Qué es la melancolía y diferencias con el duelo

La melancolía se define como un estado de tristeza profunda, que hace que nos sintamos abatidos y desanimados. No somos capaces de ver el futuro con optimismo ya que hemos perdido la esperanza, y tendemos hacia los pensamientos más pesimistas y tristes. Su origen puede estar en diferentes motivos, como por ejemplo la insatisfacción personal y profesional o el deseo de obtener cosas que son inalcanzables. Es importante no confundir melancolía y duelo ya que, aunque en ocasiones se utilizan como sinónimos, son conceptos distintos.

¿Qué es la melancolía y que relación guarda con la depresión?

A lo largo de la historia el concepto de melancolía ha evolucionado en gran medida, y en la actualidad se conoce como tal a una emoción mucho más profunda que la tristeza, que en muchos casos va unida a un recuerdo. Se caracteriza por la falta de energía, la desgana, la añoranza por una época pasada, el déficit de atención y de concentración, y el agotamiento.

Tal y como señalan los expertos, todas las emociones son necesarias en su justa medida. Del mismo modo que sentimos alegría y felicidad, en determinadas ocasiones podemos permitirnos estar tristes y melancólicos. El problema aparece cuando las emociones negativas duran mucho tiempo y se cronifican hasta el punto de interferir en nuestra vida diaria.

Cuando la melancolía se prolonga en el tiempo puede dar lugar a la depresión. Tal y como indicó Sigmund Freud en su estudio ‘Duelo y Melancolía’, cuando la melancolía se instala de forma permanente en una persona, acaba transformándose en una patología ya que impide el normal desarrollo de las actividades cotidianas.

La depresión melancólica es un subtipo de depresión que es más común en personas mayores y que se caracteriza por un estado de ánimo deprimido, problemas de sueño, culpa excesiva e incapacidad para disfrutar.

¿Y el duelo?

Ahora que conocemos exactamente qué es la melancolía, es el momento de explicar en qué consiste el duelo. Se trata de un estado de tristeza y apatía que se suele dar acompañado de insomnio y cansancio por la pérdida de una persona querida. El duelo no es lineal, sino que aparece y desaparece de forma cíclica, y en algunos casos puede durar varios años.

Las fases del duelo son cinco: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Es parte de la vida, y lo más importante es no patologizarlo.


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