¿Qué le pasaría a nuestro cuerpo si viajásemos a la velocidad de la luz?

Si consiguiésemos construir los prototipos de nave que ha ideado la NASA para poder movernos a velocidades importantes y conseguir la gran energía necesaria para poder propulsarla, el trayecto no sería tan confortable. Hay que ser conscientes de que la principal «pega» que tiene un viaje interestelar no es la parte tecnológica, que podríamos alcanzar en cuestión de siglos, lo sería el complicado medioambiente espacial, que nos hace darnos cuenta de lo frágil que es el cuerpo humano.

La velocidad de la luz, o sólo lumniosidad.

En caso de que nos desplazásemos a la velocidad de la luz (serían 300.000 kilómetros por segundo) por el espacio exterior, íbamos a morir en pocos segundos. Aunque la densidad de partículas es muy baja en el vacío, a alta velocidad, los pocos átomos de hidrógeno por centímetro cúbico, incidirían contra la proa del vehículo.

La aceleración es parecida a la que logra el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), llegando a una energía de 10.000 sievert por segundo. Para ello hay que pensar en que la dosis mortal para un hombre es de unos 6 sievert, por lo que le haz de radiación causaría daños en la nave y destruiría todo rastro de vida en el interior.

Las mediciones de los científicos de la Universidad Johns Hopkins dicen que no hay blindaje frontal capaz de libraros de la radiación ionizante. Un tabique de aluminio de 10 centímetros de grosor, lo que haría sería absorber menos de un 1 por ciento de la energía y el tamaño no podría aumentar sin límites, pues podría comprometer las necesidades en lo energético del sistema de propulsión.

La nave tendría que, además del hidrógeno atómico, la nave debería resistir la erosión del polvo interestelar, lo que haría que las posibilidades de contar con un estructura pulverizada aumentaría de forma considerable.

La solución sería conformarse con grandes velocidades del orden de un 10%  de la velocidad de la luz, que sería complicado que nos permitirían viajar a la estrella más cercana, Próxima Centauri, en el plazo de una vida humana, ya que los 4,22 años luz de distancia se tornarían en 40 años de viaje.

La radiación cósmica es un obstáculo complicado de salvar para los viajes a la velocidad de la luz, que si se supera en un futuro lejano os ayudaría a ver el espectáculo más increíble. 

A esta velocidad el tiempo se dilata y envejecemos más rápido. Nuestro cambio de visión se va a curvar como si de un túnel se tratase. Avanzaríamos hacia un destello de luz blanco, sin rastro alguno de estrellas, a la vez que se deja atrás la más absoluta oscuridad en el universo


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