El último fichaje del Casademont Zaragoza, Frankie Ferrari, se ha convertido en los dos partidos que lleva jugados con el equipo (Monbus Obradoiro y Barça) en el gran ídolo de la afición ‘rojilla’ que veía un negro futuro para el equipo y que parece haber cambiado con la llegada del base.
Franco Alphonso ‘Frankie’ Ferrari fue fichado en las últimas jornadas junto al pívot nigeriano Christian Mekowulu y al escolta estadounidense Sean Kilpatrick para intentar cambiar una dinámica que amenazaba con llevar al equipo al descenso de categoría y en los dos partidos que ha disputado se ha metido a los aficionados en el bolsillo por su buen juego, su carácter ganador y su implicación.
Y eso que después de la contratación de Kilpatrick, que llegó claramente fuera de forma por haber estado parado y que de momento solo ha aportado en un partido de los cinco que ha jugado, contra el Obradoiro (14 puntos y 13 de valoración), el recelo entre los seguidores zaragozanos presidía la contratación de Ferrari.
El nuevo jugador se había retirado el pasado mes de octubre con 25 años cuando militaba en el Brose Baskets alemán por motivos de salud y reapareció en su país apenas tres meses después enrolado en el Santa Cruz Warriors californiano de la G-League, conjunto afiliado a los Golden State Warriors.
El exjugador de Manresa (en dos etapas), Gran Canaria y Unicaja llegó a la capital aragonesa poco antes del encuentro contra el Monbus Obradoiro, que había sido aplazado en su día por casos de coronavirus, y con solo un entrenamiento con sus nuevos compañeros demostró que llegaba en forma.
Ferrari, en su primer partido, parecía que había jugado en el Casademont Zaragoza toda su vida, tanto por su capacidad de adaptación para entenderse con sus compañeros como por su energía a la hora de celebrar cada canasta y cada buena acción de su equipo.
El jugador de Redwood City (California), frente al equipo gallego anotó 10 puntos con un acierto del 50% en tiros de campo, capturó 5 rebotes y dio 7 asistencias para obtener 15 créditos de valoración pero, sobre todo, dotó al equipo de una velocidad en las acciones de la que carecía con anterioridad y de un carácter ganador del que estaba necesitado un equipo que acumulaba 7 derrotas consecutivas antes de su llegada.
El segundo partido disputado por el director de equipo fue en la pasada jornada ante el líder de la ACB, un Barça que venía de perder sorprendentemente en la jornada precedente con el Unicaja en casa (63-73) y que, por ello, no iba a llegar relajado a la cita con los maños.
A Ferrari le dio igual. En este segundo encuentro mejoró sus prestaciones y sus números imponiendo su estilo de juego, vivaz y rápido, que contagió a sus compañeros para aguantar a un Barça dominador durante 37 minutos, incluso en momentos muy complicados en los que parecía que se podía romper el partido, para acabar dándole la vuelta al marcador y llevarse un triunfo vital en las aspiraciones del equipo de continuar en la ACB.
Ferrari sumó 16 puntos (con un 63 % en tiros de dos puntos), capturó 4 rebotes, dio 5 asistencias, robó 3 balones y recibió 6 faltas para alcanzar los 21 créditos de valoración.
En dos partidos, el Casademont Zaragoza ha encontrado al líder que necesitaba, un jefe de operaciones con acierto para dirigir y anotar, garra, implicación y corazón que ha contado con la inestimable colaboración de otro de los fichajes de última hora, Mekowulu, que también se ha ganado un rincón en el corazón de los aficionados maños por sus demostraciones de energía en la pintura, otro de los aspectos en los que estaba cojo el equipo.
El pívot, en los dos partidos en los que ha intervenido lleva una media de 12 puntos con un 63.2 % de acierto en tiros de dos, 4.7 rebotes y 12.7 de valoración, destacando especialmente el último cuarto del enfrentamiento contra el Barça en el que anotó 12 puntos con pleno de aciertos (4 de 4) en tiros de dos y alcanzó los 15 créditos de valoración. En total el jugador africano sumó 17 puntos y 21 de valoración.
Ferrari y Mekowulu se han convertido en las grandes esperanzas para lograr una permanencia que, después de las dos últimas victorias en las que ambos han sido capitales, se ve con más optimismo aunque todavía quede mucho por remar.
En Zaragoza, la presencia de ambos ha conseguido que los negros nubarrones se vayan despejando y que el sol comience a asomar, no solo por lo que han demostrado sino por lo que se espera que puedan mejorar con más entrenamientos y partidos con el equipo.