hecho social, y la Psicología muestra las motivaciones de la conducta delictiva”, explica Fernández. “Pero no podemos olvidar el aporte de la Psiquiatría (en lo referente a los trastornos de personalidad), la Estadística (investigación científica) o la Medicina Forense: [los criminólogos] tienen que saber interpretar una autopsia y ver mucho más allá de la evaluación de los hechos visibles del delito que hace el médico forense”, añade.

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Al estudiar un grado o doble grado en Criminología, todas estas disciplinas se combinan para que los estudiantes adquieran una extensa lista de conocimientos y competencias, que incluyen aspectos como el análisis de los factores criminógenos, las políticas de prevención del delito, técnicas de intervención y recuperación de las víctimas y violencia de género, pero también la influencia de las enfermedades mentales en la conducta criminal, las técnicas de investigación forense y policial y el análisis de la delincuencia juvenil, entre otros muchos. Dependiendo del ámbito al que se quiera dedicar el estudiante, convendrá también realizar un máster que permita una mayor especialización en el campo elegido. Las posibilidades son muchas: desde el Máster Universitario en Psicología Social de la Complutense o el de Intervención Interdisciplinar en Violencia de Género de la Universidad Internacional de Valencia, hasta el de Criminología y Ejecución Penal (Autónoma de Barcelona), Investigación Criminal y Ciencias Forenses (Universidad de Alicante) o Criminalidad e Intervención Social en Menores (Universidad de Málaga).

La mente criminal… y el crimen perfecto

Uno de los pilares de estos estudios es, como ya se ha indicado, el análisis de la conducta y la personalidad del delincuente. Pero ¿cómo es la mente de un criminal? Para Paz Velasco, jurista, criminóloga y autora del podcast Criminal-mente en Podimo, “todos tenemos la capacidad de matar, porque en una circunstancia de amenaza extrema, ante un miedo insuperable o en una situación de supervivencia, legítima defensa o para proteger la vida de un hijo, vamos a reaccionar de manera agresiva y violenta. Pero eso no quiere decir que todos nos vayamos a convertir en asesinos”.

La experta rechaza que nadie pueda nacer siendo ya un asesino, pero sí con una predisposición a la agresividad y a convertirse en una persona violenta que pueda terminar matando. Algo que depende de muchos factores: biológicos, genéticos, psicológicos y de rasgos de personalidad, pero también del ambiente, la educación y la familia; “de si, por ejemplo, crezco en una familia disfuncional, o donde mi madre o padre ya lleva a cabo determinadas conductas delictivas. También influye si yo he tenido traumas en mi infancia; si he sido un niño maltratado o abandonado. Todos estos elementos forman parte del cóctel criminal, y son muchos los que tienen que darse para que una persona se convierta en asesina”, afirma. “Hay que tener en cuenta que la agresividad es innata al ser humano, pero la violencia es una conducta aprendida a través de la observación, de la repetición y de la normalización de conductas. Somos agresivos por naturaleza, pero violentos por cultura”.

En Criminal-mente, Velasco hace una labor de divulgación de la criminología a través de aspectos concretos de esta disciplina (como, por ejemplo, qué es y qué mueve a un asesino en serie) y episodios de true crime donde analiza crímenes reales desde una perspectiva judicial y criminológica. Aspectos entre los que aborda, cómo no, el dilema del crimen perfecto: “Desde el punto de vista de la investigación policial, suele decirse que el crimen perfecto es aquel en el que no ha habido una investigación perfecta, en el que ha habido una serie de errores que han posibilitado el que no se haya podido atrapar al criminal. Yo considero que el crimen perfecto no es aquel en el que no se atrapa al autor del crimen o del delito, sino aquel en el que se hace pasar por una situación diferente”, esgrime.

Para ilustrarlo, recurre a los llamados ángeles de la muerte: cuidadoras o enfermeras letales que matan a sus propios pacientes. “¿Estamos seguros de que siempre que mueren enfermos en los hospitales lo hacen por causas naturales o a causa de la patología que tienen? Aquí tendríamos un crimen que se hace pasar por una muerte natural, pero también podemos imaginar un asesinato escenificado de tal manera que parezca un suicidio o un accidente de tráfico. Estas son las tres situaciones en las que podríamos hablar de un crimen perfecto: que se haga pasar por una muerte natural, por suicidio o por accidente”.

Salidas laborales más allá de la policía

Conviene recordar que la investigación técnica del delito, el quién y cómo lo ha perpetrado, recae no en el criminólogo, sino en el criminalista. Y que, en España, se trata de competencias que recaen en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, ya que los investigadores privados no pueden investigar dichos delitos. Si lo que se quiere es convertirse en inspector de policía o formar parte de la Policía Judicial o Científica, el primer paso es el de superar las oposiciones pertinentes (a la Policía Nacional o la Guardia Civil) y realizar exámenes internos para acceder a las brigadas correspondientes. Si estas oposiciones se hacen teniendo ya un grado universitario (como Criminología o Psicología), se accede directamente a la escala ejecutiva.

Pero las salidas profesionales de estos estudios son mucho más amplias, y dependen del grado universitario y la especialización escogida. “Si se ha hecho un doble grado en Derecho y Criminología, por ejemplo, se puede acabar ejerciendo como abogado penalista, porque la Criminología te va a dar todos esos conceptos y materias que no se dan en Derecho Penal: las capacidades criminales, el estudio de la mente criminal y de los factores que influyen en la comisión de un delito, las tipologías de homicidas… O puedes terminar opositando para el Ministerio Fiscal”, detalla Velasco, también profesora de la Universidad Internacional de Valencia. Especializarse en la asistencia a las víctimas, la justicia de menores, trabajar en programas de prevención del delito en entornos marginales o dedicarse a la actividad investigadora o académica son solo algunas de las posibles salidas profesionales. Profesionales de otras disciplinas, como el periodismo o la neurociencia, pueden también especializarse en este campo para aplicarlo en sus áreas de trabajo.

“Sin duda, la prevención es uno de los campos donde más puede aportar la Criminología, ya que está comprobado que las penas no son suficientes para prevenir el fenómeno criminal; se necesitan muchas más medidas”, apunta Fernández. “Los criminólogos tienen muchos conocimientos sobre el delincuente, y eso les ayuda a elaborar programas que prevengan la conducta delictiva y, sobre todo, del delincuente reincidente”, añade. Jordá, por otro lado, resalta la importancia de la seguridad privada, “que está tomando un protagonismo emergente en cuanto a la empleabilidad: analistas de fraude, compliance officers, analistas de inteligencia o la especialización en ciberseguridad, un aspecto que genera una inserción laboral que no habíamos visto antes, como parte de los equipos multidisciplinares que se necesitan para analizar y prevenir los delitos en Internet”.

Otra de las labores que pueden realizar los psicólogos es la colaboración con las instancias judiciales, elaborando informes criminológicos para presentar en la fase de instrucción de un juicio. Un contexto en el que también trabajan peritos criminólogos y forenses como Sonia Rodríguez, psicóloga forense de Psicolegalmente: “Nosotras trabajamos tanto con víctimas como con perpetradores. Por un lado, nos solicitan peritajes psicológicos para detectar lesiones o secuelas de un determinado delito, o estudiar el estado psicológico y la personalidad de un perpetrador o de un agresor, en cualquier ámbito”.

En la jurisdicción penal, estos profesionales trabajan a instancias de los abogados de cualquiera de las partes, valorando aspectos como la capacidad procesal (si una persona está en condiciones psicológicas de iniciar un proceso judicial) o la imputabilidad, es decir, “si una persona tiene un trastorno mental directamente relacionado con el delito por el que se le juzga que pueda actuar de eximente o atenuante; ver si las capacidades de esa persona estaban tan mermadas como para no ser consciente de lo que estaba haciendo”. Para ser perito forense o criminólogo no existe una formación específica, aunque la Ley de Enjuiciamiento Civil especifica como requisito que el perito posea una titulación oficial en la materia que sea objeto del estudio en la prueba pericial.

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