¿Has oído hablar de la huellografía? Se trata de una de las ramas de la criminalística más desconocida de todas. Tal y como su propio nombre indica, se encarga de analizar la implicación de las huellas en un determinado hecho delictivo. El campo más conocido de todos es la dactiloscopia, que consiste en analizar la huella dactilar.
¿Para qué sirve la huellografía?
Varias investigaciones recientes han demostrado que la huellografía resulta de gran utilidad a la hora de determinar el sexo de una persona. La razón es que los niveles de aminoácidos que se encuentran presentes en el sudor masculino son la mitad que los del femenino, teniendo en cuenta las diferencias hormonales entre ambos sexos.
En cuanto a las huellas dactilares, son uno de los rasgos más representativos de las personas. Un equipo de científicos del Instituto Nacional de Japón ha desarrollado un sistema para replicar huellas dactilares a partir de una fotografía en la que se ve claramente el anverso de la mano a una distancia máxima de 3 metros de la lente.
Aunque es el campo más conocido de todos, lo cierto es que el análisis de las huellas dactilares no es lo único que estudia la huellografía. Esta rama de la criminalística analiza por ejemplo las marcas que los neumáticos dejan sobre el terreno, las cuales permiten determinar la dirección, el peso e incluso la velocidad del mismo.
También estudia las huellas que los animales dejan en la escena del crimen. Los expertos en huellografía también dominan los otogramas, lo que las orejas de las personas generan al contacto con una superficie. Los otogramas son tan exclusivos como las huellas dactilares, y ya se han resuelto varios crímenes gracias a ellos.
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