¿Qué salió mal? Cronología de una epidemia explosiva que arrolló España

Buenos días. Se cumple un año de la semana en la que todo cambió, entre el 9 y el 16 de marzo, cuando la magnitud de la epidemia en España se hizo absolutamente evidente. Hoy hago un repaso de la cronología hasta el confinamiento.

Es una historia todavía incompleta, aunque suficiente, creo, para sacar tres conclusiones: (1) en España falló el protocolo de detección de febrero, que limitaba los test a personas venidas del extranjero e impidió ver la transmisión local que ya existía; (2) los sistemas de vigilancia epidemiológica fueron lentos y se vieron superados muy rápido, quizás porque eran estructuras minúsculas; y (3) la comunicación de emergencias —del CCAES que dirige Fernando Simón—, en lugar de elegir la precaución, optó por una excesiva tranquilidad… hasta el final.

Me interesan poco las responsabilidades de estos problemas (creo que serán históricas y a repartir). Pero es imprescindible pensar en qué falló si queremos aprender y mejorar. Llevamos un año diciendo que a los países asiáticos les ayudó haberse enfrentado al SARS en 2002, pero no es la experiencia lo que te protege, sino lo que extraes de esa experiencia.

⏱ La cronología de seis semanas

31 de enero. La OMS declara la alerta internacional. La semana anterior, China había decretado el confinamiento de Wuhan, cuando contaba 500 casos y 17 fallecidos. A la semana siguiente levantó un hospital.

13 de febrero. Se produce la ‘primera’ muerte en España por covid-19, una neumonía que llamó la atención de un médico, pero que los protocolos impidieron confirmar durante semanas. El hombre de 69 años había viajado a Nepal y murió en un hospital en Valencia. Uno de los médicos que lo atendió solicitó durante los 15 días siguientes hacer la prueba del coronavirus a las muestras tomadas al enfermo, como contaron José Manuel Romero y Oriol Güell en EL PAÍS. Pero la Generalitat lo rechazó porque no cumplía los criterios de Sanidad: el paciente no había viajado a Wuhan (China).

13 de febrero. En España el virus ya circula. Una mujer infectada salió ese día de Madrid rumbo a Ecuador, donde le detectaron la enfermedad y acabó ingresada. En España su caso no se conocerá hasta marzo, cuando se detecta el brote de Torrejón. Otro enfermo de este foco ingresó el día 15, aunque tampoco se le diagnosticó.

22 de febrero. Italia registra dos muertes. Lo que ocurre en ese país es portada en todos los medios, mientras en España se sigue comparando el coronavirus con la gripe.

  • Fernando Simón, responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), se dice “preocupado” por lo que pasa en Italia, aunque no se alarma: “Ni hay virus, ni se está transmitiendo, ni tenemos ningún caso”, explica. Ahora sabemos que la realidad era diferente: había enfermos ingresados con neumonías raras y quizás miles de casos.
  • A menudo se asume que el virus llegó a Italia antes que a España. Es probable que fuese así, pero ¿y si lo detectamos después o reaccionamos más tarde? El exceso de muertes en esos meses de marzo a junio acabó siendo peor en España (36% más fallecidos de lo normal) que en Italia (25%), algo más difícil de explicar si aquí el virus llegó después y reaccionamos antes.

24 de febrero. La misión de la OMS regresa de China y publica un informe escalofriante. “Es un nuevo patógeno altamente contagioso, que puede expandirse deprisa y debe considerarse capaz de causar un enorme impacto social, económico y sanitario en cualquier lugar”.

  • El informe dice con claridad que “no es SARS y no es gripe”. Pero el mensaje no cala. A los pocos días publicamos un artículo que subraya que el coronavirus es peor que la gripe y que todavía hay muchas resistencias (nos acusan de alarmar, etc.), aunque dos semanas después se confina medio mundo.
  • En esas fechas muchos especialistas son ya conscientes del peligro. El 14 de febrero, el epidemiólogo de Harvard Marc Lipsitch declaró que era probable una pandemia global. “Nos estaban diciendo en enero que había un 50% de probabilidad, a principios de febrero un 70%, a finales un 99%”, me explicó Miguel Hernán, sobre sus colegas expertos en infecciosas.

25 de febrero. España amplía su protocolo de test al ver lo que pasa en Italia. Y en cuanto se permite hacer más pruebas, se encuentran contagios locales. Sanidad y las comunidades autónomas deciden incrementar la sensibilidad del sistema de “detección precoz”; hablan de prevenir, pero es tarde. Desde ese día se pueden hacer pruebas a enfermos que vengan de otros países además de China, pero también a personas que no han salido de España, si tienen sintomatología respiratoria grave y se descartan otras causas.

  • En dos días aparece el primer contagio local. Da positivo un hombre de 62 años, que no ha viajado y lleva desde el día 20 ingresado por neumonía en Sevilla. Se confirma la sospecha de algunos especialistas: “El virus lleva varios días circulando por España y no lo habíamos detectado”, nos dice el jefe de enfermedades infecciosas de un gran hospital.
  • En el CCAES, no lo ven igual: “No tenemos transmisión comunitaria descontrolada”. Siguen subrayando que la mayoría de casos son importados. ¿Pero qué valor tiene eso? Hasta tres días antes no se podía testar a personas que no viniesen del extranjero, así que era casi imposible detectar casos locales.

1 de marzo. Se detectan brotes en España con casos de hace semanas. En Torrejón se confirman cinco positivos de personas que no han viajado a zonas de riesgo. Una de ellas es la mujer que marchó infectada a Ecuador el 13 de febrero, pero hay otros hospitalizados. No han pasado ni cinco días desde que empezaron las pruebas a pacientes locales y ya se han detectado contagios antiguos en Torrejón, Málaga y País Vasco. Sin embargo, sigue la calma.

2 de marzo. La red de vigilancia epidemiológica va con retraso y pronto se ve superada. Esa red recoge la información de cada caso para análisis y toma de decisión; se alimenta desde los servicios de Salud Pública de las comunidades y la coordinan el CCAES y el Instituto de Salud Carlos III. Pero va despacio. El 2 de marzo tienen información de 33 de los 119 casos que constan (27%); una semana después solo tiene 140 casos de 999 conocidos (el 14%).

  • En esos servicios seguramente falta personal. Los profesionales de Salud Pública trabajarán al límite durante meses. Entre otras muchas tareas, tienen que suplir con trabajo manual las carencias de los sistemas de información.
  • A pesar del retraso, en sus informes se ve crecer la transmisión en España: el 28 de febrero solo el 17% de los casos son locales, que suben al 39% el 2 de marzo y al 51% el día 4.
  • Eso tampoco eleva la alarma que transmite el CCAES: “Tenemos en Madrid seis casos sin vínculo; uno en País Vasco y tres en Andalucía”, dice Simón. Explica que “podría haber un grado de transmisión comunitaria”, pero el mensaje sigue siendo de control (a nueve días de que se anuncie el confinamiento): “No hay que angustiarse. No hay que ponerse mascarilla si no se tienen síntomas. El riesgo en personas sanas, jóvenes, trabajadoras no es grave. El primer punto es mantener la calma. Sin sobreactuar”.

6 de marzo. Se conocen tres muertes en España y es evidente que hay casos ocultos. Como cuenta EL PAÍS, ninguno de los tres fallecidos había salido al extranjero, lo que indica que el patógeno lleva cuatro semanas circulando sin ser detectado: “Estas muertes apuntan a que el virus llegó antes de lo pensado”, dice Antoni Trilla, jefe de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic. “Lo que vemos ahora son los casos más graves de las infecciones ocurridas hace varias semanas. ¿Cuántas fueron? Por ahora no lo sabemos. ¿Cuándo empezaron? Tampoco”.

7 de marzo. Había tantos infectados que los exportábamos en avión para ser detectados en Asía. Entre el 11 y el 17 de marzo, Singapur detecta 8 infectados venidos de España (I). Teniendo en cuenta que volaron 1.000 o 1.500 personas el año anterior, podía haber un 0,5% o 0,8% de infectados, que serían más de 200.000 personas. Desde Italia solo detectaron cuatro infectados esos días.

  • Japón detectó el primer caso desde España el día 7 de marzo. Para el día 13 contaban cuatro, una cifra compatible con decenas de miles de infectados. Del 6 al 18 de marzo, también se detectan cuatro positivos en vuelos desde España a Seúl (Corea de Sur).

8 de marzo. El día antes de la manifestación del 8M la tranquilidad sigue dominando. El director del CCAES incluso sugiere una mejoría: “Podemos reducir la sospecha de transmisión comunitaria descontrolada. No quiere decir que no exista. Todavía está ese riesgo… Pero lo cierto es que en general la situación no ha variado nada respecto a ayer e incluso en algunas zonas el número de casos que podían darnos una sospecha de transmisión comunitaria se han reducido, con lo cual poco a poco se van aclarando los mapas de riesgo”.

  • Los casos en Europa ya parecían crecer exponencialmente; en España había brotes, fallecidos y casos de varias semanas. Es posible que no diese tiempo a procesar todo. Recuerdo que esos días todo ocurría deprisa en mi entorno, en el periódico y mis conversaciones, ¿quizás pasaba lo mismo en centros de decisión?
  • El mensaje oficial todavía es de calma: “Tenemos en España 441 casos. La palabra avalancha me parece excesiva. Tratar de magnificar algo con palabras”, dice ese día Simón.
  • La OMS tampoco sirve siempre de referente, como recordaba este viernes María Ramírez: “[La directora de Salud Pública de ese organismo], en una entrevista publicada el 10 de marzo (¡el 10 de marzo!) dejaba frases que hoy chocan (‘quizá estaría bien bajar un poco el tono de sensacionalismo al contar las cosas’, ‘debemos seguir enfocados en la contención’) y hacía un alegato contra la extensión de los test […]: ‘La lógica es que si el virus está y no está dando síntomas, ¿por qué habría que hacer ese tipo de exámenes?’, decía.”

Lunes 9 de marzo. Los casos suben (en los informes de RENAVE pasan de 251 a 999 en cuatro días) y la situación empieza a moverse. A medio día, desde Sanidad reconocen que “obviamente” hay algún tipo de transmisión comunitaria y hablan de “incrementos importantes de casos” en Madrid y País Vasco. El tono ha cambiado, aunque siguen los gestos de normalidad.

  • Simón arranca la rueda de prensa hablando del Ébola, del fin de la epidemia en el Congo, y riñendo a la prensa por no prestarle atención: “Una noticia que ha pasado muy desapercibida […] Me ha dado la sensación de que estaba poco reflejada en los medios”. Hablando del coronavirus, matiza: “Hemos tenido un incremento de casos que en principio parece importante, pero que lo cierto es que proporcionalmente sigue la línea hasta ahora”.

Martes 10 de marzo. Todo se precipita: la alerta se eleva por boca del ministro de Sanidad y el presidente del Gobierno. La noche del lunes comparece Salvador Illa para anunciar medidas duras en Madrid y País Vasco y endurece el discurso: habla de “zonas de alta transmisión” y dice que están “trabajando para huir del escenario de Italia”. Ese martes llegan noticias de hospitales desbordados. Por la noche comparece Pedro Sánchez y confirma el giro anunciando “semanas difíciles”.

Miércoles 11 de marzo. Italia ordena el cierre de todos los negocios y la OMS declara la pandemia global. El máximo responsable del organismo empieza su discurso con un toque de atención: “Estamos muy preocupados por los alarmantes niveles de propagación y gravedad, y por los alarmantes niveles de inacción”.

  • Las dudas se van disolviendo: “El virus está transmitiéndose entre la población […] Es posible que no podamos evitar un millón de infecciones, pero debemos evitar que ocurran de forma masiva en las próximas semanas“, escriben los especialistas Miguel Hernán y Santiago Moreno en EL PAÍS.
  • Simón, que no había comparecido el día anterior, arranca la rueda del miércoles diciendo:  “Estamos en una situación un poco diferente a la de hace un par de días”. Han pasado solo 48 horas, pero su anterior comparecencia parece de otro universo.

Dos días después se anuncia el estado de alarma, en la noche del viernes 13. Al día siguiente se ordena un confinamiento decisivo en todo el territorio nacional, que servirá para cortar los contagios y evitará miles de víctimas. Pero la primera explosión ya se ha producido. Los infectados rondan el millón, y subirán hasta doblarse antes de verano. Se contarán 45.000 fallecidos.

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